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El auto se detuvo frente a la mansión. Derek se quedó observando desde allí dentro, no entendía porque no le quedaban ánimos para bajar e ir a buscar a su amigo. La situación le recordó a aquel día cuando Sam se suicidó, bajando del automóvil y encontrándose con patrulleros y muchos periodistas, ingresando a su casa y luego observar el cuerpo de él sobre el frío suelo de aquel Jardín.

—Derek, ¿qué sucede? —preguntó Sophie a su lado.

—No quiero ir —contestó.

Su mente estaba haciéndose la idea de que Ian ya estaba muerto y lo único que encontraría era a sus familiares llorando sin entender su repentina decisión de abandonarlos.

—Ian nos necesita —ella colocó su mano en su hombro y lo frotó suavemente.

—Quiero morir —dijo sin pensarlo.

—Derek, esa no es una solución.

—Toda mi vida fui una persona detestable y aquí están las consecuencias, yo debería ser quien muera no él.

—No digas tonterías.

—No lo son. —respondió con enojo—. ¿Cuando entenderás que todo es mi culpa? yo di la idea para entrar a este infierno.

—¿En serio? ¿Te vas a seguir culpando todo el tiempo sin buscar una solución? —le preguntó ella con coraje.

—Estoy cansado de buscar posibles soluciones, ni siquiera Ashley sabe lo suficiente sobre su amiga para resolver esto, estoy harto Sophie, no puedo más con esto.

La joven se desató su cinturón de seguridad y se acercó hasta Derek, envolviéndolo en un abrazo.

—No estás solo.

Derek se quedó quieto mirando hacia el parabrisas sin saber que hacer. Llevaba poco tiempo conociéndola y aunque le comenzaba a caer bien él aún no tenía ningún sentimiento de afecto hacia ella.

—No hagas eso con alguien a quien no conoces bien.

—Lo hago porque lo necesitas. No estés así, encontraremos una solución y todo mejorará —dijo ella aún con sus manos envueltas en él.

—No estoy preparado para bajar por esa puerta y encontrarme con una desagradable noticia.

Sophie se separó de él y lo miró aunque seguía con su vista en el parabrisas.

—No pienses eso, Ian no está muerto.

—Tal vez no aún.

—Le dijiste a la señora Jane que no tardarías, debes cumplir con tu palabra —le recordó.

El asintió con su cabeza y desabrochó su cinturón para salir del coche, Sophie imitó su acción. Tan pronto como estuvo fuera del carro, una ráfaga de viento lo invadió, su cabello largo comenzaba a azotar su rostro. Ambos de adentraron en el hogar de la señora Jane.

Mientras atravesaban un pequeño camino rodeado de pasto y ciertas flores, Derek notó que no había nada fuera de lo normal, todo parecía demasiado tranquilo y de alguna forma espero que aquello no fuese solo un espejismo.

Luego de llamar varias veces en la puerta principal; una empleada muy joven los recibió, la mujer trato de sonreír y ser amable pero ella lucía muy extraña, Derek creyó que solo estaba preocupada por Ian al igual que los demás.

—¿Dónde se encuentra la señora Jane? —preguntó una vez que se encontraron en la sala.

—Venga conmigo —dijo para avanzar por el corredor que le causó extrañas sensaciones a Derek el día anterior.

La joven empleada los dejó en la entrada de una hermosa habitación blanca, la puerta se encontraba abierta y ambos lograron adentrarse con facilidad. La Anciana se encontraba de espaldas a ellos, estaba cerca de la ventana, observando a través de ella.

—Señora Jane.

Se giró encontrándose con el rostro de los dos jóvenes, ella sonrió levemente aunque no tenía motivos para hacerlo.

—Gracias a Dios están aquí —dijo ella dejando el teléfono convencional sobre su mesita de noche.

—¿Qué fue lo que sucedió?

—No lo sé, solo dejé su desayuno en la habitación, el estaba recostado en su cama pero no dormía, lo dejé descansar y no lo molesté con mis preguntas, después de eso ya no supe más hasta que fui por el para el almuerzo, ya no se encontraba allí, lo buscamos en toda la casa pero no está. No hay señal de él en toda la presidencia —Derek notó la angustia en su voz.

—¿Qué ha dicho la policía acerca de esto?

—No pueden hacer nada hasta que se cumplan las setenta y dos horas, Ian es mayor de edad.

Sin poder evitarlo; la mujer comenzó a llorar sin consuelo, Sophie se acercó hasta ella y la envolvió en sus brazos tratando de calmar su dolor.

Derek no supo que hacer ni mucho menos como reaccionar ante la escena que estaba presenciando. Se acercó hasta la ventana y miró hacia fuera mientras pensaba en donde podría encontrarse.

—No entiendo que le sucede a mi nieto. Nada era de esta forma antes, nunca había pasado por una situación así —dijo con la voz quebrada debido al llanto.

Derek apretó los puños recordando una vez más la culpa que tenía él sobre ese asunto. Cerró los ojos tratando de calmarse pero los sollozos y lamentos de la pobre anciana solo lo hacían sentir más miserable.

—Señora Jane, necesita descansar —dijo una empleada ingresando a la habitación.

Derek observó como la ayudaron a recostarse sobre la cama, era una mujer de una edad un poco avanzada y él temía por su salud. Si a ambos les pasaba algo nunca en su vida se lo podría perdonar.

—Derek, debemos salir —le habló Sophie.

El se acercó por un momento hacia la la cama. Los ojos azules de la abuela lo observaron con un poco de esperanza.

—Encuentra a mi nieto Holmes, por favor —le pidió tomando su mano y envolviéndola junto a la de ella.

—Por favor, sé que puedes hacerlo —le sonrió con esfuerzo mientras lloraba.

Los recuerdos de aquella vez en la que estuvo en casa de Sam días antes de su muerte llegaron a su cabeza. La situación era demasiado parecida, Derek le había prometido a su mejor amigo que encontraría a Hannah y todo acabaría pero no lo cumplió.

—Debe descansar.

—Lo haré, confío en ti —apartó su mano de la de él y cerró los ojos.

Derek sintió mucha lástima por ella, no merecía sufrir de aquella forma y cada vez se convencía más de que no había absolutamente nada que él pudiera hacer para detener lo que estaba ocurriendo.



Hannah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora