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Sam retrocedió nuevamente sobre el suelo. Ella estaba ahí, frente a él, pero todo era diferente. No era la misma chica que conoció, su ropa estaba rota y su cuerpo llenó de moretones y sangre en todas partes, su cara parecía una máscara de odio.

El fantasma de Hannah comenzaba a avanzar hacia él, Sam no podía levantarse aún, mucha sangre sobre el piso se lo impedía.

—¡Aléjate! —gritó.

No podía continuar observando el espectro, cerró los ojos otra vez, mientras sentía su cabeza estallar, su cuerpo ya casi no respondía al igual que su mente.

—¡Sam! —gritaron.

—¡No! —respondió también en un grito.

—¡Sam! —Llamó alguien moviendo sus hombros.

Lanzó un fuerte sollozo aparentando los ojos una vez más, siguió respirando pesadamente y todo parecía calmarse por un momento.

—Sam, hijo ¿Qué te sucede? —escuchó la dulce voz de su madre.

Abrió los ojos despacio encontrándose con el rostro de la persona que más quería, su cuerpo tembloroso se acercó un poco a ella disminuyendo la distancia, envolviéndola en un fuerte abrazo.

—Me estás preocupando —dijo su madre.

El chico intentó calmarse, limpió el montón de lágrimas que aún bajaban por sus ojos y mejillas, miró los ojos de color azul de su progenitora.

—Mama, estoy volviéndome loco —habló con la voz quebrada.

La mujer lo miró con preocupación y acarició su rostro y cabello con ternura.

—Sam, necesito que me digas que sucede. No puedo ayudarte así —le dijo.

—Yo no le hice nada, te lo juro mamá.

Su madre tomó su rostro con ambas manos y lo miró fijamente, sus ojos de color azul estaban rojos y desorientados, su nariz parecía un tomate, su cara solo expresaba cansancio y miedo.

—¿Qué fue lo que hiciste? —le preguntó con preocupación.

El chico comenzó a llorar una vez más, tenía mucho miedo de lo que pasaría a continuación, si todos se enteraran, no había nada que impidiera que fuera directo a la cárcel por el extraño caso de Hannah Stone.

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Derek tomó sus cosas para salir del salón, ya todos habían abandonado el pequeño lugar. Guardaba sus libros con cuidado. Cuando tomó su mochila para colocarla en su hombro, sintió como si alguien observara sus movimientos y giró por inercia. No observó a nadie, el marco de la puerta estaba despejado.

No prestó atención y avanzó para salir del salón a pasos apresurados, cerró la puerta y echó un vistazo hacia el pasillo. Se hallaba todo vacío. Maldijo en su mente por quedarse de último. A esas horas casi nunca quedaba nadie en la facultad.

Con un poco de inseguridad comenzó a caminar hasta la salida, tal vez algún conserje o maestro estaba aún merodeando el lugar ya que escuchaba pasos y unas risas algo extrañas. Al pasar cerca de la oficina de profesores de la carrera de Economía escuchó ligeros golpes sobre un escritorio. Se quedó parado a medio camino, frente a la puerta de donde provenían aquellos ruidos.

Los golpes tomaban más intensidad a cada segundo, Derek se quedó allí, hipnotizado por alguna extraña razón, sus ojos permanecían en el mismo punto; la puerta.

Pero eso no fue lo que realmente preocupaba a Derek, lo que le causaba temor e intriga es que la puerta permanecía con un candado por fuera.

—¡Derek! —llamó alguien de repente.

Se sobresaltó al escuchar su nombre detrás de él, respiró con alivio y giró encontrándose con una cara familiar.

—Tú otra vez —dijo con de mal modo.

—Sí, yo —habló la muchacha detrás de él ya que Derek comenzó a caminar para irse de la Universidad.

—Te he dicho que me dejes en paz —le dijo con voz alta.

—Sabes que no lo haré hasta que digas la verdad.

Una vez fuera del local, Derek de detuvo y cerró los ojos rogando por un poco de paciencia.

—Yo no hice nada, ve a buscar culpables a otro lado.

—Yo sé que tuviste algo que ver, sé lo que vi —aseguró.

—Tu no viste nada, estás loca y déjame tranquilo —le dijo con voz autoritaria.

Se giró para seguir caminando pero lo que la chica dijo a continuación lo hizo detenerse otra vez.

—Sé que no eres malo pero también sé que tú y tus amigos hicieron algo que provocó la desaparición de esa chica, esa noche... Yo vi cuando hablabas con Hannah, al retirarse tú la seguiste y...

—¡Cállate! ¡Cállate! —le gritó cerca de su cara.

La joven de ojos negros se asustó por su actitud y retrocedió un poco.

—Escúchame bien niña. —la tomó con fuerza del brazo—. sea lo que sea que hayas visto me da igual, tú no abrirás tu jodida boca o te meterás en problemas, sabes que tengo el poder para hacer lo que sea, así que no quiero volver a saber del tema.

La chica lo miró con miedo, los ojos de Derek expresaban furia y aquello la asustó.

—Si abres tu boca y dices tonterías te meterás en asuntos que luego te arrepentirás. —señaló con el dedo—. Ten cuidado con lo que haces. —la soltó bruscamente.

Derek la observó por unos segundos, ella parecía haberse asustado por la manera en como la trató, se giró para dejar atrás a la muchacha y seguir con su camino al parqueadero que estaba detrás de la Universidad.

Se sintió mal por haberla tratado de esa manera pero era necesario, él tenía que averiguar primero lo que había ocurrido esa noche, si todo se descubría él y sus amigos irían a la cárcel, y desde allí no podría hacer nada.

Al llegar al parqueadero, se dirigió a su auto que permanecía casi en el centro de aquel lugar, estaba un poco oscuro, las luces las habían apagado.

Llegó hasta su automóvil e ingresó la llave para abrir la puerta del piloto, esperó a que se abriera normalmente pero no sucedió, giraba la llave pero la puerta no cedía.

—Rayos —susurró con impaciencia.

Continuó girando la pequeña herramienta de metal pero se trancó impidiendo que pudiera seguir moviéndola.

—¡Maldición! —Exclamó enojado.

Soltó la llave y se cruzó de brazos pensando en qué hacer. Miró la puerta por unos segundos y acercó su mano una vez más a la llave, la giró y esta se abrió al instante. Derek frunció el ceño y dudo un poco más. Se quedó pensando por un determinado tiempo hasta que decidió hacerlo, pero se sorprendió al ver lo que mostraba el asiento del copiloto.

Hannah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora