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—Chase, por Dios sólo trata de...

El pitido que emitía su móvil al cerrarse la llamada se hizo presente.

—¡Chase! —gritó.

Derek alejó el móvil de su oído para marcar a Chase, una vez más.

—El número al que usted llamó está fuera de servicio temporalmente.

Con enojo y un poco de impotencia, Derek se rindió y terminó por dejar su móvil a un lado.
Dio vueltas alrededor de toda su habitación sin saber que hacer. Los nervios no le permitían pensar con claridad. Se pasó las manos por el rostro y cabello. Aunque sabía que Chase sólo estaba imaginando todo, no pudo calmarse.

Fueron pocos los segundos que transcurrieron hasta que su teléfono anunció una nueva llamada. Derek sin pensarlo, lo tomó desesperado, seguro de que se trataba de Chase, pero al ver el número que mostraba su pantalla, la preocupación no lo abandonó.

—Derek.

—Sophie, algo terrible está sucediendo.

La joven podía sentir su desesperación a través de la línea.

—¿Qué ocurre?

—No lo sé, ya no es como antes —dijo sentándose en su cama, sintiendo como sus piernas temblaban y dolían al mismo tiempo.

—¿Qué quieres decir?

—Es Robert y Chase. Están presenciando cosas, los dos, ahora mismo y no sé a que está jugando.

—¿A qué... —hizo una pausa—. ¿A qué te refieres?

Una idea llegó hasta su mente.

—Robert esta mañana estuvo muy extraño en clases, algo pasaba con él. Después fue visto frente a un local de espejos diciendo cosas extrañas. Luego lo rompió sin pensarlo, aunque la gente siempre estuvo ahí, presenciando todo, él parecía no escuchar, estar solo en su mundo.

—Dios... ¿Estuviste ahí?

—No, no estuve ahí. Un compañero de clases me lo dijo y me preocupa lo que Robert haya dicho delante de toda esa gente.

—¿Y que sucedió con Chase?

—No lo sé. Me llamó muy asustado, diciendo que Hannah estaba ahí, con él.

Derek creyó que lo mejor, era ir a casa de Chase.

—Entonces, ahora no sabremos quien...

Derek avanzó hasta la puerta de su habitación. Tomó la perilla con la intención de girarla pero la barrera de color café no se inmutó.

—¿Derek?

El moreno siguió intentando pero no logró conseguir nada.

—La puerta de mi habitación no se abre.

Comenzó a forzar la puerta pero todo parecía ser inútil.

—Oh Dios, sólo trata de calmarte y recuerda que nada es real —le aconsejó

Con su mano derecha sobre la perilla, Derek cerró sus ojos y trató de poner su mente en blanco. Giró el objeto pero no funcionó.

—No puedo, no puedo Sophie.

—Derek, escucha, sólo cálmate y no pienses en Chase, en Robert, ni mucho menos en Hannah. Sólo aleja tus pensamientos.

—No puedo.

El muchacho retrocedió con temor.

—Derek.

—Se está acabando todo...

Hannah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora