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—¿Ian? —preguntó la muchacha observándolo desde el marco de la puerta de la cocina.

El chico de cabello castaño se quedó confuso ante la llamada de Derek.

—¿Qué? —se giró para mirarla.

—¿Estás bien? —los pequeños ojos verde lo observaron con un poco de preocupación.

—Sí.

La joven lo observó sin saber que decir, parecía que Ian estaba perdido.

—Lizzi quiero estar solo —le dijo.

—Está bien, estaré en la habitación —sonrió.

Ian hizo una ligera mueca con su boca y puso sus ojos negros en blanco.

—Quiero que te vayas de mi apartamento.

Su mandíbula se abrió por la sorpresa de escuchar las frías palabras de Ian, lo miró con enojo.

—Si eso es lo que quieres —dijo ella.

Aquella chica abandonó la cocina dejando al Ian solo, pensando en Derek y todo lo sucedido. Había mentido sobre su ausencia en la sepultura de Sam y por un momento se arrepintió de no haber estado allí.

Suspiró y alejó esos pensamientos que lo comenzaban a inquietar. Colocó una sartén en la hornilla de la cocina para freír espárragos, giró varias la perilla para encenderla pero no lo conseguía. Frunció el ceño al no saber la razón de la falla de aquel artefacto. Lo intentó varias veces hasta que se dio por vencido.

Perdió la paciencia que estaba conservando y se dirigió a la nevera para tomar un poco de leche. Escuchó un ruido extraño a sus espaldas y se giró, la llama se había encendido muy fuerte, tanto que  estaba cubriendo el utensilio que había colocado segundos atrás por completo.

Con los nervios de punta fue por un poco de agua para apagar el pequeño fuego que comenzaba a crecer.  Suspiró de alivio al apagar la intensa llama, el corazón no dejaba de latir por la extraña experiencia.

Escuchó la puerta de su pequeño departamento cerrarse y se dirigió hasta la sala, Lizzi había abandonado el lugar. La computadora estaba encendida sobre el escritorio a una esquina del diminuto lugar y se acercó para apagarla.

El monitor no mostraba imagen alguna, la pantalla permanecía en negro pero la pequeña luz verde a un costado de la parte que permitía visualizar imágenes indicaba que estaba encendido al igual que el CPU.
Ian comenzó teclear y mover el mouse pero no conseguía nada, estaba en negro. Presionó varias veces el botón de encendido y apagado pero era inútil.

Suspiró cansado de las extrañas cosas que estaba presenciando y decidió desconectar el aparato. Cuando consiguió apagarlo se quedó parado en aquella parte, observando la computadora de mesa. No pasó mucho tiempo hasta que el sonido de su televisor lo sobresaltó. Se volteó para comprobar que estaba encendido, tragó saliva al recordar que segundos atrás no lo estaba.

Sus piernas parecían gelatina al caminar hasta el pequeño mueble y tomar el control remoto, sus nervios aumentaron al pasar lo mismo, la pantalla estaba en negro aunque el sonido pudiese escucharse.

Con las manos temblorosas presionó el botón redondo varias veces sin tener éxito. La respiración se le volvió pesada, una pequeña corriente le invadió el cuerpo. Estaba por acercarse al aparato y desconectarlo como había hecho anteriormente con el ordenador cuando el timbre sonó.

Se dirigió como un rayo hasta la puerta para abrir a quien sea que estuviera afuera.

—¿Ian?

Hannah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora