Capítulo 4

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El amable taxista ayudó a Jack a bajar sus maletas y llevarlas hasta la puerta de entrada.

—Aquí está su dinero, señor —le dijo el irlandés, dándole el monto adecuado del servicio al llevar la última de las valijas.

El hombre solo tomó la mitad de lo que le daba. Jack, confundido, insistió en pagarle lo debido.

—No hace falta, joven. Ya me han dado la otra parte —contestó el señor, para después retirarse en su coche con una media sonrisa.

El de pelo verde, aún sin creer lo que estaba sucediendo —no lo malinterpreten, usualmente en Los Ángeles la gente nunca era tan bondadosa, ciertamente generalizando— guardó los billetes en el bolsillo trasero de sus jeans. Sonrió, porque después de todo, había sido una situación bastante placentera.

«No es como que le deba algo, de todas formas dijo que ya le habían pagado la otra parte... Tal vez fue Mark. Sí, seguro fue él. Debo agradecérselo luego» se convenció mentalmente.

Dio un giro para terminar justo enfrente de la puerta. Tocó varias veces, pero no hubo respuesta alguna, ni se podía ver señal de vida humana dentro a través de las ventanas. Probó con enviarle algunos mensajes, pero nada tampoco.

Lo único que no había intentado era girar el pestillo.

Lo hizo, y de alguna fantástica manera, la entrada estaba abierta.

Se adentró lentamente con timidez. Todas las luces estaban apagadas, y básicamente, solo se escuchaba el ruido del moderno refrigerador funcionando desde la cocina debido a la absoluta carencia de otro sonido existente.

Pensó en gritar "¡MARK!" a todo pulmón, pero no era tan buena idea después de todo. Lo que menos quería era que Chica lo atacara o algo por el estilo. Era una perra inofensiva, pero perra al fin y al cabo.

Siguió caminando en puntitas de pie, hasta llegar a la sala de estar. Para su suerte, la luz de la tarde aún iluminaba bastante el lugar, porque de otra manera no se hubiera percatado ni en mil años de que su amigo se encontraba durmiendo en el sofá.

Sonrió al ver que Mark, boca para arriba, estaba plácidamente durmiendo con su teléfono móvil sobre el pecho y con Chica recostada a su lado, casi tirando a su dueño al piso por todo el espacio que ocupaba.

En cierta manera, le daba lástima despertarlo. Estuvo a punto de sacar su móvil y tomarle una foto, pero logró abstenerse. Decidió que lo mejor era hacer lo correcto.

Colocó su mano arriba del hombro derecho del hawaiano, sacudiéndolo un poco.

Mark...

Su voz se oía como a la lejanía desde la perspectiva del bello durmiente.

Mark, despierta.

Ugh.

¡Mark, vamos!

¿Quién era? ¿Era Jack? ¿Pero sí él...?

Abrió los ojos con rapidez. Se trataba de él realmente. Lo estaba mirando con una sonrisa en su rostro.

—D-Dios, perdóname Jack por recibirte de esta manera —se disculpó rápidamente el de pelo rojo, poniéndose de pie y tirando en el apuro su celular al suelo—. Mierda...

—No te preocupes, yo lo recojo —dijo Jack, agachándose y tendiéndole el objeto a su amigo.

—Gracias... —lo tomó entre sus manos, rozando con las del recién llegado. Cubrió los nervios del contacto accidental haciendo como que se "acomodaba el cabello" casualmente—. En serio, no pretendía que tuvieras que lidiar con todas tus maletas por tu cuenta.

—No hay problema. Entiendo que te hayas quedado tanto tiempo esperando mi llegada —al terminar lo dicho, le dio un fuerte abrazo, dejándolo en las nubes ante tal inesperado gesto—. ¡Me alegro de verte nuevamente!

— ¡Y-Yo también! —oh, Mark. Se estaba muriendo por dentro—. Hey, dime, ¿te trajo un taxi hasta aquí o qué? —cambió de tema para así hacer que lo suelte sin tanta brusquedad.

— ¡Sí! De hecho, hiciste que recuerde algo que debía decirte: ¡gracias por pagar parte del viaje!

— ¿Pagar parte... Del viaje? —repitió, sin entenderlo mucho.

—Sí, el señor me dijo que ya le habían pagado la mitad del servicio, así que supuse que habías sido tú...

—Oh, sí, sí, fui yo de hecho. Lo había olvidado por completo—rió—. No es nada.

En realidad, no sabía de qué demonios estaba hablando el irlandés. De todas maneras, le resto importancia al hecho.

Habían cosas más importantes que hacer.

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