Los repetidos bocinazos fuera les indicaron que era hora de irse.
— ¿Todo listo? —preguntó Mark mientras se ponía sus gafas de sol, a pesar de que afuera no hubiera tanta luz en sí. Era más una especie de camuflaje, aunque el pelo rojo llamativo no ayudaba mucho tampoco.
Jack, percatándose de aquel detalle, le puso una de sus gorras, y él hizo lo mismo, cubriendo aquellos mechones verdes.
—Gracias —le sonrió—. Vamos.
Ambos salieron al mismo tiempo, pero el hawaiano debió tardarse más por tener que cerrar la puerta con llave.
—Tú sube al coche. Ahora voy yo.
El irlandés asintió. Abrió una de las puertas traseras del taxi, entrando sin darle mucha importancia al conductor. Sin embargo, al oír un "hola" de su parte, se dio cuenta de que se trataba del mismo señor que lo había traído hasta la casa de Mark cuando llegó a Los Ángeles. Lo saludó con felicidad al recordar lo bueno que había sido el hombre al ayudarlo con sus maletas.
El dueño de casa finalmente también se subió al auto.
—Me alegro que hayas llamado al mismo taxista, Mark —dijo Jack, con cierta felicidad tras su cansancio visible.
El de pelo rojo no entendía a qué se refería. Nunca había visto a ese hombre, pero le siguió el juego.
—Oh, sí. Siempre lo llamo porque es de confianza —mintió, deseando que su rostro no lo evidencie—. ¿Cómo has estado? —le preguntó al desconocido.
—B-Bien. Gracias por preguntar —respondió el conductor, tampoco sabiendo si había visto o no alguna vez a ese pasajero.
Se creó un silencio incómodo que fue tan obvio que hasta el irlandés lo notó. De todas formas, lo dejó pasar en el momento, pero no fuera a dejarle dudas para después.
El viaje no fue muy extenso; aproximadamente solo unos veinte minutos. Al llegar, el hawaiano se encargó del pago. Los dos descendieron, y el taxi se retiró.
Por arriba de ellos, el cielo estaba nublado.
«Justo como en mi sueño» pensó Jack, viéndose obligado a apurar el paso para que el otro no viera el color en sus mejillas al recordarlo.
—Hey, espérame. No camines tan rápido —se quejó su acompañante, riendo—. Mira, allá está Félix con Marzia. Vamos, acerquémonos.
Tal y como dijo el que ahora llevaba gafas oscuras, se dirigieron al reencuentro. La muchacha, que aún no había tenido la oportunidad de saludar a Jack, lo hizo con mucha alegría.
— ¡Hace tanto que no nos veíamos! —exclamó ella.
—Fueron solo algunos meses, Marzia —dijo su novio, rodando los ojos.
—No importa, pareciera que fue hace una eternidad —respondió desafiante—. Además, ¿cómo está tu novia? No he hablado mucho con ella últimamente tampoco.
—E-Ella está bien —contestó. Mark lo observaba a través de los cristales negros, siendo el único que sabía la verdad tras esas palabras.
—Me alegro. ¡Mándale saludos de mi parte luego!
Tras la corta conversación, los cuatro partieron a recorrer el parque a pesar del frío. Sorprendentemente, había bastante gente presente de la que esperaban, pero gracias al "camuflaje" que llevaban —Félix también había optado por usar una gorra negra y gafas— pasaron desapercibidos...
Para la mayoría.
—Chicos, Marzia quiere ver unas atracciones por allá. Enseguida volvemos —mencionó el sueco.
Ambos ahora se encontraban completamente solos, exceptuando la compañía del otro. Esto se estaba tornando en un deja vú bastante extraño para Jack.
—Bueno, ¿qué quieres hacer? —interrogó el hawaiano, mirando a sus alrededores.
El estómago del peliverde rugía, pidiendo "comida, por favor". Qué conveniente.
—Quisiera primero comer algo, si estás de acuerdo.
—Por supuesto, lo estaba pensando también. Aquellos waffles no me llenaron para nada —se dio vuelta, tomando del brazo a su compañero—. Por allá hay puestos que venden lo que quieras, vamos.
Jack se dejó llevar, aunque no dejaba de mover su cabeza en todas direcciones con vergüenza. La gente, sin embargo, no parecía importarle mucho ni quiénes eran ni por qué justamente iban agarrados del brazo.
«Deja de ser tan paranoico, Sean».
Llegaron a los esperados puestos. El olor a deliciosa comida llego a las fosas nasales del muchacho, reavivando todo su organismo. El humo que despedían los stands era lo más hermoso que nunca vio en un día de invierno.
—Compra lo que quieras —Mark le dio algunos billetes. El otro, ya harto de no haber tenido que pagar ni una vez nada (ni siquiera en sus sueños), se lo negó completamente—. Bueno, como quieras. Yo estaré por allá —apuntó a un puesto que no sabía lo que vendía exactamente, pero tenía un cartel bastante llamativo.
Se separaron, cada uno por su lado.
En donde Jack quería comprar había un poco de fila, pero no le importaba esperar. Sacó su teléfono móvil del bolsillo para ver cómo iban las cosas por las redes sociales en sí.
Entre las notificaciones de sus cuentas, se encontraban varios mensajes de ella.
Decidió ignorarlos.
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⚫️Bet to love you⚫️ [Septiplier]
FanfictionUna apuesta concisa, hacía uno de los sentimientos más vulnerables del ser humano: el amor. De todas maneras, ya no había vuelta atrás. [Septiplier] [JacksepticeyexMarkiplier] [Fanfic] [Español/Spanish]