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Capítulo 32 [FINAL]

Era más que obvio que se quedarían dormidos tras la "acción", pero ambos luchaban fervientemente para evitarlo. Estaban hombro a hombro, mirando al techo iluminado solo por un velador, con las manos entrelazadas por debajo de las alborotadas sabanas. Jack giró su cabeza para observarlo, con una sonrisa enamorada en el rostro.

Quería decírselo. Debió desviar la vista nuevamente para aguantar las ganas.

— ¿Qué sucede? —ups, Mark lo había captado.

—N-Nada, solo... —tragó saliva— aún no puedo creerlo.

— ¿Creer qué cosa? —el hawaiano lo observaba con los ojos entrecerrados. Pronto caería rendido en los brazos de Morfeo a causa del cansancio de un largo día y del momento placentero dado previamente junto a su querido y único Jack.

—Creer que estemos así, juntos... El tiempo que pasamos separados me hizo pensar mucho y sobre cuánto te aprecio como para dejarte ir —dejo salir algunas risas súbitamente—. Supongo que habrá quedado bastante claro con todo lo que hice.

—Yo no puedo creer que me hayas perdonado por tal tonta apuesta —Mark ahora miraba a un punto inconcluso. Recordar su estupidez y cuánto podía llegar a afectarlo le daba rabia.

—Te perdone porque te amo, Mark —tomó el mentón del moreno, obligándolo a llevar la mirada a sus ojos claros—. No hay otra explicación —le dio un lento y prolongado beso para sellar sus palabras, sin dejarle margen de duda.

El semi-coreano aún tenía angustia por lo ocurrido, pero teniéndolo a él, la persona más especial en aquellos momentos y el que más necesitaba, barría ese feo sentimiento de su pecho.

Cuando sus labios finalmente se separaron, Jack se recostó sobre uno de sus hombros, dándole escalofríos con cada respiración que golpeaba en el cuello de Mark. Cerró sus ojos, cayendo finalmente a la par del lento sube y baja de su tórax y así, durmiéndose con una sonrisita en el rostro.

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No sabía ni qué hora era, pero su reloj biológico lo obligó a despertar en medio de la oscuridad. Vagamente palpó a su costado. Solo habían sábanas, ni una señal de Jack. Ni se molestó en buscar sus gafas; vaya a saber dios donde estaban. Recordar la situación que había vivido junto a él que llevó a dejarlo desnudo como se encontraba lo hacía sonreír tontamente.

Sin embargo, seguía preguntándose donde se podía encontrar aquel hombrecito. Posiblemente, también había tenido las mismas urgencias que él y se encontraría en ese instante en el baño.

De todas formas, sus dudas no duraron mucho más, puesto que la puerta se abrió dejando ver al de pelo verde cargando con dos tazas y solo en bóxers.

—Buenos... ¿Días? —saludó el hawaiano, refregándose los ojos. Realmente, estaba perdido en el tiempo.

—Podría decirse que sí, aunque son solo las cuatro de la mañana —respondió el irlandés con aquel tono cortés que lo caracterizaba tanto—. Preparé café, no sé si habré usado las tazas correctas... —se sentó al borde libre de la cama, a los pies de Mark. Le dio uno de los recipientes humeantes, el cual fue tomado con ambas manos por parte del otro—. Espero que no te moleste.

—No, está bien —aún en la oscuridad, pudo notar que se trataban de dos tazas que su madre le había regalado hace algún tiempo atrás. Le causó gracia notar que la suya recitaba "Hijo nº 1!" y la de Jack "Madre nº 1!", pero se guardó el chiste para sí mismo. Le dio un sorbo al líquido marrón, y el sabor lo sorprendió —. Wow, ¿este es el mismo café que siempre tengo? ¡Está más bueno de lo normal!