Monstruo

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Bajé del autobús con rapidez y comencé a caminar rápido, si Alice no quería convivir conmigo, mejor para mí.

Ya pasaron dos días desde que me lo dijo, y todo este tiempo la he estado ignorando. A ella y al mundo.

También habían pasado dos días desde la última vez que vi a Max.
Cuando le conté a mamá que no me sentía cómoda en la misma habitación que Alice me ayudó a cambiar mis cosas al ático, el cual en mi opinión es mucho más bonito y amplio que mi antigua habitación. Lo único malo es el olor. La humedad que emana.

Desde que Alice me dijo lo que opinaba, me he estado fijado más en el mundo, en la gente. Max tenía razón, en el autobús nos separaban por nuestro color, también en la escuela.

Pero antes eso no tenía nada de malo para mi. Mi universo giraba en regresar a casa para correr por el hermoso campo de amapolas que era el jardín de mamá, para después internarme en el bosque a cazar luciérnagas.

Pero todo cambia, todos cambiamos y creo que lo estoy haciendo justo ahora. Creo que en cierto modo Alice me hizo un favor.

-¡May!- gritó la susodicha.
No volteé. No lo merecía, no me merecía.

-¡Espera! - me dijo desesperada. Que la esperaran sus amigas blancas, porque yo tengo cosas más importantes que hacer que hablar con gente que no se siente cómoda conmigo. Llegué a casa y me encerré en mi habitación toda la tarde.

El mundo para mí ya no tenía ningún sentido. Era la misma rutina de siempre. Ir a la escuela, regresar, vivir. Cuando por fin oscureció algo cambió. María entró en mi habitación.

-¿María ?

- Alístate pequeña, tenemos que salir.

-¿Salir?

-Hoy aprenderás el por qué de todo lo que has pasado durante estos años.
*

Después de cambiarme con la ropa más oscura que encontré, María y yo nos internamos en el bosque. Cuando llegamos al terreno del viejo Mc Grumpy había algo distinto. El granero se iluminaba como si algo ardiera en su interior.

María me llevó a la parte trasera del granero, donde una escalera de madera que se elevaba hacia una ventana nos esperaba. María me indicó que subiera. Con trabajos subí y me adentré , cayendo sobre un buen montón de paja.

Cuando estaba adentro por fin pude ver que era lo que iluminaba: velas. Una sensación pesada me invadió.
No una, ni diez, si no miles de velas. Se encontraban al rededor de un especie de palo con un buen montón de paja alrededor. Miré a María con curiosidad, la cual musitó un -sígueme- para después alejarse.

La seguí hasta ocultarnos des tras de bloques comprimidos de paja.

-¿por qué me has traído aquí?

-Escucha pequeña, ¿puedes sentirlo?

-¿Sentir que?

-Están en el ambiente. Todas esas vidas.

-¿De qué me hablas? No te entiendo. - Justo en ese momento, varios hombres entraron al granero con un saco. Sin embargo, dentro del saco algo se movía.

Algo intentaba salir.

Los hombres abrieron bruscamente el saco, dejando ver lo que contenía: una persona.

Era una mujer, tenía mordaza en la boca y las lágrimas inundaban sus ojos. La llevaron hasta el palo de madera y la amarraron al mismo.

-María, debemos ayudarla, van a hacerle daño.- María parecía absorta en sus pensamientos.

- Es una de las 30. - Dijo para sí misma.

- María, tengo miedo.

-Silencio pequeña. - me dijo firme. Me sentía aterrada, podía sentir cada latido de mi corazón.

Los hombres se alejaron de la muchacha hasta salir de el lugar donde estaba la paja acumulada.
Se miraron entre sí y asintieron. Un hombre tomó una de las velas y la dejo sobre la paja. El fuego no tardó en esparcirse.

-Es hora de irse May.

- Ma..Ma..María ¿Qué es esto?

- La realidad May, esta es tu realidad.
*
Después de la escena horrible de esa noche, al día siguiente la imagen se repitió en mi cabeza todo el
día.

Caminaba a casa después de la escuela cuando alguien me tomó del hombro.

Alice.

-May, necesitamos hablar. - aparté mi hombro rápidamente.

-¡Déjame! - le dije asqueada.

-Siento lo que dije May,  serio.

-¡No me toques! ¿Quieres sentir asco de mi? Bien. No te disculpes. Yo soy la que debería alejarme. Son monstruos, todos ustedes. 

- ¿De qué hablas?

-Sabes de lo que hablo. - Le dije enojada dándome la vuelta y caminando a casa.
*

-May, levántate.

-No otra vez María. No quiero volver a ver eso.

- Hoy será una lección distinta May.

-¿Lección?

- ¿Sabes lo que es la magia May?

-Ammm...

- Pues hoy pequeña, te enseñaré a usarla.

Debajo de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora