Huir para comer, robar para quedarse

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May

-¿Alice?- susurré impactada. Mi cerebro no lograba procesar toda la información recibida en los últimos segundos.

Alice estaba aquí.

Tardó algo de tiempo en pencontrar de dónde provenía mi voz, pero cuando me vio, un brillo surgió en sus ojos y corrió hasta mi con los brazos abiertos, enfundiéndome en un cálido abrazo.

-¡May!- sollozó mientras me abrazaba. Fruncí el ceño ante su olor corporal, que no era el mejor que se pudiese tener, y ahora que estábamos mas cerca podía percatarme de que su cabello estaba seco y desordenado.

Tenía un aspecto fatal, y muy, muy en el fondo, sentí lástima por ella.

Muy en el fondo.

-Hola Alice.

-No sabes lo felíz que estoy de verte. Todo esto ha sido, por Dios ha sido algo...difícil, sí muy difícil- hasta su piel había perdido brillo.

-Es toda una sopresa encontrarte por aquí- musité algo incómoda.

-¡Ya lo creo que lo es, iniciada! ¡¿Por qué no empezamos por preguntarle a esta extraña como ha llegado aquí?!- interrumpió Dipper sarcástico.

-Yo...bueno es que...

-¡Es una simple humana!- gritó una chica desde el fondo de la multitud. -¡Debe marcharse!

Todos comenzaron a asentir frenéticamente, concordando en algo: querían a Alice fuera.

"No pueden hecharla, no pueden hecharla"

-Por favor. Yo...estoy cansada. No causaré problemas. No sé como llegué aquí y por lo tanto tampoco se como volver. Solo sé que había una cueva, y...y...

-No. Ella no se marchará- las palabras que salieron de la boca de Dipper soprendieron a todos, incluyéndome.-Les recuerdo, a todas aquellas personas que llevaron la historia de este lugar, que difícilmente cualquier persona común puede ver puede ver o permanecer cerca de fuentes o espacios mágicos como estos, debe haber un medio...- guardó silencio unos segundos, mirando hacia el suelo.

De repente, como si hubiera comprendido algo, levantó la mirada. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, burlándose de algo que, probablemente ignóraramos.

-Como ya había dicho, no se marchará- proclamó. -Llévenla a un dormitorio. Asegúrense de darle agua y comida suficiente, y por amor a la madre tierra, que se dé un baño.

Alice parecía aliviada. Su rostro, maltratado pálido, se había contorsionado en una mueca parecida a una de alegría.

-Gracias, gracias , gracias...

-Yo la acompañaré -le dije a Dipper con seguridad. Era mi responsabilidad cuidar de Alice.

-No. Tu vendrás conmigo -pronunció indicándome con una seña que fuéramos al jardí.

Extrañada lo seguí hasta llegar  a una parte demasiado alejada como para que los demás pudieran oírnos .

El viento estaba demasiado agitado y las nubes se veían llenas de agua. Probablmente caería una tormenta.

-Tu hermana...-por fin habló mientras caminaba con una mano en la barbilla, pensativo.

-No puedes hecharla. No podría defenderse sola allá afuera- le imploré. Alice era muy débil. ¿Qué haría ante una isla llena de depredadores y tormentas, expuesta a los elementos naturales?

-¿Sabías que estaba aquí?  -me prguntó Dipper repentinamente.

-¿Qué?

-Tu hermana ¿sabías que estaba aquí?

Debajo de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora