CAPITULO XXXII BIENVENIDAS A LA VIDA

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El calor y el aroma a mar penetraban el espíritu, apenas un mosquito musitaba sonido por la habitación, Leonor no conseguía conciliar el sueño, además no le era fácil encontrar una posición  cómoda para dormir, a los siete meses de embarazo no imagino era tan difícil llevar una barriga con un bebé dentro, pero este sería tamaño gigante, ya que algunas veces la dejaba hasta sin respiración,  todo el viaje le había parecido hermoso, Diego la consentía demasiado,  tanto que prolongaron la luna de miel más de lo que debían, pero la hermosa isla de Cuba era cautivadora, su último destino antes de volver a casa dentro de una semana.  El reloj marcaba las tres de la madrugada, el calor era intenso, casi inaguantable,  Leonor se levantó para sorber un poco de agua fría, amaba estar con Diego pero su calor sumado al del ambiente la asfixiaban, tomó su vaso de agua, sonrió ante la figura de su ahora esposo sobre la cama plácidamente dormido, dio unos pasos suaves para llegar a la ventana y disfrutar del mar y su brisa salada. 

-          Diego!!!

-          Qué pasa? Qué tienes

-          Me comenzó un dolor terrible y estoy llena de agua de las piernas, qué me está pasando?

-          Leonor, llegó la hora, se te adelantó el parto

-          No, eso no, me falta tiempo, Diego tengo miedo, mi bebé

-          Tranquila, vamos a la cama, iré al hospital a buscar a un colega para que me asista, relájate, no van a nacer en este instante, faltan por lo menos dos horas, no me tardaré más de diez minutos en ir y volver, pero debes ser fuerte.

-          Estás seguro, y si me llevas al hospital, no quiero que pase algo

-          Tienes las fuerzas para caminar

-          Si, ayúdame a vestirme, y nos vamos

-          Claro

-          Soy el Doctor José Arriaga, atenderé a la señora,

-          mucho gusto, soy Diego Novales, el esposo de la paciente, y también soy médico, cómo está?

-          Estable, a pesar de ser joven, es muy fuerte, y creo que todo saldrá bastante bien,

-          Doctor Arriaga, disculpe, es hora, la paciente dará a luz

-          Vamos, quiere entrar a sala Doctor?

-          Si usted me lo permite

-          Con gusto, pase por favor

EL ALMA QUE ACOMPAÑA A LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora