LIII UNA PISTA VELADA

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Eran las once de la mañana, Allan y Zamora habían revisado la antigua oficina del Licenciado Izaguirre de piso a techo  pero no encontraron nada que pudiera dar algún pequeño indicio que les fuese útil para la investigación, media hora después se sentaron en un viejo sillón de cuero frustrados ante su fracaso.

-          El que lo hizo se cuidó muy bien de no dejar ninguna evidencia que pudiese incriminarlo, y así menos vamos a dar con el culpable, solamente tener suposiciones no nos sirve de nada

-          Es verdad Zamora, con la nota de que fue envenenado no vamos a ganar nada

-          No sé qué más podemos hacer, tenemos todo menos un culpable

-          Me siento frustrado

-          Yo también

-          Espere un segundo

Allan se levantó repentinamente del sillón y se dirigió a la canasta donde guardaban las cosas de cocina y que por alguna razón paso inadvertida durante todo este tiempo.

-          Vea Zamora, esto si es lo que necesitamos

-          Qué es

-          El café y la última taza que utilizó el Licenciado Izaguirre

-          Es imposible, como pasó esto así como que no existiera

-          Supongo nadie dio importancia porque se creyó era un infarto

-          Esto si será una prueba magnífica

-          Tenemos que llevarlo de inmediato al laboratorio para saber si existen rastros del mismo veneno que encontraron en el cuerpo

-          Bueno, ahora viene lo más difícil

-          Qué?

-          Si en esto aparecen esas evidencias solamente podrá significar algo

-          Que lo mató alguien muy cercano

-          Y ese solamente podía ser el joven que era su asistente, nadie más tenía acceso a esta parte de la oficina y a estas cosas

-          Bueno, pero ahora tenemos otro problema

-          El joven está muerto, y se llevó el secreto con su muerte, porque yo no creo haya sido iniciativa de él

-          Cree que hay alguien más involucrado

-          No tengo ninguna duda, el muchacho no tenía verdaderas razones para matarlo

-          Quién si?

-          Eso es lo que está muy difícil

-          Seguiríamos igual

-          No, porque yo sé quien puede ayudarnos con eso

-          Quién

-          La viuda de ese muchacho, estoy seguro que esa señora sabe algo, además hizo algo muy evidente el día del entierro de Guillermo

-          Qué hizo

-          Le tiró a la madre de doña Leonor, la esposa del Doctor Diego,

-          Ah si se quién es

-          Bueno le tiró a la señora una bolsa de terciopelo rojo con unas monedas, y le grito era su culpa, le dijo no se quedaría así porque ella la iba a hundir, o algo así no recuerdo pero me llama mucho la atención lo de las monedas

EL ALMA QUE ACOMPAÑA A LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora