CAPITULO LVI SE LEEN LAS CARTAS

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La tarde era particularmente tranquila en las calles, el clima era hasta cierto frío por la tormenta que había caído unas horas antes.  Leonor acompañada de su sirvienta patricia caminaban a paso lento de regreso a la hacienda, después de entrevistarse con el párroco cercano para los pormenores del bautizo de la pequeña Camila y Victoria.

-       Ahora más que nunca quiero bautizar a las niñas lo antes posible

-       Por qué señora?

-       No me gusta nada lo que está pasando en la casa, bueno o malo no me importa, pero no quiero cerca de mis hijas a seres extraños que yo no puedo ver, es algo que no quiero tolerar por nada del mundo.

-       No será que estaban jugando, son muy pequeñas,

-       No sé, pero dieron a entender que veían a su abuelo y ellas no conocen esa palabra porque no tienen una figura que la realice, además mira como estaba mi mamá eso no fue por nada

-       La señora no está bien de todas maneras

-       Lo sé, pero esto no me gusta, y quiero que sean ya bautizadas, estoy tratando de convencer a Diego de irnos una temporada

-       A dónde?

-       A donde sea, solamente que lejos de esta endemoniada hacienda, es todo lo que quiero.

-       Pero no puede irse para siempre,

-       Lo suficiente para mandar a mis hijas a un colegio lejos de aquí

-       No creo al señor le guste

-       Ya veré como me las arreglo para qué le guste la idea, mientras tanto quiero que sea temporal, ya yo sabré defenderme de sombras, pero mis hijas no crecerán con esas cosas que tanto me arruinaron la vida

-       No le gustaría ir de una vez con la adivina

-       Ah, es verdad, también salimos por eso, vamos ya mismo

-       Venga, es por esta calle

Después de unos diez minutos de caminata, llegaron a una vieja casa, hecha de madera, bastante dañada y muestra de que sus habitantes eran de muy escasos recursos. Su aspecto externo era verdaderamente aterrador.  Patricia llamó a la puerta con golpes fuertes, y acto seguido se escuchó el andar de pasos arrastrados en el interior de la vivienda. 

Una mujer vieja y jorobada salió del interior, su cabello era largo y muy canoso, con un ojo perdido y el otro en color marrón, sonriendo de forma casi malvada.

-       En que puedo ayudarlas señoras

EL ALMA QUE ACOMPAÑA A LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora