CAPITULO L ENTRE LA REALIDAD Y LA LOCURA

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-                     El viento suena extraño, trae un murmullo que hace muchos años no podría escuchar, por las noches siento el más penetrante frío, ese que te llega hasta los mismos huesos y no te deja sosiego, mi corazón late fuerte en las madrugas, y nuevamente siento presencias en mi dormitorio.  Ya no sé dónde me encuentro, la casa es totalmente distinta a la que yo conocí hace décadas atrás,  sin embargo la tierra es la misma, una tierra que por sus entrañas estila sangre viva de los que aquí han perecido, un torrente que de clamores ahogados que llega hasta la orilla de la quebrada donde yace el dolor de una traición infundada y muerta.  No he podido conciliar el sueño nuevamente, y entre las luces de la luna puedo ver como sombras horribles se escabullen dentro de mi habitación, algunas parecen ser rostros conocidos que me miran con una risa burlona como diciéndome estamos aquí desde siempre,  otras son macabras y llenas de odio con facciones de venganza,  y una que jamás muestra su rostro.  Lo más seguro es que estoy perdiendo la poca cordura que en mi vida he tenido, me siento sola, llena de pánico, no soy capaz de mover mis pies al resto de la casa por miedo a ser atrapada, solamente en mi lecho me siento segura, extraño tener una vida, ser una humana normal, no no no, esto no es mi culpa, es culpa de esa mala mujer que maldijo a mi madre y a mí antes de nacer, no soy mala, no soy mala, no soy mala, veo mis manos están manchadas de sangre muy roja que corre hasta mis brazos, trato de limpiarla pero no se quita, tengo miedo, siento que algo malo va a pasar.  Entre lo más profundo de mis sollozos aparece otra figura en la venta, si es él, la sonrisa el único hombre que he amado, pero con los ojos tristes, no me puede perdonar, me odia, me odia, no, esto no está pasando, es mi imaginación, es culpa de mi mente, me habla algunas veces y me dice – Minerva no tengas miedo, todo esto está por terminar y pronto podremos ser felices en un lugar donde no existe la muerte, el mal, o el tiempo, aguanta un poco más, pronto todos en esta tierra vamos a descansar. – No sé qué quiere decir con eso, pero me agrada, ya no puedo más con tantas mentiras, miedos y sombras rondándome, necesito descansar.

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Era lunes muy temprano,  la mañana estaba soleada y llena de vida, un hermoso día de mayo, Allan caminaba a paso veloz por todo el hermoso parque de la plaza central, olía a flores frescas, miles de azaleas frescas llenaban de vida aquel recinto, los pájaros cantaban pidiendo agua de la pronta llegada del invierno y las abejas corrían presurosas llevando polen de flor en flor.   El reloj que le colgaba de una cadena plateada marcaba las ocho de la mañana, mientras que el gran reloj de la torre decía ocho con diez minutos. – Diablos ese reloj siempre me traiciona, será mejor me dé prisa- pensó mientras aceleraba sus pasos por toda la avenida del Carmen para llegar a su despacho.  

-          Buen día Sandrita

-          Buen día Licenciado

-          Qué tal su fin de semana?

-          Pues lleno de trabajo, que le puedo decir, qué tenemos para hoy?

-          A las nueve el matrimonio de los García, todo está preparado, a las once la audiencia en el Juzgado por ese caso del muchacho que mató a su padrastro, en la mesa le dejé todos los documentos necesarios en una carpeta, después de almuerzo tiene una reunión con la sociedad de cafetaleros, también ya le tengo el expediente preparado

EL ALMA QUE ACOMPAÑA A LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora