Pese a que fuera un "todo vale", Vince tuvo que salir frente al público a denegar el acceso a Charlotte a tener aquel cinturón. Las asombrosas irregularidades en las que la rubia consiguió hacerse con él desató la confusión y lo que era más increíble: el apoyo del público. Suponía un rango superior, dedicado y accesible tan sólo a campeones masculinos. El fallo de todo esto, era que sonaba frío y machista y las redes estallaron en cólera pidiendo la devolución del premio a su justa ganadora. Haciendo referencia a Chyna (única campeona femenina del Campeonato Intercontinental), pidieron a voces que el cinturón adornara la cintura de Flair. La presión mediática era demasiado fuerte como para ignorarla, por lo cual la petición no se tardó en hacer realidad. A McMahon no le hizo especial gracia tener que retractarse y entregar en mano el cinturón de los Estados Unidos a la familia de jugadores sucios, sin embargo, pareció contentarse con los vítores del público.
De repente, volvía a ser querida. De repente, aplausos. De repente ¿cambió a face? ¿Ahora era tweener? ¿Era heel todavía? ¿Cómo saberlo? Sus logros eran demasiado como para encasillarla, había robado literalmente el premio a Rusev y después a AJ. El búlgaro no cabía en sí de su vergüenza.
Las consecuencias de este cambio eran demasiado significativas como para ignorarlas. Por ejemplo, ¿qué pasaría con Rusev y con todos los que ostentaban a ese título? ¿Ya no podían luchar por él? ¿O debían luchar contra Charlotte? Las capacidades físicas de una mujer podían ser muy buenas, pero el método luchístico de los varones siempre iba a ser más bruto y con una fuerza superior. ¿Debían permitir las peleas mixtas individuales? Y si lo hacían finalmente, ante la clara ventaja del hombre, ¿tendrían que añadir algún objeto o alguna regla especial que equilibrase la balanza? Era muy difícil. Vince, Triple H, Stephanie y toda la junta directiva se partían los sesos por mantener bajo control la situación pero estaban presionados por las especulaciones y no sabían cómo hacerlo. El título no podía conseguirse por parejas, aunque éstas fueran mixtas. Y dos mujeres contra un hombre cruzaba la línea y dejaba al hombre en desventaja, por lo cual nunca había equilibrio. ¿Qué hacer?
Despacho de Vince
Charlotte golpeó la puerta. Abrió sin esperar respuesta, asomando lentamente la cara por la rendija.
Vince: Adelante, Charlotte. Estoy solo. ¿Algún problema?
Charlotte: Sé que estás debatiendo qué hacer. ¿Podría ayudar? —Vince torció una sonrisa amable. Raro era verla en sus fauces. La hizo pasar con un gesto de la mano y cerró él mismo la puerta. Mientras se volvía a encaminar al escritorio la observó de arriba abajo: no le extrañaba que la mitad de los luchadores perdieran baba por semejante cuerpo. Por todos era sabido que Vince era un mirón.
Vince: Y bien, bonita, ¿se te ocurrió algo?
Charlotte dejó su bolso sobre una de las sillas, pero no se sentó. Ladeó ligeramente la cabeza, presionando los labios.
Charlotte: No... al menos, nada justo.
Vince: ¿Sabías que dejaste de ser la jugadora sucia del juego? Ahora el público te adora. Contamos con esa garantía.
Charlotte: Nunca dejaré de ser sucia en este juego —dijo, poniendo énfasis en la palabra clave. La parte pervertida de Vince se imaginó otro tipo de suciedades.
Vince: Mira, has caído justo del cielo. Lo cierto es que no has podido venir en mejor momento. En realidad yo ya tengo la solución en mi cabeza. ¿Por qué no te sientas?
Sin contestar, la rubia separó la silla y se dejó caer en ésta, cruzándose de piernas. Le miraba como si lo que tuviera que decirle fuera la solución a la guerra mundial. Era lo que ocurría cuando la situación la tenía como protagonista.
Vince: Si tan sucia eres jugando, tanto como yo pienso que eres, podríamos tener una solución. Pero hay que tenerlo muy claro, tú tienes que tenerlo muy claro.
Charlotte: Estoy dispuesta a todo. No tengas miedo de contármelo.
Vince: ¿A todo, todo...? —interrogó con un tono agudo, tratando de provocar duda.
Charlotte: A todo —dijo sin más.
Vince: Bien. Porque se trata de una nutrición nueva que llevaba tiempo reservándome para hombres del porte de Roman Reigns. Quiero decir, una dieta para hombres que se encasillan bajo los pesos pesados —extrajo de su cajón una ficha con todos los datos corporales y médicos de la estadounidense. Charlotte frunció ligeramente el ceño al ver todo aquel papeleo con su ficha y su foto— tu categoría de peso olímpica es...
Charlotte: Wélter —se apresuró a contestar, volviendo la azulada mirada a él.
Vince: Wélter —sonrió— eso es. Entre mujeres es una categoría similar a la de los pesos pesados de hombres. Así que la dieta puede funcionar, pero la iré mirando con otros entrenadores para solventar algunas... cosillas.
Charlotte: Lo siento, Vince —negó con la cabeza, parpadeando varias veces— no sé a dónde quieres ir a parar.
Vince: Hace ya tiempo tuve problemas por repartir esteroides entre mis mejores luchadores para que no decayesen el ritmo. Te propongo lo mismo, pero con un contrato tuyo y mío que nos prohíbe hablar a los dos. De puertas para afuera nadie tiene por qué saberlo. Esto te hará ganar peso, masa muscular, fuerza, resistencia, motivación y hasta felicidad. Y probablemente ganes contra Rusev.
Charlotte se mantuvo en silencio algunos segundos, mirándolo fijamente. Después de un instante, se movió incómoda en la silla.
Vince: O podemos dejarlo pasar, y que Rusev te lo quite limpiamente.
La chica alzó unos centímetros su rostro, mirando por encima el nombre de los medicamentos fortísimos que debía engullir. Se sorprendió para sus adentros: eran más de dos tipos distintos de esteroides, y uno de ellos lo conocía bien. Podían convertirse en adicción rápidamente. Al mirar de nuevo a Vince, apretó más aún los labios.
Charlotte: Ese es muy fuerte... no estoy segura si es lo adecuado.
Vince: Te mandaré la dieta completa cuando esté lista y supervisada por mis entrenadores. No tengas miedo, Charlotte, nada malo va a pasarte. Solo que tendrás más fuerza que la mitad de hombres de esta compañía, tienes el perfil para ello. ¿No te parece increíble? Ninguna mujer podría arrebatarte nunca el título. ¿No es el juego más sucio y perfecto que podías hacer? —curvó la sonrisa más maléfica que Charlotte había visto en su vida. Se mantuvo callada, de nuevo, aquello sacaba de quicio siempre a todo el mundo, pero es que necesitaba pensarlo bien. Era tentador, muy tentador... se trataba de hacerlo o perder el título más increíble que una mujer podía tener ahí.
Charlotte: Deja... que lo piense. Mándame la dieta y tendrás noticias rápidas.
Vince: Bien, estupendo —se apretaron la mano y ambos se levantaron de sus asientos. Charlotte sentía una acumulación de nervios en la barriga, pero no exteriorizó nada. Al abrir el picaporte, el gran jefe la llamó nuevamente.
Vince: Escucha, Charlotte. Nadie puede enterarse, te lo repito. Es cosa nuestra. Te haré firmar un papel.
Charlotte: Tranquilo, seré discreta —empezaba a poner nombre a la auténtica sensación que tenía; era rabia— y también seré discreta con el hecho de que tus consejos deportivos contengan esa carga de esteroides.
¿Eso era una amenaza? La conversación rezumaba ilegalidad, la misma yacente en los escritos personales que Vince le había mostrado.
Pero ambos sabían a lo que se enfrentaban, ni ella estaba obligada ni él la había defraudado, sólo buscaba una solución polémica y que generara audiencia.
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Problemáticos ( I )
FanfictionProblemáticos (...y fenomenales) confirma una verdad con la que WWE juega constantemente: el engaño al espectador. Tanto Charlotte como AJ Styles son los nuevos preferidos de la junta directiva y con un sólido sector de fanáticos vitoreando sus nomb...