La fatídica noticia

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Despacho de Vince


Triple H: Bueno, era de esperar que Flair te pusiera una denuncia. Era muy arriesgado.

Vince: No irá más allá. Si Charlotte me lleva a juicio tendrán que tener en cuenta que aceptó el contrato.

Triple H: Sí, pero la reputación de la empresa nunca volverá a ser la misma.

Stephanie: Yo voto por despedirla.

Vince: Ya empezamos... Steph, espera fuera, por favor.

Al salir, Charlotte apareció al otro lado. Steph puso una cara larga y salió por el pasillo.

Charlotte: ¿Se puede pasar?

Vince: Por supuesto. Pasa, Charlotte.

Charlotte: Siento lo ocurrido, ya sabes cómo es mi padre... si tocas su legado tocas su fibra.

Vince: Tranquila, no pasa nada. Pero hemos estado hablando y lo conveniente sería que retirase la denuncia para que no se haga más eco del tema. Te eximiré de tu contrato.

Charlotte: Hablaré con él y se calmará.

Triple H: ¿Cómo han salido tus pruebas?

Charlotte: Bueno... me han cortado el grifo. Mi foto está en la lista negra de algunos "estancos" temporalmente, hasta que se me pase el mono.

Vince: Lamento que todo esto haya llegado hasta este punto. La compañía se hará cargo de tu supervisión.

Triple H: Tienes algunos días libres... ¿estarás bien?

Charlotte: Sí, creo que sí. Necesito despejarme de todo. Creo que cuando me dijeron que estaba propiciando mi esterilidad cambié el chip.

Triple H: ¿Ha salido afectado algún órgano más?

Charlotte: No, he parado a tiempo. Lo peor es... resistirse a las ganas —suspiró, cerrando los ojos— pero es lo que hay. He sido irresponsable con el consumo.

Vince: Bien. Nos vemos pronto, entonces. Campeona.

Charlotte sonrió y dio la mano a ambos. Parecía otra. Tenía ojeras y había ido sin maquillar, pero su cara parecía más natural y su voz se quebraba menos, ya no era tan profunda. Poco a poco sus brazos volvían a estilizarse.


Oficina médica


Habían pasado tres meses desde que Charlotte había sufrido el desmayo. Como el flujo de esteroides se cortó de cuajo en su organismo, le costó bastante recuperarse psicológicamente y su autonomía se veía muchas veces quebrantada, la mente no paraba de pedírselo. Al cumplirse los 90 días alejada de la droga el cerebro pareció cambiar. Su pelo volvía a brillar, la piel volvía a ser suave, el vello dejó de crecer con la velocidad de antes. Por supuesto, su voz se afeminó y los músculos se deshincharon por completo. Perdió fuerza y mucha resistencia, la vuelta al gimnasio sería como volver a empezar. Pero psicológicamente se notaba estable.

Ginecóloga: Bueno... ya tengo tus resultados. Tengo que decirte que has dado una mejoría increíble. ¿Tu ciclo menstrual vuelve a ser el mismo?

Charlotte: Sigue un poco disparado... pero bueno, menos que antes.

Ginecóloga: Bien, vístete —dijo quitándose los guantes y sentándose en su silla— mira, según estos informes...

Charlotte se vistió rápidamente y se fue girando a su doctora, algo asustada.

Ginecóloga: Bueno, era lo que querías, ¿no? —dijo curvando una sonrisa— felicidades, Charlotte, estás embarazada.

La luchadora se quedó quieta en el sitio, dejando fija la mirada sobre los papeles.

Charlotte: No puede ser... hace nada estuve desangrándome, en mi última regla. No manchaba así desde la adolescencia.

Ginecóloga: Claro, ¿y qué esperabas? Los periodos menstruales son muy delicados, cualquier perturbación en la alimentación o en la medicación va a alterarla. Y tu consumo de esteroides ha descuadrado el reloj de tu cuerpo por completo. No temas, no significa nada. Muchas mujeres siguen sangrando los primeros meses.

Cerró los ojos, tratando de encajar la noticia. Estaba tan impresionada que ni siquiera sabía si la hacía feliz o... la hacía tener miedo. Siempre había querido tener una familia, pero nunca tenía tiempo. Sabía perfectamente que el hijo que llevaba dentro era de Styles, había estado los tres últimos meses con él. "Claro... dejaste las anticonceptivas en cuanto empezaste con los anabólicos", se recordó a sí misma. Se llevó una mano a la frente, mirando el suelo.

Ginecóloga: Vamos, Charlotte, date un respiro. Esta noticia tiene que hacerte feliz. Sabes que aparte de médica soy tu consejera. ¿Es que acaso algo va mal?

Charlotte: No... bueno, no sé... es que no quiero ni pensar cómo puede reaccionar el padre.

Ginecóloga: ¿Es tu pareja estable? ¿Os conocéis de mucho?

Charlotte: Es AJ —dijo, volviendo sus cristalinos ojos hacia la mujer— lo único estable que hay entre nosotros es el sexo.

Ginecóloga: Entiendo... deberías decírselo cuanto antes.

Charlotte: Va a matarme... —deslizó la palma de la mano hasta su rostro, tapándose la boca. Negó con la cabeza— ¿de cuánto estoy?

Ginecóloga: Estás de un mes y medio, aproximadamente.

Charlotte: No he sufrido ningún síntoma.

Ginecóloga: No todas los sufren. Quizá seas de esas, o quizá los sufras más adelante. Todos los cuerpos son diferentes.

La luchadora volvió a resoplar y salió del clínico, conduciendo hasta su casa. ¿Qué haría ahora?

 ¿Qué haría ahora?

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