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—hola, hermosa

—hola, chico de ojos lindos. — lo escuché reír

— ¿ya has salido de la uni?

—no, aún voy de camino a mi última clase.— tanto Eloísa como Ignacio habían tratado de convencerme de ya no ir a la universidad, al estar en los últimos días de mi embarazo. Pero al yo aún sentirme bien como para caminar eh ir de una clase a otra, decidí continuar viniendo. Entre menos clases me perdiera, mejor.

—que lastima, yo ya eh salido.

— ¿tienes planes para esta tarde?

—de hecho para eso te llamaba. Mi mamá a quería hacer una fiesta a mi abuela, solo la familia.

—Oh— trate que la desilusión no se notara —le das un fuerte abrazo y beso a la señora Luna de mi parte. Más tarde compraré un obsequio y otro día se lo llevo.

—tranquila, bonita. Que te eh llamado para preguntarte si tienes mucha tarea o puedo pasar por ti para ir a la cena.

— ¡Oh!— me reí nerviosa, aliviada —no tengo, recuerda que hoy es mi último día y ya eh entregado todos los pendientes.

— ¿entonces pasó por ti a las 17:30?

—por supuesto, te esperaré.

—te quiero

—Te quiero— corte la llamada y metí mi teléfono celular al bolsillo del pantalón. Mi salón quedaba ya cercas, la hora de entraba estaba a poco y yo no podía correr.

— ¡¿pero qué haces aún aquí afuera?!

— ¡Ah!— me paré en seco, sintiendo mi corazón en la garganta — ¡¿pero qué te sucede?! ¡Me has sacado un susto de muerte!

—Lo lamento— logró desviar después de un rato de estarse carcajeando y burlando de mí; yo continué con mi caminata. Perdón, que no quiero matarte menos embarazada. Serían dos vidas en mi conciencia. — me reí y le golpeé en el hombro.

— ¿Porque vas tú tarde a la clase?— dije remarcado el "tú".

—Tuve que ir hacer pipí. — me reí

—eso que no estás embarazada. Si supieras cuantas veces nosotras tenemos que ir al baño. Con decirte que ya tengo el trasero todo plano— bromee.

— ¿oye y...? ¿Era Ignacio con quien conversabas por el teléfono?

—sí, era el— ella nunca me preguntaba cosas tratando de meterse en mi vida, jamás. — ¿porque?

—es que... no sé si decírtelo — se removió inquieta, revolviendo las manos una y otra vez.

— ¿qué es lo que sucede?

— ¿sabes quién es Aurora?

— ¿Aurora? No sé quién es pero tú me lo dirás. — me miro como sufriendo, muy acongojada.

—es que me eh enterado... pero por favor, no te lo voy a decir para perjudicarte, solo creo que necesitas saberlo. Si a mí me sucediera algo similar yo quisiera que alguien me lo hiciera saber.

—Yissel, está bien, no me enfadaré contigo. Solo dime lo que sucede.

—esa chica, Aurora e Ignacio están comprometido.

— ¿Qué?— me reí, incrédula, sin parar mi caminata — ¿pero de dónde has sacado eso?

—yo... ella misma me lo ha dicho, incluso me que mostró su anillo de compromiso.— me detuve un momento, fuera de la clase al mirar que el profesor no llegaba y me paré encarándola, sin poder evitar reírme.

—tal vez es alguna loca obsesionada con él. Yo le conozco, él jamás sería capaz de hacer algo como eso.

— ¡la misma chica me lo dijo! Yo fui a la casa de la mamá de Ignacio porque me había tenido que quedar con el perro, había sido una emergencia que le había salido a Ignacio y me pidió que lo cuidara. Pero después llego mi hermana con mis sobrinos y unos es alérgico a los perro, tuve que ir a llevárselo a con sus mamá. Ahí me la encontré, yo iba saliendo y ella iba entrando. Ni siquiera toco al entrar, hasta llaves tenía.

—bien, Yissel, te creo. Sin embargo, yo confío plenamente en él. Como te dije, tal vez sea una loca obsesionada con él y se si río celosa al saber tu motivo de visita, tal vez se sintió amenazada. — Le palmee el hombre y le sobre agradecida —gracias. Ahora será mejor que entremos porque el profesor ya viene por el pasillo.

Nos sentamos una al lado de la otra, donde siempre nos sentábamos y gracias a eso nos habíamos conocido. La clase así como comenzó, terminó, sin hacer casi nada. El profesor no le importaba nada más que darnos algún trabajo para estar en silencio y que el recibiera su cheque.

En la hora de salida tuve que pediré a Yissel que me llevase a casa pues Eloísa me había llamado esta mañana diciéndome que no podría venir por mí a la hora de siempre, tenía muchos clientes y no podría tomarse u descanso libre.

Llegue a la casa, prepare algo de comida y justo iba a comenzar a comer cuando Eloísa llegó.

Se le veía tan cansada, incluso tenía todo el cabello alborotado, su ropa estaba desalineado y el maquillaje un poco recorrido.

— ¿qué te ha sucedido?

—Hubo un accidente grande, comenzó a caer agua nieve y yo me caí en la acera. — suspiró, se frotó el rostro y callo rendida sobre el la silla a lado de la mía. —fue un día largo

Le di enseguida mi plato y me paré para servirme uno y comer juntas.

—lamento escuchar eso. Ahora solo come y después a descansar.

Aurora. Ese nombre me vino a la mente. El resto de la tarde me había mantenido inquieta y distraída. Sabía que no era cierto pero tenía la curiosidad de saber quién era esa chica y porque inventaba semejante cosa.

Sin embargo, Eloísa estaba ahora muy agotada y no quería cansarla más con mis preguntas.

Comino en silencio y después levante los plato y comencé a lavarlos. Apenas había comenzado y ya tenía toda la punta de la barriga mojada. Suspire, cansada. Siempre me sucedía lo mismo.

— ¿cómo estuvo tu día?

—bien, se ha pasado muy rápido. Ignacio me llamo cuando iba de camino al último periodo; su abuela cumple años y le harán una cena familiar.

—me alegro ¿a qué horas vendrá por ti?

—17:30

— ¿ya le has comprado un obsequio?

—no, no sé qué comprar

—Me lo sospechaba— la escuché murmurar, con una pequeña sonrisa iluminándole el rostro. —a la señora le encantan las joyas, sobre todo las cadenas de oro.

—Perfecto— me seque las manos, caminé hasta ella y bese su mejilla —no sé qué haría sin ti. — se levantó de su silla y comenzó a caminar hacia la salida, arrastrando los pies. Eso era señal de que realmente estaba cansada. — ¿Eloísa...?

— ¿Si?

— ¿Sabes quién es Aurora?— se giró y me miro ceñuda, meditando. —es amiga de Ignacio

— ¡oh! ¡Aurora! Sí, claro que se quién es. Ella e Ignacio se conocen desde que estaban de pañales pero apenas hace unos dos años ha regresado. — asentí distraída; eso no quería decir nada. — ¿porque?

—Yissel llegó diciendo que esa chica e Ignacio estaban comprometidos, que incluso la chica le mostró el anillo de compromiso. — Eloísa rio con humor, de la misma forma que yo lo había hecho.

— ¿no estarás dudando enserio?

— ¡no, claro que no! Simplemente que tenía dudas de quien sería esa chica y porque estaría inventando esas cosas.

—pues esa chica siempre se miró que estaba enamorada de él, ya sabes cómo pueden llegar a actuar las mujeres enamoradas. — camino hacia mí y me tomo de los hombros, haciéndome caminar fuera de la cocina. —tu sabes que él es de las personas más honestas y, que el té ama. El más que palabras, te lo ha demostrado con hechos.

—lo sé, gracias. Te quiero. 

DesnudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora