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Suspire pasando los dedos por su cabello. Se sentía tan bien estar de nuevo a su lado, poder acariciarle y sentirle a mi lado.

—Estoy embarazada— reí cuando relincho moviendo la cabeza y después dejo la trompa sobre mi vientre. —pero claro que lo sabes, ya te lo había dicho.

Cepille su pelo con más lentitud, no queriendo terminar.

—por eso ya no eh venido a dormir contigo. Siento que tal vez voy a lastimar a mi bebe. Sin embargo, ayer fui a la cita con el doctor. Le pregunte sobre dormir aquí contigo y dijo: "siempre y cuando el caballo no te lastime". — imite voz de hombre y el caballo volvió a relinchar —lo, se, lo sé, perdóname por semejante pregunta. Sé que tú nunca harías alguna cosa similar—

Deje el cepillo a un lado y comencé a hacer trenzas en su largo pelo negro como la noche. Él lo amaba y yo amaba peinarle.

—el muchacho de ojos bonitos... perdón, se llama Ignacio, es el papá del bebé, él es...— Max relincho muy fuerte, haciéndome reír. —no te pongas celoso, tu siempre serás el dueño de mi corazón. — suspire y recargue mi frente sobre su cuerpo.

Estaba toda tan confundida. Era tan atentó y educado y se preocupaba tanto por mí y por el bebé. Dios, era tan difícil no caer rendida a sus pies. Eso sin añadir sus ojos y sonrisa.

— ¿sabes? Ayer, después de que salimos de la consulta, quiso llevarme a por un helado. Sabes que no me gusta el helado pero aun así lo aprecie mucho. Que alguien en este tiempo haga eso es algo grande. — sonreí, no pude evitarlo. —Además, más tarde vendrá por mí porque dijo que quería llevarme a un lugar, solo que no me quiso decir a donde. — suspire mientras rodeaba su cuerpo; mis ojos se empañaron — ¿Qué crees que opinarían mis padres? Estoy segura que les gustaría, aunque claro que preferirían a alguien cristiano pero... ya ni siquiera yo lo soy. —

—deja ya de hablar con el caballo, Ignacio ya vino por ti.

— ¿Ignacio? ¿Pues qué horas son?

—las 16:00

— ¡es tan tarde! Se me pasaron las horas volando. — deshice las trenzas que le había hecho y limpie la paca que podía tener sobre mí. —dile por favor que me espere un poco. Tengo que tomar una ducha rápido y cambiarme. ¡Dile que lo lamento!

Me di una ducha tiempo récord y sujete mi melena n una trenza. No tenía ni idea lo que haríamos así que simplemente me vestí con jeans, blusa, y botas. Solo que era tan difícil y tardado ponerme las botas que mientras caminaba por el pasillo hacia la sala, iba haciendo maniobras para ponérmelas.

— ¡Hola! ¡Ya estoy lista!— suspire agotada, y le mire sonriente —lo lamento, chico que ojos lindos pero es que se me paso el tiempo volando a lado de Max. Lo lamento mucho. — de repente, sin saber porque y tomando de sorpresa, dejo de sonreír.

—no te preocupes.

— ¡¿Eloísa?! ¡Ya nos vamos!

— ¡está bien! ¡Que les vaya bien!— grito Eloísa de regreso desde la cocina, donde seguramente estaba ocupada preparando los postres que tanto le encantaba preparar.

Salimos de la casa y caminamos hacia el vehículo; Ignacio parecía distraído, mirando por todo el alrededor.

— ¿Y a donde me llevaras?—pregunte ansiosa, mientras me subía al vehículo.

—ya verás. No es algo grande ni muy importante pero sé, te gustara.

—bueno. — le sonreí y me quede satisfecha, aunque aún más curiosa.

Encendí la radio y dejé en la única estación que funcionaba por esas áreas. Subí un poco el volumen cuando la canción de Romeo Santos "Propuesta Indecente". Tararee la canción sin quererla cantar muy fuerte para dejar oír la canción por sobre mi voz y no arruinarla, pero en mitad de la canción Ignacio estiro el brazo y le bajo un poco a la música.

DesnudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora