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Mire a mi hermana de reojo, nerviosa y sin saber que decirle. Pude sentir su mirada sobre mí y después escuché un pequeño bufido.

—lo lamento ¿vale? Me moleste mucho. Sé que no debí haber reaccionado así pero es que... ¿Qué paso con todo lo que nuestros padres nos inculcaron?— me miro a los ojos, dolida y susurrando continuo. — ¿Dónde quedo tu temor hacia Dios?

No pude responder, solo incline la cabeza; no podía decirle que lo había hecho para herir a Dios. Era absurdo. Además, ella dirá que él no tiene la culpa. No quiero oír eso, no me interesa.

—bien, te apoyaré en todo. Terminaras tus estudios, pagarás la guardería del bebé y yo los recibos de la casa mientras se soluciona eso de la herencia. 

Le mire asombrada, feliz, sintiéndome restaurada.

Me levante de la silla, rodeé la mesa y la abrace ¿Cómo no hacerlo? Era la mejor hermana.

—lo lamento. Lo lamento mucho.

— mí no tienes que pedirme perdón, tu sabes muy bien con quien es con quien debes disculparte. — le ignore; por supuesto que lo sabía pero jamás lo haría.

—seguiré trabajando y estudiando arduamente para sacar adelante a este bebé, lo prometo.

—bien, bien, pero... ¿y el papá? ¿El papá qué? Él también tiene el derecho a hacerse responsable— trague saliva.

—fui a buscarlo pero...

—no me digas que no se quiere hacer responsable porque si no...

—No, tranquila, no es eso— la mire sonriendo, solo ella podría pasársele lo enfadada enseguida y continuar preocupándose por mí. —No lo encontré, no había nadie en su departamento.

— ¿no había nadie o no quiso abrirte?

—no había nadie. Una vecina me dijo que había salido unos días antes y aun no regresaba.

—vale pero tendrás su número ¿no?— solo negué, ella volvió a bufar.

—Me llamó pero tú sabes que yo elimino el historial cada semana.-

—Y no lo tenías registrado... porque no es tu novio— supuso; yo no pude mirarle al rostro

—no

—Solo fue un encuentro casual- supuso de nuevo, precavida.

—si

—Dios Santo— escuche que contuvo el aliento, incrédula. —bien ¿y ahora? Tendrás que volver a ir—

—no, le deje un recado con la vecina para que se comunicara conmigo.

— ¿y si elimino tu número? Digo, estoy segura que no seguiste en contacto con el después que te hablo porque eliminaste su número. — bufé

—Le deje mi número a la señora, que también pensé en ello. — asintió y continuo comiendo su manzana.

— ¿ya arreglaste tu coche u ocupa que te de un aventón a la universidad?

—ya lo han arreglado; por cierto ¿qué horas son?

—las 9:15

— ¡maldición! ¡En quince minutos entro a la primera clase!— salí corriendo de la cocina y fui a mi habitación por la mochila, cogí las llaves y regrese corriendo hasta la sala.

— ¡sabes que no me gusta ese lenguaje, Ágata!

— ¡Eloísa! ¡No salgas con esas mamadas!— le escuché bufar antes de cerrarla puerta de un portazo. Baje las gradas corriendo y me metí al coche. No tendría tiempo para calentarlo.

8 minutos después llegue a la escuela, estacione el coche y corrí hasta estar en el edificio donde se encontraba mi clase.

Maldición, el profesor ya iba de camino hacia la clase.

Ese profesor era bien perro y ponía falta incluso si solo llegábamos un minuto tarde. Era el peor en toda la universidad. De hecho era el único, a ningún otro profesor le importaba nada de lo que hiciéramos.

Trate de correr más rápido y pase a su lado, entre primero que el a la clase y fui hasta mi asiento. Yissel ya estaba ahí, me miro aliviada.

—por poco no la libras ¿dónde estabas?

—se me hizo tarde conversando con Eloísa; además que cada día me cuenta más despertarme y levantarme de la cama.

— ¿Cómo que cada día te cuesta más?— le mire de reojo pero le ignore, el profesor había comenzado a hablar.



DesnudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora