~Prólogo~

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Lo párpados me pesan tanto que me cuestan abrirlos... 

-¿Donde estoy?- 

¿Por qué mi voz suena tan ronca? 

El cuerpo dormido, las manos me hormigueaban...

No puedo moverme.

-Ayuda...- 

Y como un flash, las últimas imágenes del día anterior.

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Volvía a casa tras el colegio, tras un día entero de soportar a mis odiosos profesores, tras un día entero de soportar a mis odiosos compañeros de clases. Sin amigos, sin nadie de confianza...

-¡Ya llegué, papá!- grité desde la entrada, cerrando la puerta detrás de mi. Me descalcé y  me encaminé a la heladera en la cocina. Abrí la puerta y sonreí al notar el fresco jugo de naranjas que me estaba esperando. Destapé la botella y tomé del pico,  subí las escaleras, abriendo la puerta a mi recámara.

El aire helado que entraba por la ventana me dejaba más que claro de que no estaba soñando, o alucinando, el aire me trajo de nuevo a la realidad. 

Tras ver los charcos de sangre, noté mi cabeza dar mil vueltas, antes de caer en el suelo, inmóvil. Consciente pero inmóvil, petrificado.

Un tarareo carente de sentido, resonaba a mi alrededor, al igual que los pasos sobre la madera de roble de la escalera. No ví clara su imagen hasta que estuvo cerca de mi. Sus zapatos impecables, sus pantalones puramente oscuros.  Una sonrisa de dientes amarillos y aliento mal oliente, ojos oscuros y vacíos.

-Nunca volverás a estorbarme- sonrió él, antes de limpiar el puño de aquel arma. Colocó el arma en mi mano y volvió a reir -Sobrino, disfruta tu estadía en el Manicomnio, me encargaré bien de la empresa, lo prometo-

Y caí en la inconsciencia sobre el inerte cuerpo de mi padre.

Mis ojos se abrieron con fuerza, me sentía asqueroso, me sentía mal, me sentía... sucio. 

-Al ver que el encontrado ya está en todas sus facultades, ¿Cómo se declara el acusado?- 

Busqué al dueño de esa voz y me encontré la cantidad de cámara grábandome, me asusté y noté mi cuerpo temblar.

¿Donde estaba? ¿Porqué no podía moverme? ¿Porqué tenía un chaleco de fuerza? ¿Porqué había tantas cámaras filmándome? ¿Donde estaba mi tío? 

-¿Papá?- tartamudee y los murmullos a mi alrededor se intensificaron. 

-Hijo, no me hagas el trabajo más dificil. Se te encuentra acusado de homicidio en primer grado, ¿Eres inocente o culpable?- dijo aquella voz una vez más.

-¿Qué?- pregunté, asustado. Apenas tenía diecisiete años, no podría matar ni a una mosca.

El juez negó y me miró por encima de las gafas.

-En vistas de que el acusado se encuentra totalmente inestable psicológicamente y tambien, debido a la falta de la mayoría de edad, se lo encuentra culpable y deberá cumplir su condena en el Asilo de Enfermos mentales en Anyang Gwangcheon. El caso queda en suspenso hasta nuevo aviso- 

El golpeteo del martillo fué mi señal de escape, algo que me fué imposible.

-Yo no hice nada- balbucee y las caderas que ataban mis tobillos resonaron, tirantes. Los flashes de las cámaras me dejaron completamente ciego  y mi garganta se desgarró, en pedidos de ayuda -¡YO NO LO HICE! ¡¿TIO?! ¡SABES QUE NO QUERÍA LA EMPRESA, SIEMPRE LO SUPISTE! ¡NO!- 

El pinchazo llegó antes de que pudiera detenerlo todo, caí al suelo haciéndome daño, una vez más...

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~~~~EMPEZAMOS EMPEZAMOS~~~~

¡Nos leemos pronto!

^^~


"Paciente N° 005" ~ (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora