De Dolor y Sangre

837 96 8
                                    

Las delicadas manos de aquel muchacho de tan solo diecisiete años, formaban bolas de nieve. Sus labios no dejaban de contornear una sonrisa al tiempo de que, los vahos de frio, escapaban de ese par de labios sonrosados, tan suaves, que para el menor parecían de algodón.

Entre sus manos, apretó la nieve, mientras continuaba observando al mayor.

Notaba el ceño de aquel muchacho fruncirse, mientras arrugaba levemente la nariz. Namjoon sentía, en cada instante que miraba a su hyung, ese extraño tirón en su estómago y un escalofrío recorrer su cuerpo hasta un punto fijo en su pelvis...
Pero, ninguna sensación se comparaba con la de sentir su corazón desbocado.

Cuando Seokjin se sonrió al ver las bolas de nieve en perfecta condición, miró a su hermano menor, notando como bajo sus manos, yacía sangre.

-Ay no... Nam, ¿Qué pasó?- preguntó Jin, preocupado y algo incómodo ante la mirada de su hermano menor.

Nam no habló solamente negó con su cabeza, con timidez. Las mejillas sonrojadas de éste no le dejaron muy claro si era por el frío o por algo más. Aún así, Seokjin, tomando  la muñeca de Nam, ingresó una vez más a casa.

Con total parsimonia, Jin curó a su hermano menor, notando lo incómodo que era su silencio.

Era increíble que ni siquiera se quejara de dolor, aún cuando su piel se había quemado por la nieve, hasta el punto sangrar.

Namjoon mientras tanto, se mordía el labio inferior, conteniéndose.
Quería probarlo... Quería besar sus labios al menos una vez.

Cuando la madre de ambos llegó aquella noche a casa, Jin recibió mil y un insultos, como siempre, mientras que Nam, solo se contenía.
Apretaba sus manos, abriendo sus heridas.

El aliento fuerte de la mujer, les dejaba claro a ambos el simple hecho de que había bebido.

Cuando su mano se estampó contra el pómulo del mayor, Nam, quiso gritar y caerle a golpes a la mujer.
Jin tomó una de sus manos, y apretó ligeramente.

Aquella noche, ambos se quedaron en silencio, el mayor entre lágrimas mientras que Nam lo abrazaba.

-Nam, ¿Algún día podré oír tu voz?- preguntó entre lágrimas, y, es que desde que nació, el muchacho de piel canela, no había hablado ni una sola vez.
Como respuesta, simplemente, obtuvo un profundo abrazo.

Mientras el menor dormía contra él, Jin, tomó una decisión. Estudiaría hasta recibirse y, así, tras conseguir un empleo, se llevaría a su hermano consigo, ambos serian felices.
Amaba a su hermano por sobre todas las cosas, y, por ello mismo, lo tendría siempre a su lado. Siempre.

A la mañana siguiente, cuando un Nam de catorce años despertó, se sintió sólo... Vacío...

Jin se había ido sin siquiera despedirse. Se había llevado cada una de sus pertenencias, lo había abandonado, tal como todos.

Los siguientes años para él, fueron un calvario. Un terrible calvario.
Su habitación era su único rincón pacífico, y, en más de una ocasión,, habían entrado muchos hombres.

Su madre, observaba todo desde el umbral de su habitación.
Siempre era lo mismo, al punto, de recibir mil y un golpizas de aquellos hombres, clientes de su madre, por supuesto.

Podía oír los gemidos de su madre, unos gemidos y jadeos producidos por cada uno de sus clientes. Nam solamente se quedaba allí, escuchándolo todo en silencio, llamando a su Hyung.

Sin embargo, todo tiene un límite.

La orina chocó contra su cuerpo, al tiempo de que él, dándole la espalda al mundo, apretaba un trozo de botella rota.

"Paciente N° 005" ~ (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora