De Angeles y Demonios

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Hoseok amaba la vida. Su cuerpo y su alma eran tan puras, que todo lo que aconteciera a su alrededor a la edad de cinco años, parecía brillar y cobrar vida con solo una sonrisa suya.

Porque si, la sonrisa de Jung Hoseok podía matar.

Más, sin embargo, la vida de aquel muchachito no era tan brillante como parecía ser.
Cada tarde, tras llegar del colegio, la sonrisa que iluminaba su rostro desaparecía, al punto de que aquel par de ojitos marrones, quedaban sin vida.

Su corazón brillante, pasaba a ser opaco.

-Ven aquí, pequeño hijo de puta.-

La voz de su tío retumbó en la estancia.
Como siempre, drogado hasta las cejas.

-Es un niño, no debe-...- comentaba su mano derecha, el señor Choi.

-Tu callate.- ordenó el señor Jung.

Cuando los padres de Ho fallecieron, el se vio destinado a vivir una vida de mierda, con todas las letras.
Su único familiar vivo aún era su Tío.
Sin embargo, era todo lo contrario a las demás personas de su familia.
Jung SiHyuk era la parte oscura del apellido.

Las grandes manos tomaron por el cuello al pequeño de cinco años y, sin más, le golpeó.

- no vales una mierda.-

Y cuando al fin pudo recuperarse de aquel duro bofetazo que lo mandaba al suelo de la entrada, Hoseok toma, como cada día, su mochila y sale nuevamente de casa.

Abrazando sus pequeñas y delgadas piernas, llora en silencio bajo el seco árbol de su jardín.

Mamá antes cuidaba del jardín...

Papá siempre jugaba conmigo...

La Abuela siempre me mimaba...

Cuando sus ojitos se secaban, abría la puerta en silencio (Cuando ésta no estaba trabada, obviamente; en esas ocasiones, dormía en los escalones de su entrada, abrazando su cuerpito, tratando de evitar el devastador frío), y, con lentitud, caminaba escaleras arriba hasta llegar a su habitación.
Esa era su rutina...
Eso era Hoseok...

Cuando el niño creció y paso a ser un muchacho de 18 años, SiHyuk cometió el peor error de su vida.

Imperdonable...

Papá te hubiese detenido.

Mamá me habría abrazado, alejándome de la adicción y tus sucios negocios.

La Abuela se hubiese sentido tan... Decepcionada de ti.

Pero Hoseok estaba solo.
Solo... Apuntando aquella Mágnum a su cien, harto de su vida.

Cansado del destino.

Cuando SiHyuk entró aquella noche en su cuarto, como tantas otras, con segundas intenciones, Hoseok pintó su pecho de colores carmines.
Pintó su pecho con tal destreza, que agujeros decoraban el cuerpo del mayor.

"Paciente N° 005" ~ (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora