Capitulo 14

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Estaba a punto de subir a mi habitación, pero oí un golpe en la puerta. Probablemente era Barbara que se olvidó algo. Abrí y no me equivoqué. Allí estaba, de pie, excepto que no estaba sonriendo. Entró y la expresión en su rostro me hizo empezar a retroceder, sonrió y cerró la puerta.

-¿Ba-Barbara? ¿Qué estás haciendo? -Yo tartamudeaba. La mirada en sus ojos... No podía describirlo. Tenía sus pupilas dilatadas. ¿Qué significaba eso?

Me quedé sin aliento cuando mi espalda golpeó contra la pared, estaba atrapada y ella estaba más cerca, pero me daba una sonrisa tranquilizadora... Me cautivaba.

Más y más, caminó hasta que estuvimos cara a cara. Mi respiración se cortó cuando su rostro se acercó al mío y sus ojos estaban fijos en mis labios. Tragué saliva y ella se rió entre dientes, era ronca y muy diferente a la que había escuchado antes.

-Barbara, ¿Qué estás...?

-Shh. -Sonrió y puso su dedo en mis labios. -No podemos decirle a nadie, Micaela.

Abrí la boca para hablar, pero mi voz se perdió, quitó su dedo de mis labios y lo pasó por los suyos. Mi mandibula se abrió mientras la veía lamer sus labios y luego morderse el labio inferior, manteniendolo allí un tiempo. Lamió una vez más y cerró la boca.

Miré a sus ojos oscuros y me encontré inclinandomé más cerca, el magnetismo entre nosotras era demasiado grande como para resistirnos por más tiempo. Oí su risa antes de cerrar los ojos y nos...

(...)

La alarma del teléfono sonó en la mesita de noche, indicando que era hora de levantarme.

Me senté furiosa, todo fue un maldito sueño.

Grité y contuve la almohada en mi cara, tal vez si me ahogaba en este momento sería lo mejor. Una segunda alarma sonó y no tuve más remedio que lanzarla lejos con todas mis fuerzas, nunca había estado tan furiosa antes.

Era tiempo de prepararme para ir a la escuela. Me puse maquillaje y decidí usar un pequeño vestido negro. Una vez más, por vigésima vez, me miré en el espejo para comprobar que lucía caliente y sexy, tomé mi bolso y salí de la casa.

Tan pronto como llegué, comenzaron las clases y fue un día de mierda, lo habitual, que por supuesto sólo mejoraría cuando viera a Barbara. Mi corazón se detuvo cuando no la vi en el almuerzo, me llené de pánico. Karen chasqueó la lengua en respuesta a mi inquietud y vi a Alejo pasando por nuestra mesa. Me pareció extraño, siempre se sentaba conmigo, pero en lugar de eso me lanzó una mirada sucia.¿Qué mierda te he hecho? Karen también lo vio y se encogió de hombros sin dejar de comer. Fruncí el ceño tratando de recordar si había hecho algo grosero o desagradable hacia él, pero no había nada.

Me recordé de hablar con él en la clase de Barbara, antes de que ella llegara.

(...)

-¿Qué te pasa? ¿Por qué no te sentaste conmigo en el almuerzo? -Me enfrenté a él. Estaba sentado en su silla mirando al frente, con una mirada arrogante en su rostro. -Eu, estoy hablando con vos. Por lo menos tené la decencia de mirarme. -Estaba empezando a enojarme. Por lo general es un idiota, pero no actuaba de esta manera.

-Andate a la mierda. -Gruñó.

-¿Qué carajo te hice, Alejo? Dale, decime.

Barbara entró y vio la tensión entre mi novio y yo. -Hey, ¿Qué está pasando acá? -Preguntó mirándome.

-Preguntale a ella. -Dijo él, mientras golpeaba el escritorio con sus dedos y se ponía de pie.

-¿Micaela? -¿Está pensando seriamente que tengo algo que ver con esto?

Lujuria oculta (Barbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora