Capitulo 29

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Bebimos un poco, no lo suficiente como para emborracharnos, pero nos dio el empujón que necesitábamos. Seguramente se preguntarán de qué estoy hablando, bueno... Aquí estamos, junto a la puerta del dormitorio de Barbara; estábamos contra la pared, frente a frente y nuestras miradas llenas de pasión.

Me incliné, con ganas de arrancarle los labios, pero al mismo tiempo vacilante. Nuestras miradas chocaron y me congele al instante. No había necesidad de palabras, solo nuestros ojos, que lo expresaban todo. Cerré la distancia entre nosotras y nos besamos. Al principio nuestro contacto fue suave, pero el beso se profundizó y nuestras lenguas bailaban con fiereza, el calor se extendió por todo mi cuerpo, mientras que Bar se empujaba contra mí y nuestros pechos se tocaban a través de nuestra ropa.

Abrió la puerta con vigor y me condujo al interior hasta que choque con algo y caí de espaldas con ella, cayéndome encima. Sí, era su cama, lo supe cuando abrí los ojos y me posicione mejor.

Sus manos fueron a dar debajo de mi camisa, levantándola. Frotó sus manos en mi piel desnuda y pegué un grito ahogado ante sus toques. Mi pecho subía y bajaba mientras la miraba, tenía los ojos llenos de deseo y lujuria. Sus uñas raspaban a través de mi piel, cerré los ojos y apreté los dientes de la necesidad que sentía.

Agarré el dobladillo de su camisa y la tiré rápidamente, ahora las dos estábamos solo con nuestros pantalones de pijama y sujetadores.

-¿Estás segura? -murmuró contra mis labios. Dios me gustaría que dejara de preguntarme eso.

-Sí.-susurré. Inmediatamente se subió encima de mí, haciendo que sus pechos presionaran con los míos. Mientras tanto, yo recorría cada parte de su bien tonificado cuerpo, estaba fascinada por la forma suave de su piel, explore todo y me detuve en sus redondas nalgas.

Gimió, así que continué, subí mis manos tirando de sus caderas para que pudiera sentir su centro contra el mío. Nuestro beso se había profundizado aún más y ahora estaba casi sin aliento, me aparté un poco y su mirada vidriosa y llena de deseo me llevó al límite.

Cada centímetro de mi cuerpo me gritaba que la tomara, pero yo tenía que respetar si ella quería alejarse en un determinado momento, pero por suerte, no parecía ser así.

Le di la vuelta, así que ahora yo estaba en la parte superior, nuestros ojos se encontraron. Los suyos; un marrón que no se comparaba con ningún otro, que la hacían lucir tan increíblemente hermosa, tan atractiva. Me incliné hacia su rostro, mis labios apenas rozando su lóbulo de la oreja.

-¿Puedo hacerte el amor? -susurré y noté que su cuerpo tembló en el momento que esas palabras salieron de mi boca. Tomé el lóbulo entre mis dientes en broma, a la espera de su respuesta. Cuando lo dejé pasar, me eché hacia atrás y vi su visto bueno, esa fue toda la confirmación que necesitaba.

Mis labios colocaban pequeños besos, haciendo un camino hacia cuello hasta que llegué al principio de su escote. La miré y ella asintió una vez más, dándome el permiso para desabrocharle el sujetador, por la parte delantera. Al llegar a ahí, mis manos temblaban, por fin iba a poder demostrarle lo mucho que me importaba, y lo mucho que la amaba.

Contuve la respiración y luego desabroché el sujetador, sus pechos ahora estaban libres de su prisión. Está bien, yo usualmente no sabía acerca de tipos de pechos de una chica, pero los de Barbara eran perfectos. Le di una mirada rápida a Barbara, y me hizo estar segura de que podría ir más allá.

Coloqué besitos alrededor de todo su pecho, evitando deliberadamente sus pezones, haciendo que se excitara mucho más. Cuando pensé que ya había tenido suficiente tortura, mi lengua bailó hacia las puntas sensibles. Pensé que iba a explotar por la forma en que gimió, no quería hacerla sufrir más, así que tomé un pezón en mi boca, estaba duro y delicioso. Empecé a chuparlo, mordisquearlo, saborearlo mientras disfrutaba de sus reacciones.

Lujuria oculta (Barbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora