Perdónenme por todo, chamas. Las amo
—Yo... yo... —Barbara tartamudeaba, incapaz de explicarle a Sr. Frey lo que había sucedido.
—He oído todo, lo del salón de clases también. Estoy muy decepcionada de ti, Barbara. —suspiró. —Micaela, he llamado a tu padre y está en camino. Barbara, ven conmigo, tenemos que hablar. —dijo en un tono bastante severo, y giró para volver a la escuela mientras Barbara la seguía.
Me quedé parada en medio del aparcamiento, incapaz de moverme. La lluvia empezaba a caer, pero yo no me movía. Parecía que mis pies se hubieran quedado pegados al concreto. Mi corazón se rompió en mil pedazos cuando vi a Barbara mirándome por encima de su hombro y frenando su paso, pero la señorita Frey la empujó con dureza y rompió nuestro contacto.
—Bar... —susurré, mientras veía al amor de mi vida desaparecer.
La lluvia caía más fuerte. Yo estaba empapada y congelada, pero no me importaba. Me quedé mirando fijamente la puerta de la escuela con la esperanza de que Barbara saliera y tomara mi mano, así podíamos hacer nuestras maletas y huir juntas, pero no lo hizo.
Una mano se posó en mi hombro, me dio la vuelta y me llevó a una furgoneta a la que yo estaba acostumbrada a montar en mi infancia. Me empujó hacia dentro y me tiró una toalla. Nunca quite mi mirada de la puerta de la escuela, hasta que la perdí de vista.
—Micaela, ¿qué carajo estabas pensando? —alzó la voz, difundiendo miedo. — ¿Una puta maestra? ¿Una mujer?
No dije nada, sólo incliné la cabeza pensando en lo que le estaba pasando a Bar en este momento. Probablemente estaba siendo regañada, despedida... arrestada.
—Tenemos que volver. —supliqué.
—No vamos a volver, Micaela. —mi padre respondió, manteniendo firme sus manos en el volante.
—Por favor, tengo que verla. La están lastimando, ¡por favor! —lloré, y tiré de la manija de la puerta, dispuesta a saltar y correr de regreso a la escuela a pesar de las lesiones que recibiría. Mi padre detuvo el coche de inmediato y me agarró los brazos para poder cerrar la puerta con seguro. Una vez que lo logró, yo seguí golpeando la ventana con la esperanza de romper los vidrios. En ese momento lo menos que me importaba era romper algo.
— ¡Micaela Solange Suarez! Deja de hacer eso ahora mismo. —yo sabía que estaba en problemas por la forma en que me llamó.
—Por favor. —me desplomé en el asiento, agotada de todos mis esfuerzos. —Por favor, no puedo perderla. —murmuré, luchando contra el impulso de desmayarme.
—Mica, lo siento...
De pronto todo se volvió negro.
[...]
Me desperté con un vacío que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Lo había perdido todo.
Me senté como pude, sólo para ver a Karen mirándome fijamente. Estaba inclinada, con los ojos llorosos y cubriéndose la boca con las manos. Mi visión se volvió borrosa y Karen se levantó de inmediato y me envolvió en un fuerte abrazo.
Ella no decía nada, yo solo lloraba y me aferraba fuertemente a su camisa, clavando mis uñas en mis propias manos hasta sangrar, aunque no sintiera nada.
Karen temblaba bajo mi propio temblor, y no tenía que ser un genio para saber que también estaba llorando. Me abracé a ella con más fuerza hasta que me atraganté con mi llanto, sólo entonces, Karen se apartó y me miró.
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Lujuria oculta (Barbica)
FanficSi al entrar al salón de clases me hubieran dicho que mi vida cambiaria para siempre, no lo hubiera creído.