Capitulo 46

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Nunca había querido abrazar tanto a alguien en mi vida. Mantuve un ojo atento a Barbara y había doblado sus brazos mientras una de sus manos jugaba con el medallón alrededor de su cuello.

Tenía miedo de esta maldita película, y necesitaba que la detuviera pero no quería molestarla.

Se giró hacia mí, descubriendo mi mirada posada sobre ella.

—Esto es bueno para tu trabajo. —afirmó. Hice una expresión confusa y continuó—. Si alguien pregunta sobre la trama de esta película, ahora les puedes decir al respecto y fingir que no eres una miedosa. —me guiñó un ojo.

—Ya, ¿Por qué eres tan mala? —hice un puchero y me moví lejos de ella.

—Aw... Mica, ven aquí. —sonrió palmeando el espacio al lado de ella y luego abriendo los brazos.

Todo lo que tenía que hacer era acercarme y estaría en sus abrazos, pero... ¿por qué mi cuerpo no se mueve? Vi como su sonrisa empezaba a desvanecerse y yo no quería eso. Cerré los ojos y acaricié el espacio junto a mí. Ella lo tomó como otra oportunidad y vino hacia mí abrazándome, mi cabeza apoyada sobre ese corazón que golpeaba salvajemente, y mi cuerpo sentía el calor que había anhelado en todos estos meses de soledad.

—Hmm... extrañé esto. —sonreí mientras le oía inhalar mi cabeza y mi cabello—. Hueles muy bien.

Me quedé tranquila y apoyé mi mano en su estómago, lo presionaba y acariciaba, sintiendo sus duros abdominales. Me sentía incapaz de controlar el movimiento de mis dedos. Me la imaginaba en la cárcel haciendo sentadillas, abdominales y flexiones, toda sudorosa y en una camiseta rasgada. ¿Estaba mal que me encendiera como loca?

— ¿Estás bien? —me preguntó. Yo simplemente asentí y cerré los ojos cuando besó la parte superior de mi cabeza, entonces escuché un suspiro—. Dios... te extrañe mucho.

Levanté la cabeza y la miré a los ojos, vi muchas cosas; el anhelo, el amor, la vulnerabilidad, la tentación. Mis ojos vacilaban hasta sus labios., inconscientemente lamí los míos mientras observaba su labio inferior entre sus dientes.

Cerré los ojos sabiendo el camino dónde dirigir mis labios, me había imaginado durante meses lo que estaba a punto de hacer. A los pocos segundos, sentí la frescura del aire y luego sus labios carnosos sobre los míos.

Movimos nuestros labios, ninguna perdía el contacto ni por un segundo. Mi mano serpenteó un camino hacia su cabello y ella hizo lo mismo, tirando de él. Me volvía loca. Hice lo mismo que ella y dejó escapar un gemido. Descubrí que también le gustaba demasiado aquello. Sonreí en el beso y mi confianza crecía cada vez más, nuestros labios se separaban y reanudaban de inmediato hasta profundizarnos en él.

Mi lengua entró en su boca y ella inmediatamente trajo un brazo por encima de mi cintura, tirando de mi débil cuerpo con facilidad, así que me derrumbé y quedó una mitad sobre su cuerpo y la otra mitad en la cama. Ella sostuvo su brazo ahí, acariciando de arriba a abajo mi espalda, luego se deslizó por debajo de mi remera e hizo un camino por mi columna vertebral.

De un momento a otro se detuvo. Me pregunté por qué, hasta que sentí su tacto en cada ranura individual de mi espalda y en cada hueso que sobresalía, recordándome que yo sufría de anorexia.

Suspiré con fuerza y ella se apartó inmediatamente.

— ¿Estás bien? —preguntó con ojos preocupados y ambas manos ahuecando mi cara, así no podía apartarme de su mirada.

—Mi cuerpo te da asco. —le contesté, bajando la mirada.

— ¿Qué? —preguntó sorprendida—. No seas tonta, ¿por qué pensaría eso? Eres hermosa. —frunció el ceño ante mi falta de confianza.

Lujuria oculta (Barbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora