BROOKE
El barro de mi cuerpo desaparecía con cada segundo que pasaba en la ducha. Hacía ya 3 años de todo y aún no me acostumbraba a los cambios. Ya eran 3 inviernos de que mi humanidad desapareciendo para dar lugar a ese monstruo. A veces, la transformación dolía tanto que sentía que me iba a morir o que mis huesos no lo iban a soportar y se romperían uno a uno. Esta vez no había dolido tanto. Mike había prometido que cada vez dolería menos hasta el punto de transformarme cuando yo lo deseara.
La suciedad iba desapareciendo, pero tenía la necesidad de seguir bajo el agua. Observé mis pies, los moví lentamente esperando ver mis garras.
Salí de la ducha y miré mi cuerpo cicatrizado en el espejo, jamás desaparecerían. Recorrían todo mi abdomen; algunas eran cortes, pero otras eran tan largas que cruzaban desde una costilla a otra. Cerré mis ojos y me di vuelta con la esperanza de olvidar que el cuerpo que aparecía reflejado era el mío.
Bajé a la sala y Jack me estaba esperando en el sofá. Él era prácticamente un padre para mí. Llevaba una remera negra con algo escrito en rojo y sus gafas se encontraban en el puente de su nariz como era habitual, con un gesto los acomodó.
-Esta vez no dolió.-Mi voz estaba un poco ronca, ya que era la primera vez que hablaba desde hacía tres meses. Jack palmeó el sofá para que me sentara junto a él. Acarició mi cabeza y me permitió ver mejor su remera.
Su remera anunciaba que estaba en contra de la caza de lobos.
-¿Qué diablos es eso?-Mi mirada no se apartaba de las palabras rojas escritas en su pecho.
-Mientras tú...no estabas, uno de ellos atacó a un hombre.-Se quedó mirando un punto fijo entre un cuadro de Van Gogh y el televisor.
-Eso es absurdo. Tal vez el hombre lo provocó, no me enteré de nada mientras estuve en el bosque ¿Qué hicieron con el cuerpo?
-Lo examinaron por si tenía rabia, pero los resultados desparecieron junto con él.
¿Era eso bueno? Siempre mantuve la esperanza de que tal vez, si descubrían el secreto, tratarían de hallar una cura. Cuando se lo mencioné a Jack por primera vez, enseguida me respondió que no había cura alguna para lo que me pasaba y que, si le contaba a alguien, no me creería.
-No puede haber sido uno de los nuestros, ¿verdad? Tuvo que ser otra manada.
Me levanté del sillón y me dirigí a la ventana. Crucé los brazos y miré los frondosos árboles que se encontraban a metros de distancia. Mi padre volvió a hablar:
-Iré a preparar algo de comer. Luego hablaremos.
Lo observaba desde la mesa, todavía lucía un poco nervioso. Nuestra relación se basaba en el silencio, no hablábamos mucho a menos que fuera necesario, él me dejaba con mis cosas y yo con las suyas. Eso era lo que más me gustaba de su persona.
Él era el prometido de mi madre cuando ocurrió el ataque. Mi madre y yo íbamos por la carretera hacia la casa de Jack mientras discutíamos sobre el horrible vestido rosa que me quería hacer poner para su boda. Era un día frío, en pleno invierno y la calle estaba mojada. Algo se cruzó en nuestro camino y mi madre giró el volante. Nos dimos contra un gran árbol y todo desapareció. Luego sé que desperté en una camilla de algún hospital y que Jack estaba a mi lado, sosteniendo mi mano. Lo primero que hice fue preguntar por mi madre y él se largó a llorar, ahí lo supe.
Me dijeron que ella murió en el accidente mientras que a mí, me atacaron los lobos. También decían que era un milagro que estuviera viva, había perdido demasiada sangre.
Cuando llegó el momento de irme a casa, tras semanas en el hospital y una recuperación sorprendente mente rápida, Jack me dijo que me iría a vivir con él porque jamás había conocido a mi verdadero padre y de mi familia materna no quedaba nadie. Al cruzar la puerta y sentir el fuerte viento en mi cuerpo, una extraña sensación se apoderó de mí, comencé a tener un leve temblor en mis manos pero supuse que era por el frío. Al llegar al auto, el temblor subió por mis brazos, bajó hasta mis pies y tomó el control de todo.
Jack había aparcado el auto en cuento notó algo raro, veía que su boca se movía pero sus palabras no llegaban hasta mí. El dolor que comencé a sentir en mi cuerpo era inexplicable, la garganta había comenzado a quemarme y me impedía responder. Jack salió del auto y dio la vuelta para abrir mi puerta, me sacó del mismo y me tomó de la cara con ambas manos. Supongo que vio algo en mi rostro, en mis ojos, porque enseguida me soltó y trató de apartarse pero se cayó en la nieve. Segundos más tarde, veía todo en blanco y negro y desde un punto de vista más bajo de lo normal. Jack llegó hasta mí de rodillas y trató de tocarme, fue cuando salí corriendo sin saber por qué y me metí en el espeso bosque.
No sabía cuánto tiempo había pasado pero de repente sabía cómo cazar, cómo sobrevivir. Cuando el invierno acabó, volví a ser yo y todos mis instintos desaparecieron, no sabía a donde ir ni donde me encontraba, lo único que me quedaba era la esperanza de que alguien me encontrara y así fue. Jack llegó junto a un perro, llevaba unas mantas y me envolvió con ellas, ya no tenía esa cara de miedo. Me llevó hasta su casa donde me di un baño y me invitó con una taza caliente de té. Entonces vi que en la cocina estaba el perro que había estado junto con él cuando me encontraron pero noté que era más grande que un perro, era un lobo.
-Él es Mike.-Me dijo Jack.-Es un licántropo y nos va a ayudar. Te va a ayudar.
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She wolf
Hombres LoboHace tres años la vida de Brooke cambió completamente. No solo perdió a su madre, si no que cada invierno se perdía a si misma encerrada en el cuerpo de una loba. Pertenecía a una manada, pero cuando era humana, sólo contaba con su padre y Mike, el...