Capítulo 2

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BROOKE

Jack terminaba de hacer la cena cuando sonó el timbre. No hizo falta ir a abrir la puerta porque el único que iba siempre a la casa era Mike.

Mike tendría unos años menos que Jack, pero era mucho más alto. Tenía el cabello crespo y una tez morena que contrastaba con sus ojos avellana. Al llegar a la cocina, primero miró a Jack y luego a mí. Una mueca asomó en su boca, algo que interpreté como una sonrisa amable y no como compasión.

-¿Qué tal?-Me preguntó sentándose en una de las sillas. Jack seguía con la cabeza gacha en la olla.

-Bien.-Le contesté sin apartar la vista de la mesa.- ¿Tú?

-Bastante bien.-Se levantó y agarró el envase de la leche y tomó un sorbo. Reí porque cada vez que lo hacía yo, él me retaba diciéndome que ya no era una loba y que me comportara como una señorita.- ¿Cuándo...?

-Hace algunas horas.-Dije antes de que terminara la frase. Cuando era humana, quería olvidarme de todo lo que pasaba durante los meses fríos. Detestaba que sacaran el tema. Me miró como si hubiera escuchado lo que estaba pensando.

Jack se acercó a la mesa y me dejó unas verduras. Siempre me las preparaba cuando cambiaba, decía que era para recuperar las fuerzas que gasté.

Ambos se sentaron en la mesa conmigo a esperar a que terminara de comer. Se veían ansiosos, como si no me estuvieran diciendo algo. Jack se frotaba las manos en las rodillas y Mike mantenía una postura recta, no era propio de sí mismo porque siempre estaba despabilado. Cuando terminé de comer, lavé lentamente el plato y volví a mi lugar donde ellos se encontraban mirándose fijamente, como si se estuvieran diciendo mil cosas en otro idioma.

-Bueno, ¿Qué es lo que pasa? ¿Tiene que ver con lo de la caza de lobos?-Pregunté al fin. Jack alargó su brazo sobre la mesa y tomó mi mano.

-En parte. Vamos a alojar algunos lobos en la casa, con las tormentas que hubo, la cabaña del claro quedó totalmente destruida.

Así que fue por eso que desperté en otro lugar y no en la cabaña. Se encontraba en un lugar profundo del bosque, donde había un pequeño claro cerca del lago donde los lobos iban cuando llegaba el momento de transformarse. Recordé la primera vez que había estado allí, Mike me había acompañado para que reconociera el lugar y llegara hasta ahí olfateándolo luego. No era la gran cosa y solo conocía el pequeño cuarto separado donde se encontraban algunas mantas y comida. Para el segundo invierno, podía encontrarla con los ojos cerrados, se había convertido en parte de lo que era y ahora ya no estaba.

Por otra parte, no estaba del todo de acuerdo con eso de "alojar algunos lobos en la casa". ¿Cuántos lobos eran "algunos"? Jamás había conocido alguno en su forma humana. Mike había intentado varias veces que los conociera pero me negué rotundamente, al final, dejó de insistir y de contarme cómo estaban las cosas con ellos. Tampoco sabría cómo relacionarme con ellos, ya que durante los tres años que pasaron, dejé la escuela para estudiar en casa durante los días donde el sol reinaba. Había perdido todo tipo de contacto con el mundo exterior, ni siquiera iba al supermercado, solamente hablaba con Mike y con Jack, y las palabras eran pocas. ¿Qué haría cuando una manada de lobos-humanos me robara el silencio de mi casa? ¿Tendría espacio para hacer mis cosas, las cuales no eran muchas pero eran mías, eran de Brooke y no de la loba?

-¿Qué?-Miré a Mike porque no soportaba la idea de que Jack no lo hubiera mencionado antes.

Sonó el timbre y no necesité respuesta alguna.

Mike fue el que se levantó para atender, Jack solo se quedó mirándome. Sentí el murmullo que empezaba a generarse en la sala a medida que los desconocidos llegaban.

She wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora