ALEXANDER
Sorpresa, ella nunca había besado a nadie. Lo sentía, lo sabía. Debía ser el primer, eso sin dudas, pero aquél no era el momento, solo pretendía asustarla un poco. Pero el gruñido que surgió de su interior y el manotazo que me tiró, me descolocó un poco. Aquello hizo que la situación me causara más gracia, lo que la enfadó aún más.
De repente, abrió la puerta de la que estaba apoyada y caímos al pasillo. Me tomó desprevenido pero me frené antes de aplastarla con mi cuerpo.
-Cariño, si queríamos que estuviéramos así, hubiésemos ido a tu cuarto.-Le dije guiñándole un ojo. Una risa llegó en modo de respuesta, pero no de Brooke. Tom se encontraba parado frente a nosotros con los brazos cruzados.
-Veo que ya se están llevando mejor pero lleven sus cuestiones personales a algún lugar más privado.-Comentó mientras pasaba por encima nuestro.
Había descubierto que cada vez que Brooke se ponía furiosa, o tenía vergüenza, un rubor se extendía en su cuello pero nunca llegaba hacia su cara. Deposité un beso allí donde su vena sobresalía, y me alejé dejándola tirada en el pasillo.
BROOKE
El imbécil me había besado en el cuello, y sentía que aquel lugar me quemaba. Apreté mi cuello, aún tirada en el piso viendo cómo se alejaba, con la esperanza de que aquella sensación se desvaneciera, pero fue en vano. Al final, logró lo que quiso, menos yo que no pude preguntarle sobre el entrenamiento. Tal vez Daph podría ayudarme...
No, Mike fue bastante serio al respecto de que sólo Alexander podría entrenarme. Me pregunto porque sería aquello, habiendo tantos otros lobos en la casa.
Sin perder un segundo más, volví al intento de preguntarle a Alexander si podía ayudarme. Sólo el hecho de tener que decir aquellas palabras y mirarlo a los ojos después de lo que pasó...
Bajé corriendo las escaleras, y lo vi dirigirse hacia el garaje. El muchacho no perdía un segundo sin estar sin una maldita remera puesta.
-Necesito tu ayuda para entrenar.-Solté sin reparos. Si pensaba sobre qué decir, me acobardaría y no tendría oportunidad.-Es más, Mike ordenó que debías ser tú el que me ayudara.-De acuerdo, mentí un poco pero la mención del nombre del alfa hizo que Alexander prestara atención a mis palabras y se acercara más a mí. Crucé mis brazos sobre mi pecho en un intento de defensa, pero él sabía cómo mirarme para desarmarme.
-Si Mike hubiese dado esa orden, ya la sabría.-Dijo sonriendo de lado. Odiaba cuando hacía eso, su cara se tornaba tan arrogante que ya me arrepentía siquiera de pensar que él podría ser útil.-De todas formas, te ayudaré. Empezaremos ahora mismo.
Dicho esto, me levantó en el aire sin darme tiempo a reaccionar y salió corriendo al bosque. Una vez adentrados varios kilómetros, y de haber corrido en zigzag conmigo golpeando su espalda, se detuvo.
-Primera lección. Tendrás que volver tú sola a la casa.-Y desapareció tan pronto, que me encontré sola en mitad del bosque sin poder seguirlo.
¿En serio esta sería mi primer entrenamiento? Bien, Brooke, tranquila. ¿Qué es lo que hacen los lobos cuándo están perdidos? Los lobos nunca están perdidos...
Respiro profundo un par de veces antes de comenzar a caminar, no malgastaría mi energía corriendo todavía. Luego de un par de caídas, y más arañazos con ramas, me encontraba todavía perdida. No tenía ni la mínima idea de donde estaba. Me recosté sobre un árbol secando el sudor de mi frente con mi mano, pensando en que debía de hacer. De pronto, me di cuenta de mi error: todo aquel tiempo estuve razonando todo como una humana, y nunca había utilizado ninguno de mis sentidos para sacarme de allí. Ya había oscurecido cuando me encontré olfateando mi regreso a casa.
La experiencia fue maravillosa, descubrí nuevos olores y otros fueron intensificados. Pero hubo uno que resaltó sobre todos los otros, y por más que odiara reconocerlo, fue gracias a él que pude regresar. El aroma de Alexander estuvo presente en todo momento marcando mi camino de regreso.
Cuando vi la casa entre los árboles, no pude ocultar mi felicidad y un aullido salió de mi interior. Lo había logrado.
-Te tomó bastante, pequeña Brooke.-Estaba tan contento conmigo misma, que simplemente ignoré la figura de Alexander sentada en el paso a los límites del bosque.-Me preguntaba si tendría que ir a buscarte.
-Pues, ya ves que no. Lo he logrado.-Dije sin poder ocultar mi emoción. Algo en él cambió cuando se levantó y se acercó a mí. Su aroma llegó hasta mi nariz y desee poder hundirme en su cuello y aspirar con fuerza. Por supuesto, jamás le diría que él me guió a la salida.
-Sí, lo has logrado.-Dijo acariciando mi mejilla. Aquel gesto, simple pero lleno de ternura, hizo que mi cuello volviera a esconderse, sobre todo el punto donde horas antes me había besado.-Soy un buen entrenador, seguramente podamos entrenar otra cosas.
-Ya quisieras.-Reí mientras aparataba su mano de mi cara. Alexander evidentemente sólo tenía una cosa en la cabeza y era sexo. Algo que no estaba dispuesta a darle a alguien, y menos a él. Mirándome unos segundos más de los necesarios, dirigió su vista al bosque para luego salir corriendo hacia el.
-----
Hoy capítulo bastante corto pero quería subir algo ya que hacia bastante no actualizaba! Estoy en período de examenes en la universidad, sepan comprender jajaja gracias a los que comentan y votan mi historia, no saben lo feliz que me hace que las visitas aumenten porque no me esperaba pasar siquiera las 100! Y ya saben, cualquier critica que gusten hacer la pueden escribir aqui o en mi twitter. Gracias por todo!😙

ESTÁS LEYENDO
She wolf
WerwolfHace tres años la vida de Brooke cambió completamente. No solo perdió a su madre, si no que cada invierno se perdía a si misma encerrada en el cuerpo de una loba. Pertenecía a una manada, pero cuando era humana, sólo contaba con su padre y Mike, el...