BROOKE
No podía salir de mi asombro. Ya me había parecido ver un destello en sus ojos algunas veces, pero creía que era producto de mi imaginación. Pero ahí estaba él, de ojos amarillos, garras en sus manos y colmillos llenando su boca.
-¿Cómo...?-Comencé a preguntar. Enseguida, sus facciones volvieron a la normalidad.
-No todos pueden lograrlo porque cuesta mucho control.-Explicó, sentándose en el suelo contra un árbol.-Mike también lo puede hacer, y como soy el único de la manada que también es capaz, fui designado siguiente Alfa.
-Hazlo de nuevo. Lo de tus ojos.-Exigí, sentándome en frente de él, nuestras rodillas tocándose.
Ahí estaba de nuevo, ese brillo que parecía el sol que comenzaba a asomarse entre los árboles. Habíamos estado toda la noche entrenando pero el cansancio que sentía hacía unos momentos, había desaparecido con tal fantástico descubrimiento.
Acerqué mi cara aún más, quedando a centímetros de la suya. Había algo en sus ojos que me atraía, como una fuerza invisible que me empujaba hacia él. De alguna forma, ambos estábamos conectados pero no podía descubrir cómo.
Levantó su mano, pasándola suavemente por mi brazo hasta llegar a mi cuello. Hizo una leve presión, y eso fue lo que bastó para que nuestras bocas se unieran.
Al principio, ninguno de los dos se movió. Era solo un casto beso, pero conforme mis manos fueron a parar en su cuello y todo mi cuerpo a horcajadas del suyo, se intensificó hasta que ninguno de los dos pudo respirar.
Nuestras respiraciones agitadas iban acompasadas y aún no abríamos nuestros ojos, cuando un grito asustó a los pájaros que comenzaron a volar alborotados.
Nos pusimos en movimiento enseguida, parándonos tan rápido que perdí el equilibro por un segundo. Pero Alexander sostuvo mi cintura evitando mi caída.
-¡Al fin! –Exclamó Daphne, extasiada por nuestra escena.-La tensión entre ustedes era insoportable.-Dijo aplaudiendo.
Nuestro camino de regreso fue exclusivamente Daph parloteando sobre nosotros. No hubo comentarios sarcásticos de parte de ninguno: yo estaba demasiado avergonzada y Alexander, demasiado callado. Lo miraba constantemente, pero él sólo observaba los alrededores. ¿No le habría gustado? No tenía experiencia en esto de besar, y sabía que él la tenía de sobra.
Para cuando llegamos, los adultos ya habían desayunado y se encontraban durmiendo en sus habitaciones. Si ponías atención, podías escuchar los ronquidos de Luke.
Con la dignidad suficientemente machacada, tomé una manzana y me dirigí al baño a ducharme.
Toqué mis labios por enésima vez, mientras me encontraba recostada en mi cama, con mis auriculares puestos. Había besado a Joe, pero ese no contaba como un beso real sino que...
¡OH, POR DIOS! Olvidé totalmente la existencia de Joe. Corrí escaleras abajo, tomando el teléfono y esperando que él contestara del otro lado.
-¿Hola? –Preguntó con voz soñolienta. Apenas eran las diez de la mañana, de un domingo. Mi horario de dormir estaba hecho un asco.-¿Hola? –Volvió a repetir cuando no contesté.
-Joe, soy yo.-Me apresuré a decir, y a inventar una excusa.-El día de la fiesta...lo siento tanto...comencé a sentirme mal y luego Alexander me llevó a casa, ya sabes...-Hubo un silencio del otro lado, y luego colgó la línea. Intenté marcar otra vez, pero no volvió a responder.
Joe era probablemente lo más cercano que tenía a un amigo y lo había estropeado todo. Me senté en el sofá, y allí me dormí.
Desperté pasado el mediodía, cuando un exquisito olor a pizza llegó a mi nariz. Motivada por el hecho de que no comeríamos sobras de nuevo, corrí a la cocina y me senté en la mesa, en mi lugar de siempre, que era en frente a Alexander.
-Quiero que me enseñes el truco de los ojos.-Le solté. Los demás estaban conversando sobre football, y Daph se encontraba dándose una ducha. Levantó sus cejas, sorprendido por el pedido.
-Ya te dije que requiere mucho control, no es para cualquiera. Ciertamente, no para alguien como tú.-Indicó.
-¿Tienes miedo que te quite tu puesto?-Pregunté, desafiándolo. Sabía que aquello era imposible, pero algo en su cara cambió y dirigió su mirada a Mike, quien ya se encontraba mirándolo de vuelta. Intercambiaron palabras silenciosas, y su atención volvió a mí.
-Eres una loba, solamente por el hecho que te mordieran. Luego, pasas de todo esto. Por supuesto, no estás a la altura si quiera de estar en una manada. ¿Quién te crees? Brooke, no eres más que una simple omega. Jamás serías alfa.
Todos escucharon su respuesta, pero ningún intervino por mí, más bien giraron sus cabezas en dirección a su plato y continuaron con la charla, un tanto incómodos.
Mi intención era hacer todo aquello parte de una broma, sólo para que me prestara atención y dejara de ignorarme. No que me partiera el corazón como acababa de hacer. No sólo había dicho esas duras palabras, si no que había usado un tono de voz nuevo para mí, que hizo que bajara mi vista y no pudiera replicar absolutamente nada. Sentí mi loba interior arder con furia por aquello, pero inclinándose ante él. No entendía porque, si no era el alfa todavía y no tenía ningún sentido que me sometiera a él.
Así que por el resto de la noche, comí en silencio. Luego, prometí lavar todos los platos, asegurándole a Daph que podía hacerlo sola. Quería que ella se fuera, y se durmiera para que no me preguntara nada acerca de su hermano.
Tenía un gran nudo en la garganta, que no desaparecía. Nos habíamos besado, y sabía que los dos habíamos sentido esa electricidad, que siempre rondaba cuando estamos demasiado juntos. Pero hacía una hora, me había atacado frente a todos, sin piedad. Yo estaba mejorando: me estaba volviendo más rápida y más fuerte, sabía que aún tenía mucho que trabajar pero aún así...no tenía derecho a decirme todo aquello.
Sentí su presencia detrás de mí, y se me cayó un vaso, sorprendida que siquiera quiera estar cerca de mí. Me agaché para juntar los trozos de vidrio, y me corté un dedo con uno. Sin importar que la sangre comenzara a chorrear de mi mano, junté todos los demás y los tiré en la basura. Me quedé allí parada, sin atreverme a mover cuando sentí su tacto en mi brazo. Abriendo el grifo, metió mi dedo bajo el agua. Acarició el resto de mi mano con su pulgar, y no fui capaz de apartarla.
Estaba atrapada, sabía dentro de mí que algo había cambiado entre nosotros. Y no me encontraba capaz de escapar de él. Ni quería.
-Lo siento.-Rompió el silencio con esas dos palabras.
-¿Por qué lo dijiste? –Aventuré a preguntar, aún con nuestras manos entrelazadas bajo el agua. No volvió a decir nada por unos minutos, sólo se dispuso a observarme. Retiró un mechón de mi cara, y lo colocó detrás de mí oreja, ahuecando con su mano mi mejilla.-¿Por qué haces esto? –Volví a preguntar.
Pero no hubo respuesta, sólo su boca sobre la mía. El beso comenzó furioso, no hubo tiempo para caricias. Me subió a la mesada, quedando nuestros ojos a la misma altura. No pude leer los suyos, llenos de confusión, miedo y excitación. Sin importar nada, me dejé llevar y enredé mis piernas en su cintura, acercándome al borde de le mesada, sabiendo que no iba a caer. Nunca caería con él cerca de mí.
-Dime porque haces esto. Me besas, me tratas como la mierda y ahora...-Dije sin terminar, cuando empezó a besar mi cuello. Lo aparté, maldiciéndome a mí misma.-Alex, respóndeme.
-Me has llamado Alex.-Señaló, sonriendo.
-Eres tan...-Bajé de donde estaba sentada, preparada para irme. Pero tomó mi mano, e hizo que lo siguiera fuera. Nos adentramos un poco en el bosque, comenzando a hablar un vez que nos frenamos.
-Mike me pidió que dijera todo aquello...hay algo que no te hemos dicho, Brooke. Y creo que es hora de que lo sepas...
Pero no pudo continuar con su explicación,porque detrás de él apareció un hombre desnudo, con ojos de un flamante color amarillo y sus garras fuera, dispuesto a atacarnos.
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She wolf
WerewolfHace tres años la vida de Brooke cambió completamente. No solo perdió a su madre, si no que cada invierno se perdía a si misma encerrada en el cuerpo de una loba. Pertenecía a una manada, pero cuando era humana, sólo contaba con su padre y Mike, el...