Capítulo 15

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BROOKE

No quería moverme de allí. Me encontraba rodeada por los brazos de Alexander, y allí donde nuestras pieles se encontraban, un hormigueo leve estaba presente. Me removí inquieta, no sabiendo que hacer, pero eso solo provocó que él me apretujara más.

-Alexander...-Susurré, sin querer despertarlo en realidad. Rodé sobre mi espalda, para quedar frente a él.

Sus ojos verdes, ocultos tras sus parpádos, parecían moverse como si estuviera en una pesadilla. Su mandíbula tensa indicaba lo mismo. Coloqué una de mis manos en su mejilla, acariciando su pómulo con mi pulgar. Su barba de algunos días raspada, pero no importaba en lo más mínimo. Me gustaba esa sensación de estar juntos, hacía que pareciera que todo estaba bien y que sólo nosotros dos habitábamos el mundo.

Bajé mi mano un poco, haciendo que ahora mi pulgar rozara su boca. Recordé como estaba besando a aquella chica en la fiesta, y en como deseé ser yo la que tuviera esa suerte.

Espera...¿acabo de decir que una chica tiene suerte por besar a este imbécil? Retiré mi mano rápidamente en cuanto tuve ese pensamiento. ¿Qué estaba haciendo?

Tiré de su pecho para que me suelte, sin mucho éxito. Intenté codearlo pero aquel lobo no había quien lo moviera.

-¡Alexander! Suéltame.-Exclamé, arrastrando la "e" para que prolongara el grito. Empezó a moverse y pude sentarme en aquel colchón, pero sus manos no abandonaron mi cadera.-¡Que me sueltes! –Volví a gritar, intentando sacar sus manos de mi cuerpo. Claramente, el tipo ya estaba despierto.

-¿Por qué eres tan gritona cuando te levantas? Cállate de una vez.-Demandó, tirando de mí para que me volviera a acostar.

Intenté soltarme de nuevo, esta vez sí pudiendo hacerlo. Abandoné la habitación sin mirar atrás.

Ya era de noche cuando aparecí por la cocina, donde todos se encontraban cenando. Daphne me miró con una sonrisa cómplice en su rostro, mientras los demás hacían un silencio incómodo. Me acerqué para tomar un plato de comida y sentarme junto a mi amiga.

No había terminado de sentarme cuando siento un codazo en mis costillas en el momento que Alexander entraba a la cocina. Nadie hablaba y aquello me hacía sentir más nerviosa de lo normal. Tom, ¿dónde demonios están tus chistes?

Alexander tomó asiento frente a mí. Su cabello lucía totalmente desordenado y su cara seguía soñolienta. Me encontró observándolo, y me regaló una sonrisa ladeada. Engreído. El sonido de la puerta del frente al cerrarse desvió mi atención.

-Aprobaron la caza.-Soltó David, quien era el único que faltaba allí. Él era un hombre de pocas palabras, y podría decirse que el más "culto" de nosotros y por eso, Mike lo había asignado a que estuviera al tanto de lo que se decía en las reuniones entre los ciudadanos del pueblo y el Alcalde.

Aquellas tres palabras robaron mi aliento, haciendo que soltara el tenedor en la mesa. No eran buenas noticias para nadie, pero en especial para mí. Y sabía que todos pensaban lo mismo: "¿Qué vamos a hacer con la inestable de Brooke?". Miré preocupada la reacción de Mike mientras pasaba sus manos por su cara. El silencio seguía persistente en la habitación, todos a la espera de que el Alfa diera alguna orden.

-Haremos lo siguiente.-Habló, al fin.- Alex, seguirás entrenando a Brooke y deberás vigilarla. David, haremos todo lo posible para retrasarla. Tom, Luke, asegúrense que nadie haya ingresado a nuestro perímetro. Daphne, acompáñalos.

Todos asentimos, pero nadie siguió comiendo. Todos nos levantamos de la mesa, poniendo en acción las órdenes dadas. Tom, Luke y Daph salieron por la puerta trasera, dirigiéndose al bosque. Sabía lo que significaba su tarea: asegurarse que Mark, el lobo negro, no había vuelto a aparecerse cerca.

David y Mike desaparecieron, enfrascados en una conversación sobre leyes y protectoras de animales.

Los únicos que quedábamos allí, por supuesto, éramos él y yo.

-Bueno, ¿lista?-Preguntó, desesperándose exageradamente.

-¿Entrenaremos ahora? ¿En la noche?

-Claro, es bueno para desarrollar habilidades. Diría que hasta es mejor hacerlo de noche.-Guiñó,  mientras yo rodeaba mis ojos, entendiendo su doble sentido.

Media hora después, ya cambiados con ropa deportiva, nos encontrábamos en un claro del bosque. Pero él solo estaba ahí, mirándome sin darme alguna cosa para hacer.

-¿Estamos esperando algo o vas a decirme que hacer? –Cuestioné, poniendo mis manos en jarra.

Comenzó a caminar a mi alrededor, como si fuera el lobo y yo la presa. No iba a permitir que así fueran los roles. Moví mis pies para dejar de estar en el centro y me adentré al bosque.

Corrí lo más rápido que pude, sabiendo que él se encontraba detrás de mí, prácticamente sobre mis pies.

Un tronco caído se encontraba de mí, pero no podía frenar. Tenía que saltarlo, así que tomando impulso lo hice. Caí suavemente de puntillas sobre este y miré hacia abajo, con una sonrisa en mi rostro pero enseguida la borré cuando noté que él ya no estaba detrás de mí.

Intenté olerlo desde donde estaba, pero el rastro se había perdido. Tampoco escuchaba pasos ni nada por el estilo, solo insectos haciendo ruido. Sin embargo, una lluvia de rocas comenzaron a golpearme la espalda haciendo que pierda mi equilibro y caiga. Pero no llegué a tocar el suelo, porque gruesos brazos me sostenían.

-Eso fue trampa.-Protesté, alejándome.

-En una batalla, todo vale.-Dijo Alexander, volviendo a desaparecer entre los árboles.

-¡Una batalla ganada, no significa que hayas ganado la guerra!-Grité a ningún lugar en particular, pero una risa llegó a mis oídos en respuesta.

Volví a ponerme en movimiento cuando otra roca golpeó mi cabeza.

Él estaba jugando, haciendo que haya ruidos donde en realidad no había nada. Había intentado sorprenderlo varias veces, pero él era muchísimo más rápido que yo, y eso me estaba poniendo furiosa.

-¡Estoy agotada!-Chillé, sabiendo que él estaba cerca escuchando. No hubo respuesta. Respiré profundamente varias veces, tratando de sobrellevar el agite que tenía de tanto correr. Aun siendo loba, no estaba acostumbrada a todo aquel ejercicio.

Agudicé el oído, intentado escuchar cualquier sonido que él pudiera provocar pero nada. Tampoco sirvió de mucho estirar mi cuello para que mi nariz intentara captar su aroma. Alexander no estaba dejando rastro alguno, ¿cómo era eso posible?

Comencé a caminar, mis pies latentes del dolor y mis manos y brazos con sangre seca de los arañazos que había ido sumando a medida que corría. El calor de la noche hacía que estuviese bastante transpirada, y ya tenía mechones sueltos de mi coleta que se pegaban a mi cara.

-Vamos, Brooke.-Escuché de repente.-Te estoy dando una pista, tienes que encontrarme.

-Ya no quiero jugar más.-Sentencié, cruzando mis brazos.

-Nadie está jugando.-Susurró a mi oído. No lo había escuchado acercarse.

-¿Cómo es que haces esto? No soy capaz de escucharte siquiera cuando estás detrás de mí. Ni olerte.-Dije enfrentándolo. Mientras yo era todo un desastre, él estaba con su remera pegada al cuerpo pero sin ningún rastro de cansancio.

-Bueno, no sería el siguiente Alfa si no pudiera hacer este tipo de cosas.-Contestó, a la vez que sus ojos verdes comenzaban a tomar un brillo amarillo.


She wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora