BROOKE
Hoy el frío amenazaba el ambiente, y creo que no era la única con una sensación en el estómago porque todos estaban muy callados. Vacié mi taza con leche caliente de un tirón para que la sensación se fuera pero no sirvió de nada. Todos estaban encerrados en sus cuartos en el calor de su cama, pero por alguna razón estaba deseosa de entrar al bosque. Me saqué mi buzo y mi pantalón y quedé expuesta al frío, lo que intensificó el dolor en todo el cuerpo. Si corría, tal vez llegaría al límite del bosque.
-¿Qué haces?-Preguntó una voz cuando yo me disponía a abrir la puerta. Era Luke.
-Necesito...-El dolor ya me rasguñaba la garganta. No había tiempo. Abrí la puerta y antes de llegar al lindero había caído al suelo.
Ya nada tenía sentido y corrí al refugio del bosque, era agradable estar allí, recordaba las cosas pero cuando ponía atención, desaparecían. Era como si me hubieran borrado la memoria.
El olor a ciervo llegó a mi hocico mientras olfateaba la tierra húmeda por la poca nieve que quedaba y las gotas que caían. Erguí mi cabeza y lo vi entre dos árboles, tranquilo, como si no hubiera nada que le pudiera hacer daño. Sigilosamente me acerqué y cuando me encontraba a punto de saltar, otro lobo lo atacó. Este olía a podrido, a sangre seca. Me quedé agazapada detrás del arbusto mirando como destrozaba al ciervo, nunca había visto algo así. No podía moverme, si lo hacía, me atacaría y no iba a ganar esa pelea. Cuando terminó de saciar su apetito, desapareció. Olfateé el aire en busca de su rastro pero ya se encontraba lejos. Me acerqué al ciervo y no me atreví a probar un bocado.
Traté de rastrear al lobo negro pero el rastro ya había desaparecido a causa de la lluvia.
Lo conocía. Fue el quien me transformó, por alguna razón, su olor quedó impregando en mí desde aquel día. Mis patas habían quedado manchadas de la sangre del ciervo y, cuando me transformé en Brooke, eran mis manos las manchadas. Inconscientemente, toqué mi cara para saber si me había transformado del todo. Y sin importarme mancharme de sangre, me recosté en la tierra.
Él había estado a metros de mí. Él había matado a mi madre. Él me había hecho ser lo que soy. Él había apartado a Jack de mí. Él iba a morir.
Ahora tenía una razón para vivir. Se lo debía a mis padres.
Estuve tumbada junto al ciervo hasta la noche, podría haberme quedado más, pero mi cuerpo había comenzado a temblar. No me había alejado tanto de casa como pensaba, y cuando llegué, vi gente en el patio.
-¡BROOKE!-Gritó alguien, no reconocería la voz ni que fuese la de Jack. Estaba demasiada entumecida para hacer algún esfuerzo. Cuando unos brazos me agarraron, me desplomé en el suelo.
El cuerpo dolía. Pero no tanto como si me fuese a transformar, nada se le igualaba. Los ojos me pesaban y no los podía abrir. Pero podía escuchar.
-¿Estaba herida?-Preguntó una voz femenina. Daphne.
-No, la sangre no era de ella.-Aseguró Mike mientras tomaba mi mano. Su tacto era cálido.- ¿En qué diablos pensabas?-Preguntó y supe que me lo decía a mí.
Recordé al lobo negro y abrí los ojos. Pero cuando lo hice, no había nadie, tal vez me había desmayado de nuevo. Voltee a ver la ventana y ya era de tarde. ¿Había estado inconsciente un día entero? Volví a cerrar los ojos y el lobo apareció ante mí. Había visto como devoraba a aquel ciervo, con tanta facilidad... ¿así fue la imagen de él encima de mí? Intentaba recordar cómo era el color de sus ojos, pero no podía. ¿Volvería a verlo? Iría todos los días al bosque si era necesario.
Alguien entro al cuarto y cerré los ojos.
-No te hagas la dormida, pequeña.-Los volví a abrir y reconocía la barriga de Luke.-Le avisaré a Mike que despertaste.
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She wolf
WerewolfHace tres años la vida de Brooke cambió completamente. No solo perdió a su madre, si no que cada invierno se perdía a si misma encerrada en el cuerpo de una loba. Pertenecía a una manada, pero cuando era humana, sólo contaba con su padre y Mike, el...