Capítulo 9

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BROOKE

-Brooke, tienes que prometer que no harás nada. No irás a buscarlo ni te acercaras al bosque. Nosotros nos encargaremos de esto. Tampoco podemos permitir que vuelva a atacar a alguien, ya bastante problemas hay con la propuesta de caza de lobos.

-Pero...

-Es una orden de tú alfa que sugiero sigas si no quieres afrontar las consecuencias. Ahora, voy a contarte quien es este lobo.-Esperé ansiosa mientras se acomodaba en la silla. No hice lo mismo, no creía poder estar quieta sin balancearme en mis pies.-Es un ex miembro de la manada. De hecho, era el alfa antes de que yo lo fuera.

-¿El alfa? Pero me dijiste que fue un lobo que no podía controlarse.

-Y no puede. Su nombre es Mark, es mi hermano mayor.-Jamás me había puesto a pensar en si Mike tenía familia, mucho menos si tenía un hermano.-Ambos nacimos así, y Mark por ser el mayor, fue el designado por sangre a ser el alfa. No estaba preparado para la responsabilidad y ahí fue cuando comenzó todo. Creyó que ser alfa era hacer lo que uno quisiera, pero los pensamientos de los otros llegaban a él sin control, sus transformaciones comenzaron a ocurrir en cualquier momento, hasta que dejó de transformarse del todo en humano. Ya no pudimos razonar con él, no recibía lo que le decíamos y poco a poco, se fue apartando. La manada necesitaba un líder, y fue cuando decidí que esto no podía continuar. Así que lo enfrenté, y bueno, podrás imaginar el resto. Lo que no sabes es que esta pelea ocurrió el día de tu accidente. Él estaba cegado por el odio y la venganza, así que cuando se cruzó con ustedes, no lo dudó un segundo. Brooke, lo siento. Si hubiese sabido...

Me acerqué a la ventana y observé el bosque. Aquel que escondía a mi enemigo. Aquel que recorrería kilómetro por kilómetro hasta encontrarlo, sin importar la promesa que hubiese hecho. Mike sólo se había acercado a nosotros porque se sentía responsable por lo ocurrido. Aquellos ojos que me miraban con lo que pensé era lástima, sólo era culpa de lo ocurrido.

-Mike, no es tu culpa.-Seguía mirando hacia fuera porque no era lo suficientemente valiente para enfrentarlo.-Quiero que lo sepas, pero no voy a prometer no ir a buscarlo. Se lo debo a mi madre y a Jack.-Sentí su presencia desde atrás, y luego un suave toque en mi hombro.

-Niña, si vas con nosotros, serás una carga. No puedes defenderte por ti misma y vamos a estar pendiente de ti a todo momento, sin concentrarnos en lo que hay que hacer. No has querido entrenarte como es debido, ahora es tiempo de ver los resultados de eso.

-Pero puedo empezar ahora. Sé que puedo. Sólo...por favor, no me dejen fuera de esto.-Esta vez no iba a llorar. Iba en serio.-Le pediré a alguien que me ayude. Si es Alexander a quien debo hacerlo, lo haré.-Dije firmemente. Mike me observó sorprendido por un momento, seguramente porque nunca habrá pensando que yo le estaría confesado que deseaba hacer algo por mi vida lobuna.

-De acuerdo. Si vas en serio con pedirle a Alex, entonces sólo permitiré que entrenes con él. Ustedes dos parecen tener asuntos que resolver y esta sería una buena oportunidad para hacerlo.

Bien, tal vez me había dejado llevar por el momento cuando hice la estúpida propuesta de entrenar con el idiota. Sobre todo porque tendría que pedirle algo luego de haberle roto la nariz.


-Alex, ¿podrías quedarte quieto? Estoy intentando limpiarte.-Rezongó Daph dentro del baño.-Listo, no fue tan difícil. Ahora, ¿vas a ir a disculparte con Brooke?

-¿Disculparme con ella? ¡Ella fue la que me hizo esto! –Mierda, mierda, mierda.

-Sabes que dijiste cosas que no deberías. ¿Qué estabas pensando?

Golpee la puerta suavemente, en mi interior esperando que sus oídos lobunos no escuchara pero por supuesto, fue en vano. El aroma a sangre llegó a mi nariz cuando Daph abrió la puerta, y apretando mi hombro mientras salía, me dirigió unas palabras de consuelo antes de dejarme a solas con su hermano.

El silencio incomodo siguió y no pude parar de jugar con mis manos hasta que tomé el valor para mirar su cara mal trecha. Mala elección. Creo que el piso sería una mejor opción, de lo contrario, perdería la fuerza para hablar.

-Alexander, quería pedirte disculpas.-Nerviosa aún y sin mirarle a la cara, continué.-Dijiste cosas...y que tal vez tengas la razón hizo que mi cuerpo reaccionara. Lo siento.-Con mi mirada clavada en su torso, lo sentí acercarse hasta mí y levantar su mano. Como aquella vez, pensé que me golpearía pero esta vez no cerraría los ojos. Aquello me dio fuerza para mirarlo a la cara. Pero lo que vi allí no fue furia, fue lo opuesto. Tomó suavemente mi barbilla y alzó mi rostro.

-Pequeña monstruo, si me besas ahora olvidaré todo lo que pasó hace rato.-Susurró en mi oído. Nunca, jamás, un chico había estado tan cerca de mí. Y estaba segura que él podía oír el latido de mi corazón en incremento. Como pude, lo empujé lejos de mí.

-¿Pero qué te pasa?-Le grité mientras sonreía engreído. No necesitaba que un idiota como él me molestara con esto. No ahora.

-Vamos, sé que necesitas algo de mí. Nunca te hubieras disculpado si Mike no te hubiese dicho que lo hicieras.-Volvió su rostro hacia el espejo mientras se inspeccionaba el rosto.-Haz hecho un desastre con mi cara, ¿cómo atraeré a las chicas así? Hasta que mejore deberías compensarme.

-Eres tan...tan...-Y en segundos, me encontré acorralada contra la puerta del baño. Genial, me asesinaría en mi propia casa. Sus brazos se encontraban extendidos sobre cada lado de mi cabeza sin dejarme escapatoria. No tendría sentido siquiera intentarlo.- ¿Y qué esperas?

-Espero a que me beses, pequeña Brooke.

She wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora