Capítulo 30: De vuelta a la realidad

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Emma

Miro como los árboles pasan a nuestro alrededor mientras vamos de vuelta a casa, aunque realmente no sé dónde vamos. Si a casa de Alan o a la mía. Aunque eso no importa porque seremos marido y mujer y será nuestra casa. Solo de pensar en eso una sonrisa invade mi rostro aunque nuestros días románticos en soledad se han terminado.

Ya estamos llegando a Nueva York, después de dos horas aproximadamente de vuelo en el avión privado de Alan. Según él esa es una gran ventaja, ya que podríamos haber tardado mucho más en un avión comercial. Volver a la realidad ahora mismo me resulta un poco duro. Me he acostumbrado a pasar las 24 horas del día con él y ahora no sé cuántas horas soportaré estar alejada de su lado.

Vamos en un coche que no llama demasiado la atención, sigue siendo un mercedes pero es todo negro. Incluso los cristales tintados, no nos pueden ver. Eso nos da cierta intimidad. Este coche nos esperaba en el aeropuerto y la verdad es que no sé de qué me sorprendo. Alan lo tiene todo controlado. No deja que me preocupe por nada, siempre se encarga de todo pero ahora yo me voy a encargar de él.

Dejo de mirar por la ventanilla y le miro a él. Está conduciendo tan sexy como siempre. Lleva una camisa negra de botones y unos pantalones de traje grises. No usa ni corbata ni chaqueta. El pelo lo lleva como siempre, revuelto e indomable. Amo a este hombre. Creo que se me está cayendo la baba en este preciso momento.

Sus ojos verdes se encuentran con los míos durante un instante.

Veo una de sus particulares sonrisas, esas que solo veo yo y que adoro. Son únicas en él y él es mío. Miro sus labios y no puedo evitar morder los míos como acto reflejo. Ansío sus carnosos labios sobre los míos, sus besos me vuelven loca y acariciar su pelo se ha convertido en mi pasatiempo preferido.

-Eres hermosa y te quiero, ¿te lo he dicho antes?- dice Alan de repente. Siento que mi corazón va a salir disparado en cualquier momento. Estoy tan feliz que dudo que algo empañe este precioso momento.

-Creo que me lo has dicho como cada cinco minutos más o menos desde que hemos dejado Chicago- sonrío y él suelta una carcajada ante mi comentario.

-Te adoro ahora mismo, eres mi vida entera- me toma de la mano y entrelaza sus dedos con los míos. El roce de su mano, su tacto sobre mi piel me hace estremecer. Se acerca nuestras manos a los labios y besa el dorso de la mía. Y sigue conduciendo pero sin soltar mi mano.

-Alan...- sé que es incómodo conducir de este modo pero él no hace ademán de soltar mi mano.

-Nunca, jamás me pidas que te suelte porque soy incapaz de hacerlo. No sé cómo lograré mantenerme cuerdo estando todo el día lejos de ti ahora que hemos vuelto, así que déjame disfrutar de ti, de tu tacto, tu olor, tus ojos hermosos, tus labios y de toda tú antes de que decida secuestrarte y no separarme de ti nunca- ahora soy yo la que acerca nuestras manos a mi boca, necesito besar su piel aunque sea su mano, no me importa. Quiero que sepa que esos sentimientos también los tengo yo y que para mí es lo más importante del mundo.

Me fijo en el camino que ha tomado y sé que estamos cerca de su casa, a las afueras de Nueva York. Eso quiere decir que podré pasar un poco más de tiempo con él. Y la verdad es que me encanta. Giramos la última calle y ya puedo ver su enorme mansión.

La había visto antes pero ahora que es de día la puedo ver mejor. Es increíble. No hay duda que es un hombre que no tiene problemas económicos. Tiene un aspecto de rectángulo, con dos plantas. Alrededor un enorme jardín y en el lateral de la casa una enorme piscina. Gran parte de la decoración es en blanco y las paredes son acristaladas en su mayoría, aunque desde fuera no se puede ver lo que ocurre dentro. Seguramente serán cristales acorazados por si las moscas. Pensar en todos los peligros a los que está expuesto Alan me pone la carne de gallina. Espero que nunca le pase nada malo. O no lo podría soportar.

Con solo una mirada conquistaste mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora