Capitulo 19: Cierra los ojos

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Alan

-Alan, alguien nos ha seguido, unos tipos de negro, estamos atrapadas en un callejón...- se ha cortado la comunicación, mierda. Tengo que encontrarla. Emma, Emma, aguanta preciosa.

-¿Alan?- veo a Cristian mirarme, ha escuchado algo pero está demasiado tranquilo para haber escuchado toda la conversación.

-Están en peligro, las han seguido y el móvil de Emma no da señal, tenemos que hacer algo Cristian y rápido. Las podrían matar- al decir esas palabras todo mi cuerpo se estremece. No quiero ni puedo pensar en eso, si Emma dejara de existir yo dejaría de vivir.

-¿Están?- el rostro de Cristian va perdiendo su color natural, está pálido. Acaba de darse cuenta de que Nadia también está en peligro.

-Tenemos que encontrarlas Cristian, ¡YA!- subo al coche, necesito encontrarla de inmediato, pero no sé exactamente donde están, si me pongo a buscar sin ningún indicio de que estén en algún lugar en concreto llegaré tarde.

Cierro la puerta del coche con toda la fuerza de la que soy capaz y me sorprende que siga intacto.

-No sabemos exactamente donde están Cristian, no podemos peinar la zona los dos solos y me niego a poner la vida de Emma en manos de otra persona- sé que él me entiende y veo como sus ojos brillan indicando que acaba de tener una idea. Espero que sea una brillante y no me decepcione. Soy el líder pero estoy bloqueado, no puedo apartar a Emma de mi mente. Matare a quién haya intentado hacerle daño, de eso no tengo la menor duda.

-El móvil Alan, podemos rastrearlo- la idea de Cristian es tan obvia que no se me había ocurrido, estoy empezando a pensar que Erica tiene razón, y cuando se trata de Emma me convierto en un completo inútil. Pero no puedo ni quiero alejarme de ella, así que asumiré no ser de mucha ayuda cuando la mujer de mi vida está en peligro.

Saca del bolsillo interior de su chaqueta de cuero su enorme móvil, digo enorme porque es la última tecnología que aún no ha salido al mercado. Le gustan esos juguetitos, por eso es mi hacker preferido y el mejor.

-Voy a necesitar el número Alan- le digo de memoria el teléfono de Emma. Sí, lo sé de memoria de tantas veces que he querido llamarla y no lo he hecho por miedo.

Soy un idiota, ¿miedo de qué? Emma es perfecta y no voy a perderla. Cuando la encuentre y la salve no tendré más miedo con ella. Quiero pertenecerle, que se sienta segura y no quiera alejarse de mí. Si tengo que confesar que estoy enamorado de ella lo haré. Se acabaron los miedos Alan.

-Lo tengo Alan- las palabras de Cristian me sacan de mis pensamientos.

Sin esperar más, le cojo el teléfono dónde está indicada la ubicación de Emma en el GPS. No está lejos y nadie ni nada me va a impedir llegar a ella lo más rápido posible.

Ni si quiera espero a Cristian, arranco el coche y me pongo en marcha, no tenemos tiempo que perder, mi corazón está a punto de salirse por la boca o de dejar de latir. Emma ya voy, confía en mí.

La señal está quieta en un punto, a mi derecha. Doy un giro rápido con el volante y freno de golpe. Bajo del coche y me adentro en el callejón. De inmediato veo lo que está sucediendo. Emma está contra la pared, veo sus libros. Pero un tipo con el pelo largo está demasiado cerca de ella, pretende besarla. No se lo voy a permitir, si la toca le mato.

Oigo la moto de Cristian derrapar al lado de mi coche pero no le espero me lanzó contra ese tipo que acerca sus labios hacia los de Emma y de un solo puñetazo le derribo. Siento la rabia correr en mi interior. Y solamente quiero matarle.

-Alan- es la voz de Emma, ha sido un susurro pero la tengo a mis espaldas. Protegiéndola con mi cuerpo. El tipo intenta levantarse, no se lo voy a permitir, no se levantará nunca más.

La rabia me consume pero sin esperarlo, siento los brazos de Emma alrededor de mi cintura. Siento su rostro enterrado en mi espalda y sus lágrimas mojan mi camisa. No puedo verla así, no voy a permitir que sufra.

Me doy la vuelta y la envuelvo entre mis brazos. Ahora mismo me siento tranquilo, la tengo a mi lado. Siento su corazón latir y su respiración contra mi pecho. Amo a esta chica. Y no la voy a dejar escapar. Beso sus cabellos y me doy cuenta que el tipo del pelo largo se ha levantado y va a sacar su arma.

-¡Alan!-Cristian cree que no me he dado cuenta, pero llevo demasiado tiempo en esto como para no saber cuándo me van a atacar por la espalda.

-Emma, cierra los ojos cielo- beso su cabeza y aprieto su cara contra mi pecho, cubriendo con mi mano el oído que no queda pegado a mi pecho. Saco la pistola y haciendo gala de mi sangre fría le disparo justo en el corazón. Él casi me deja sin el mío, no siento haber hecho que el suyo haya dejado de latir.

Aprieto a Emma contra mí.

-Alan, me llevo a Nadia- me giro y veo que Cristian ha terminado con el otro tipo y se lleva a Nadia pegada a su pecho. La veo temblar y entonces me doy cuenta, Emma también está temblando. Tiene miedo pero ¿de mi?

-Emma cielo, ya está, pero mantén los ojos cerrados- tomo su cara entre mis manos y beso sus labios dulcemente. La adoro, la quiero y necesito que lo sepa. Pero ahora no es el momento ni el lugar.

La mantengo contra mi pecho, de espaldas a los dos cuerpos muertos de los hombres que han intentado dañarlas. No voy a pasar esto por alto.

La subo al coche y nos vamos a mi apartamento del centro, no quiero asustarla llevándola a la casa de las afueras. Creerá que la voy a secuestrar o algo por el estilo. Y que me tema es lo último que quiero. Tomo su mano y ella se abraza a mí. Rodeo sus hombros con mi brazo y dejo que apoye su cara en mi pecho.

-Me encanta el latido de tu corazón- su susurro me hace sonreír, ella está bien y no me teme. Alan si quieres que esté contigo tienes que dejarla entrar más. Tienes que romper tu coraza y dejar que tome tu corazón. Al fin y al cabo, es suyo.

Eric

Dios, se siente genial tener a la rubia tan pegadita. Que labios. Debería ser pecado tener un cuerpo como este. Aunque las prefiero morenas debo admitir que no la he podido sacar de mi cabeza desde esa noche que casi me mata con su coche de lujo.

Separa nuestros labios y no sé si voy a ser capaz de reponerme de este beso.

-Tal vez la que te destroce sea yo, nene- me mira con suficiencia la rubia.

-Eric, no nene. Y preciosa aquí el único que te destrozaría sería yo- digo tomándola de la cintura y haciendo que retroceda.

Se queda perpleja, no sabe lo que le espera. Antes de que su espalda choque contra la puerta del cambiador de empleados, abro la puerta y nos meto dentro sin soltar su cintura.

La pongo contra las taquillas, atrapada por mi cuerpo. Oigo como su respiración es entrecortada y se muerde los labios. Me tienen loco esos labios rojos, sobre todo desde que los he probado. No quiero separarme de ellos.

-¿Qué vas a hacerme?- dice la rubia mirándome a los ojos, veo algo en sus ojos que no me gusta. ¿Miedo?

-No sé tu nombre rubia, y no quiero llamarte así- digo rozando sus labios con los míos.

-Erica- susurra contra mis labios, esperando que junte los míos con los suyos para un gran beso. Me porto mal y le muerdo el labio inferior. Adoro el gemido que sale de su boca.

-No me destroces- me paro en seco al escuchar esas palabras salir de su boca.

-Jamás lo haría Erica, no soy malo solo travieso- acaricio su largo y esbelto cuello y beso su mandíbula.

-Eric- beso sus labios, no voy a dañarla y no quiero que sienta que lo voy a hacer. Acaricio sus muslos sin dejar de devorar su boca.

-Dime ¿qué quieres Erica?- susurro contra sus labios.

Sube su pierna hasta rodear mi cintura con ella. Ahora tengo a mi alcance todo su cuerpo y ella me lo está permitiendo.

-Hazme tuya Eric, poséeme-

Con solo una mirada conquistaste mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora