Capítulo 31: El plan

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Alan

Emma se ha quedado dormida entre mis brazos. No se ha despertado ni cuando han vuelto a casa Eric y Erica. Son bastante escandalosos la verdad. Pero no me importa, todo lo que verdaderamente me importa lo tengo entre mis brazos.

No puedo dejar de mirar a Emma, es hermosa. Me encanta como huele, lo dulce que es. Me gusta todo de ella y no la puedo ni quiero dejar escapar. Pero tengo que dejar todo esto atrás. Sé que no será sencillo pero tengo que hacer algo al respecto. Algo se me tiene que ocurrir.

Cierro los ojos después de este día tan intenso, mañana no podré pasar todo el día con Emma ya que tengo al jefazo en casa, demasiado cerca de mi chica. Eso no me gusta nada. A mi mente acuden los recuerdos de esta tarde.

La cara de Emma cuando la he mandado a casa con Cristian. Su cara de preocupación, decepción y tristeza son algo que espero no ver nunca más. Encontraré la manera.

Abrazo fuerte a Emma contra mi cuerpo, hundo mi cabeza en el hueco de su cuello y me quedo profundamente dormido soñando con casas cerca del mar, el pelo de Emma hondeando por el viento y pequeños niños de ojos verdes jugando con ella. Es un sueño agradable que espero cumplir. Con una sonrisa en mi rostro pierdo la conciencia centrándome en vivir ese sueño.

Cristian

Cuando se cierran las puertas del ascensor no puedo evitar estallar en una enorme carcajada. Emma es genial, sin duda es la chica adecuada para Alan. Se ha cabreado y ha empezado a lanzarme cosas. No puedo negarle que ha tenido puntería. Me duele mucho el ojo, pero así puedo disfrutar de una noche tranquila con Nadia. Sé que cuando me vea se va a preocupar bastante pero no es nada. Solo un pequeño golpe, mañana tendré el ojo morado y será peor que ahora. Por suerte llevo encima mis gafas de sol. A Nadia le encantan, dice que parezco un chico malo y sé que la vuelvo loca.

Cojo el coche y decido llamar a Alan, tiene que saber el estado en el que se encuentra Emma, aunque ahora este muy enfadada. Más tarde se sentirá mal y seguramente romperá a llorar. He vivido solo con mi hermana durante muchos años y conozco bastante a las mujeres. Son seres que se rigen por el corazón y eso es lo que adoro de ellas. Son puro sentimiento.

-¿ha pasado algo Cristian? ¿Todo bien?- Alan parece cansado, y preocupado. No es para menos. Cuando se presentaron el jefe y todos sus hombres no sabía que hacer exactamente. No puedo negarle el acceso a Delano Rizzo, uno de los mayores jefes de mafia italiana. No parece peligroso y esa es su mayor característica. Te confías y luego terminas muerto. No pude hacer nada, solamente esperar a Alan. Me hicieron muchas preguntas sobre donde estaba y encima no contestaba al teléfono. Por suerte los pude entretener lo suficiente para que la cosa no se pusiera seria. Erica cuando los vio prefirió largarse con Eric. Yo de haber podido habría hecho lo mismo. Pero se lo debo a Alan.

Mientras voy a ver a Nadia recuerdo la conversación que tuve con el jefe. Fue agradable y amenazante al mismo tiempo. Ese hombre me da escalofríos.

-¿Dónde está Alan?- Delano Rizzo es paciente, los primeros cinco minutos. Después no le gusta demasiado esperar. Se estaba exasperando.

-Ha tenido que atender unos asuntos pero está de camino-intenté sonar calmado y creo que le convencí.

-Espero que no tarde demasiado, ya sabe que no soy un hombre paciente- su sonrisa jamás desaparece de su rostro. Es un hombre de unos sesenta años pero su pelo sigue siendo negro como la noche. No aparenta tener esa edad la verdad. Aunque siempre sonría no es una sonrisa verdadera, es una sonrisa que da bastante miedo. Sus ojos son también oscuros y una mirada tan penetrante que hace que la sangre se te hiele solo con mirarle. Y los hombres que lleva consigo no son para tranquilizar a las personas, al contrario. Son tipos de dos metros. Musculados a más no poder, entrenados perfectamente en todas las artes que existen y expertos torturadores. Siempre visten de negro, ya sean trajes si es algo más oficial como ahora o ropas completamente negras para misiones.

Con solo una mirada conquistaste mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora