Terry molesto recogió su saco y comenzó caminar hacia un pasadizo que lo conducía hasta el camino fuera de su propiedad, al menos tenía que verla a lo lejos. Corrió hasta su destino y mientras lo hacía, recordó.
Inicio del flash back
- ¿Pasa algo papá? Te veo incómodo desde hace unos días – cuestionó Terry cuando lo vio sentarse en el comedor para desayunar como cada mañana.
- Sí, hace unos minutos nos informaron del fallecimiento de un gran amigo mío, bueno de hecho era amigo de tu abuelo – sonrió al recordar que él no podía tener a un amigo tan anciano.
- ¿Cuál de todos? – dijo sarcástico.
- El más importante hombre de negocios de Chicago, William Andley – rememoró ese nombre que alrededor de su vida había escuchado incansablemente.
- William An... ¿el Patriarca de la Banca? – refirió Terry, alzando una ceja.
- El mismo, George Johnson me avisó que se me requiere en la lectura del testamento el día de mañana – le comentó a su hijo.
- Ese señor ¿te dejó algo? – se burló por tal acontecimiento.
- Pues mi padre me comentó algo sobre un negocio que ellos tenían, pero que debían legar conforme pasaban las generaciones, en realidad creo que es un contrato perpetuo – comentó mientras recordaba lo que unos años antes su padre le había dicho.
- ¿Aún hay de eso? – pregunto extrañado.
- En nuestras familias sí, así que mañana te espero en esta dirección, no llegues tarde – le dio una dirección y comenzó a caminar lentamente hacia la salida.
- ¡No voy a ir...! – le avisó su vástago.
- No te estoy pidiendo tu opinión, si no llegas Terrence, ¡me vas a conocer! – por lo visto tendría que amenazarlo siempre que le pedía un favor.
- ¡Padre, no tengo cinco años! – reclamo el castaño.
- Pues espero que no quieras que te trate como uno – le advirtió y siguió su camino.
- ¡Por supuesto, señor! – se levantó dando un portazo, lo cual a Richard ni caso le hizo.
Terry salió furioso de la mansión Grandchester dirigiéndose con la chica en turno, una conquista demasiado fácil de atender ya que apenas y tenían tiempo para discutir de otra cosa que no fuera intimar con ella, paso ahí toda la tarde y parte de la noche. Muy entrada la madrugada, se alistó, se dirigió a la mansión y al llegar a su habitación se tumbó en su cama quedándose profundamente dormido.
Muy de mañana la mucama lo despertó y enfurruñado se metió a bañar, saliendo unos minutos después y vistiéndose entre un trozo de pan y algunos sorbos de café, se asomó al espejo y salió corriendo hacía donde sería la lectura del testamento de Lord William Andley.
A ella le parecía el día más triste de su vida, se encontraba recargada en la cornisa de su habitación cuando oyó como a lo lejos la llamaban, pero una gruesa lágrima caía en ese momento de sus ojos, la cual fue limpiada por un suave dedo índice.
- ¿Aún llorando? - le preguntó un rubio mientras la abrazaba.
- Albert, ¿cómo voy a vivir sin él? – rebatió ella.
- Lo haremos todos juntos, te ayudaré a que te sientas bien, te lo aseguro – le dijo dándole un beso en la coronilla.
- Joven William, el abogado ha llegado – le informó George, admirando el rostro acongojado de Candy.
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Un amor que no entiende de pasiones
RomanceESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Él, un millonario desde el nacimiento. Ella una hermosa y sencilla doctora. Él un Don Juan ha...