- A ¿dónde vas? – preguntó Candy cuando lo vio caminar hacia la puerta.
- A mi camarote Candy, necesito comer primero – refirió el con otra mirada.
- Pues precisamente eso es lo que voy hacer – dijo ella dándose la vuelta.
- Candy, ¿segura? – le preguntó levantando la ceja.
- ¿Tú lo estás? – le devolvió el cuestionamiento.
- No necesitas preguntarlo – avanzó hacia ella con determinación y la alzo depositándola en la cama, prodigándole besos por todo el cuerpo, ansioso y amoroso.
- Candy ¿estás segura? – quiso saber.
- Tan segura como lo que estoy a punto de hacer, necesito saber ¿cuánto me amas? –
- Más que a mí mismo, te apoyare en todo y ante todos – le prometió.
- Sabes...debo preguntarte una cosa... - comentó élla.
- ¿Qué cosa? – se detuvo consternado.
- ¿Tienes preservativos? – preguntó ella como si hablaran de chocolates.
- No... pero si resulta que tenemos un hijo, créeme que seré feliz, eternamente feliz – le dijo volviéndola a besar.
- Es que yo si tengo – le informó.
- Lo dejo a tu decisión pecosita, tú podrás detenerme si así lo quieres – le dijo y alzó una mano arriba en son de promesa.
- Entonces bésame – le pidió ella obligándolo, de alguna manera.
Candy tomó los labios de su novio, para luego enredar los dedos entre los cabellos de Terry, acercándolo más a su boca, Terry que tenía el pecho descubierto, comenzó a suspirar cuando su novia le daba tímidas caricias, ella le estaba ganando la partida por lo que comenzó a acariciarle las piernas haciendo que emitiera sonoros gemidos. Los cuales tuvo que acallar con besos profundos, ya que Mario pudiera estar cerca de ahí y podría escucharlos.
- Terry – lo llamó deteniéndose.
- Dime – se apartó con los ojos oscuros invadidos por la pasión.
- Te amo – emitió apenas y volvió a besarlo.
- Yo también te amo Candy, hazme tuyo – le pidió muy serio.
- No se supone que eso debería decirlo yo – refirió Candy no muy contenta.
- Candy no seas experta ahorita – le rogó ella.
- Está bien, muy bien – se dejó convencer.
Candy le dio una mordida en el mentón lo que hizo que una corriente eléctrica traspasara a cada centímetro de su cuerpo y con ello consiguiera una erección, fuerte y poderosa; Terry lo sintió y emitió un gemido ahogado, no lo soportaría más, así que tomó a Candy de la cintura y la pegó a ésta haciendo que Candy brincara un poco al sentirla.
- Terry – lo llamó con deseo.
- ¿Qué pasa Candy, asustada? - curvó sus labios en una tímida sonrisa, aparentemente.
- No ¿por qué? – dijo ella con sutileza.
- Por nada, bésame – le pidió él de nueva cuenta a lo que ella respondió con agrado.
Y volvieron a la faena de lenguas, mientras sus manos encontraban en que ocuparse, ella comenzó a bajar el cierre del pantalón y metió la mano por encima del bóxer que cubría su hombría, sorprendiéndolo un poco.
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Un amor que no entiende de pasiones
RomanceESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Él, un millonario desde el nacimiento. Ella una hermosa y sencilla doctora. Él un Don Juan ha...