Capítulo XXX

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- Le pido una cosa: mi amor, mi novia, me harías el honor de casarte conmigo... señorita Candice White Andley

No podía creerlo, Candy no podía creerlo, Terry se le había propuesto en tres ocasiones.

- Terry...- susurró Candy comenzando a llorar.

- Terry... - llamó Noelia en voz muy baja, no podía concebir que su amante le estuviera pidiendo matrimonio a otra chica.

- ¡Hola, mi vida! ¿Emocionada? – se levantó colocándole el anillo y besándole una lágrima que se desprendía de sus ojos.

Candy asintió.

- Entonces, ¿aceptas? – pregunta el castaño ansioso.

- Siiiiiiiiiiiiiiií mi amor, acepto – le respondió lanzándose a sus brazos.

- Bravo hijo, se ve que eres un Grandchester – Richard alabó sus genes.

- ¡Candy, felicitaciones! – la abrazó Albert.

- Ahora señorita Candy, te doy este anillo como símbolo de mi amor, te amo Candy – le colocó el anillo en su dedo anular.

- ¡Te amo Terry, soy muy feliz! – le sonrió y besó por algunos minutos, sin importarle que su papá estuviera cerca.

Noelia caminó hacia atrás y salió corriendo deprisa del restaurante seguida por Sandra.

- Noelia, espera... - le pidió Sandra a Noelia, un tanto preocupada por el estado de su amiga.

- No puede ser Sandra, hoy en la mañana no era así – repeló sin darse cuenta de lo que decía.

- ¿Cómo dices? ¿Qué pasó hoy en la mañana? – preguntó Sandra asombrada.

- Le envié un mensaje y no me lo contestó – respondió lo bastante furiosa.

- Pero ¿cómo te atreviste a rogarle? Noelia eso no se hace, te lo tienes bien merecido – se detuvo y regreso sobre sus pasos.

- Sandra... - la llamó Noelia.

- Madura mujer, ese hombre no te valoró, déjalo en paz y cuando lo hagas, llámame – le pidió marchándose de ahí.

- Te amo Terry, pero tú no me amas a mí, sé feliz porque muy tarde me di cuenta de cuánto te amo – Noelia tenía dolorido el corazón, está noche recordaría una cosa, decirle a alguien que lo amas cuando está contigo.

Mientras en el restaurante...

- ¿Te gustó la sorpresa? – le preguntó Terry a Candy mientras bailaban.

- Sí...gracias, te amo Terry – lo besó rápidamente.

- Deberías de haber visto la cara de Noelia – le comentó con malévola mirada.

- ¿Estaba aquí? – preguntó ella ya que ni cuenta se había dado.

- Sí, justo detrás de ti – respondió él, mirando los labios seductores de Candy.

- Hijo eso fue increíble – Richard se acercó a la pareja en son de despedirse.

- Lo mismo digo Terry, ¡felicidades! – Albert le abrazó con anhelo.

- Bueno. los dejamos para que lo disfruten – propuso Richard, jalando a Albert y dejándolos solos.

- Sí papá y nada de esto a nadie – le pidió amablemente a Richard.

Un amor que no entiende de pasionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora