Pequeña pecosa, de haber pensado antes todo, no la hubiera insultado tanto, desde ese momento se dedicó a hacerme la vida de cuadritos y mis celos, si los celos que nunca conocí, hasta ese momento se hicieron presentes.
Inicio del flash back
- Señor William – lo llamó el abogado.
- Sí abogado – respondió el rubio saliendo del trance en el que se encontraba.
- Debe de hablar con sus respectivos representantes ya que esto que su señor padre les acaba de revelar no debe salir a la luz, ¿me entiende? – habló claro para saber si lo había entendido.
- Por supuesto, es más ahorita mismo lo aclaro, Richard ¿quiere llamar a su hijo? Ambos aún no salen de la propiedad – sugirió Albert.
- Por supuesto, Terry ¿aún ves a Candy por ahí? – cuestionó Richard.
- ¿Qué quieres papá? Sí, está a unos metros de mí – la vio a lo lejos e inclusive vio su sensual caminar.
- Puedes poner el altavoz por favor y llamarla para que les digamos algo – pidió su padre.
- Espera, hey tú, preciosa, te llama el señor William – le dijo con sorna.
- ¡Ay! ¿Qué no tienes algo mejor que hacer? – le gritó.
- Si no me crees, ¡ven aquí! Señor William puede hablar – solicitó Terry.
- Candy atiende el teléfono – gritó Albert del otro lado haciendo que la rubia corriera hasta el teléfono que tenía Terry en la mano.
- Albert, ¿ha pasado algo? – asistió al teléfono preocupada por Albert.
- Te lo dije – Terry al ver esto se enfado y sútil soltó lo primero que se le ocurrió.
- Guarda silencio – le pidió la rubia enojada.
- Sí, esto va para ambos, es parte del reglamento que ninguno de los dos debe hablar de esto con nadie, no debe salir de ninguno de nosotros, ¿han oído bien? – le cuestionaron.
- ¿Eso es todo? – preguntó Candy.
- Sí, es todo – contestó Albert.
- Me voy, Albert si me buscas estaré con Albertito – le dijo en contraseña.
- De acuerdo preciosa, te veo en un rato – se despidió de ella y colgó cuando Candy emprendía su camino nuevamente.
- Di siquiera hasta luego – la molestó Terry.
- ¡Ahógate! – sugirió ella subiendo las escaleras.
- Albert debemos vigilarlos – sugirió Richard.
- ¡No te preocupes, no pasará nada! – mencionó Albert.
- No me preocupa lo del contrato, esos dos se matarán – comentó sonriendo.
- Yo los vigilaré amo William – se ofreció George.
- Gracias George y deja de decirme amo – le pidió y agradeció ya que Richard tenía razón, con las bellas características de ambos era muy posible.
- Perdón, es la costumbre – se disculpó, ya que en realidad le decía así al padre del rubio.
Los días pasaron, estaba cerca la primera inmersión de Candy y Terry, por lo que ella puso manos a la obra, en una ocasión le pidió a Albert que la entrenara en sesiones de gimnasio, pero George también le estaba enseñando a Terry lo referente al negocio, así que asistía a sesiones de estudio con él en la mansión Andley.
ESTÁS LEYENDO
Un amor que no entiende de pasiones
DragosteESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Él, un millonario desde el nacimiento. Ella una hermosa y sencilla doctora. Él un Don Juan ha...