Capítulo 46: Seducción.

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Punto de Vista de Liam:

— ¡Despierta, Cabrón!—gritó uno de los hombres. — ¡Ya has dormido mucho!—gritó de nuevo antes de lanzarme un balde de agua helada. Desperté de inmediato al sentir el frio líquido en contacto con mi piel.

— ¿Dónde estoy?—pregunté desorientado.

—Estas en el Waldorf, nene—se burló.

— ¿Qué día es hoy?—pregunte intentando llevar mis manos a la cabeza, fue ahí que recordé las tenía atadas a la silla.

—La semana tiene siete días, llegaste aquí en el tercero y llevas dormido dos, ¿Tú dime que día es?—se burló el hombre dándole una mordida a la manzana que llevaba en una bandeja.

— ¿Sábado?—pregunte confundido— ¿Es Sábado?

— ¿Sabes contar?—asentí. —entonces sí. Come todo lo que te traje y nada de juegos.

El hombre me soltó una de las manos y aproveché para beber agua, tenía demasiada sed, aún no me podía creer que hubiera dormido dos días enteros, después de un rato de intentar comer el sándwich con una sola mano, el chico se compadeció y me desato la otra.

—Eres la perra de Donovan, ¿Eh?—preguntó. No respondí— ¿Ya te cortó la lengua? —volvió a decir. — ¿Por qué estás aquí? ¿Qué hiciste para que te traten como lo hacen?

—No le hice nada—mascullé mientras comía.

—Claro que te metiste con él, te metiste con la mujer de sus deseos. —dijo dándole otra mordida a la manzana. —Ahora eres su perra.

— ¿Y tú? ¿Eres la perra de tu jefe?—interrogué ácido. Él río amargamente.

—Todos somos sus perras, hacemos lo que él dice—murmuró.

— ¿Y te gusta?—pregunté. Me miró confundido— ¿Te gusta ser la puta de tu jefe?

—No—respondió. —Pero no tengo opción, le juré lealtad cuando los desgraciados de Misha y Jared nos dejaron—se quedó pensando— ¿Qué fue de esos cabrones?

—Misha es la mano derecha de Marie y Jared murió en un ataque—informé antes de tomar agua.

—Quizá debí quedarme con ellos—murmuró.

—Marie, te hubiera recibido sin pensarlo, ella es una buena líder.

—Sí, quizá...—la puerta se abrió de golpe dejando ver a Donovan, venía sólo y sin armas.

—Vete Collins—dijo refiriéndose al chico.

—Hasta luego Collins—murmure. Donovan se sentó frente a mí y después amarro mis manos a la silla.

—Angelique se ha puesto algo inquieta—murmuró.

—No me importa como este esa puta—respondí indiferente.

—Pues la puta te quiere en su cama—dijo— y yo hago lo que esa zorra desgraciada me ordene. —Añadió—La muy estúpida quiere que te revuelques con ella—se burló.

—Sabes que no lo voy a hacer, ¿Verdad?

—Sé que eres listo, y que cuando te diga que si te acuestas con ella no te voy maltratar por dos semanas, tú lo pensarás.

—No tengo nada en que pensar—respondí.

—No lo harás, ¿Verdad?—preguntó levantándose de la silla, extrañamente se veía cansado.

—Yo nunca dije que no—respondí mirándolo. El tipo sonrió de lado, me desató las manos, las piernas y me puso de pie.

— ¡Collins!—gritó. El castaño volvió por la gran puerta. —Lleva al señor Payne a darse un baño, después escóltalo a donde la puta de Angelique—ordenó.

El chico me llevó por un largo pasillo iluminado hasta llegar a las regaderas, en el camino busque con la vista una salida, pero no había nada, ni siquiera un letrero que me indicará el camino. Las duchas no tenían puerta, eran como las que había en la prisión. Comencé a desvestirme y el chico no se movía.

— ¿Qué esperas para irte?—le pregunté. —¿O es que acaso quieres ver lo que te falta?

Él río amargamente—Hombre, todo lo que necesito lo tengo aquí—respondió tocándose la entrepierna.

—No me importa, gírate—ordené. El chico se dio la vuelta y me dediqué a bañarme.

—Wow—dijo Collins—así que ahora serás la puta de la loca—se mofó.

Yo reí amargamente, era lo único que podía hacer.

En Medio Del Apocalipsis. |L.P| *En Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora