Punto de Vista de Marie:
—¿No me vas a decir que fue lo que pasó?—pregunté por tercera vez.
—No fue nada—se defendió de nuevo.
—No me digas eso—seguí.—Empujaste a Danielle, estabas gritando como loco—me quejé.
—Acepta de una vez por todas que estoy bien, estoy perfectamente bien.
—No voy a seguir discutiendo, si dices que estas bien, te voy a creer pero si vuele a ocurrir lo mismo, entonces tu y yo vamos a hablar muy seriamente.
—Te lo juro, Amor, estoy bien—me sonrio tranquilizandome para después darme un suave beso en los labios.
—Voy a hacer que te creo—dije.—Me tengo que ir, Misha me esta esperando, nos vemos más tarde.
****
—De verdad creo que algo anda mal—masculló Louis.—Liam nunca ha sido así, creo que debió quedarle algún trauma de su captura. Tenemos que hallar la manera de ayudarlo
—No podemos hacerlo si no acepta que esta mal—intervino Niall.
Punto de Vista de Liam:
¿Ayuda? ¿Quién necesita ayuda? Claro que estoy bien, no necesito que nadie me ayude. Voy a estar bien, eso lo sé.
—Toma tus medicinas—dijo Danielle apareciendo por la puerta.
—Gracias—dije.—Te juro que no lo recordaba. ¿Para que son estas?
—Dolor e inflamación—sonrio.—Si las sigues tomando pronto no las necesitarás más.
—¿Causan algún efecto secundario? ¿Visiones o algo así?
Soltó una leve risilla.—Liam, ¿Qué clase de medicina crees que te estoy dando?—Cuestionó.—Por supuesto que no, lo mucho que hacen es dar sueño, de ahí en fuera nada.
Entonces lo que había visto no era más que un sueño, una simple pesadilla, todos tienen pesadillas, ¿No? No era para darle tanta importancia.
Danielle se marchó de la recámara y dejó la puerta abierta, desde mi "incidente" tenía prohibido encerrarme o quedarme solo por mucho tiempo. Me senté en el sillón azul, tome una manta para cubrirme los pies y así dormir un poco antes de comer. Cerré los ojos lentamente, sumergiendome en la oscuridad de mi cabeza, pasados unos minutos escuche el llanto de un bebé, ¿Podría ser mi hija? ¿Ya me dejarían verla?
Abrí los ojos y recorrí la habitación con la vista, más no había nada, ni nadie, pero el llanto aún se escuchaba. Me puse las pantuflas y salí de la habitación, llegué a un largo pasillo donde había varios niños y algunas mujeres.
—Señor—me llamó una niña. Gire a verla y sonreí.—Mi hermano no deja de llorar y nadie quiere ayudarme—dijo la pequeña. Tenía cabello castaño y ojos cafés, piel apiñonada.
—¿Donde esta tu hermano?—pregunté.
—Por aquí—indicó tomándome de la mano, me guío hasta una de las recámaras del fondo. Llegamos a la habitación, pero no había nada, quizá el niño había salido a jugar.
—Creo que él no esta aquí,¿Quieres que vaya a buscarlo?
—No—murmuró caminando a la cama. Intentó subirse a ella pero no lo logró. La tome de la cintura y la subí, ella me sonrio.
—¿Está enfermo?—preguntó curiosa.
—Un poco—sonreí.—¿Cómo te llamas? ¿Donde esta tu mamá?
—Me llamo Míriel—respondió.—No se donde esta mi mamá.-se encogió de hombros.—¿Tu tienes una como esta?—preguntó alzando su mano y mostrandome una pulsera negra. Entonces recordé aquel cuento callejero, "la pulsera negra es la que usan los muertos".
—No... yo—dije intentando irme sin que se diera cuenta.
—¿A donde vas?—preguntó viéndome, seguía viéndose igual, pero ahora sabía que estaba muerta, ¿Por que me estaba pasando esto?—¿No quieres jugar conmigo?
—Mi novia me está buscando.
—Ella no te busca, Liam—dijo poniéndose de pie.—Vamos juega conmigo—pidió.
—Lo siento, debo irme—añadí dando la vuelta para abrir la puerta.—Debo irme—dije viéndola.
Comencé a caminar por el pasillo hasta llegar a donde entraba la luz, había más gente pero nadie me prestaba atención, ni siquiera una mirada. Las luces tras de mi empezaron a parpadear para después apagarse, el pasillo empezó a quedarse sólo, el silencio invadió el lugar, el único ruido que me era posible escuchar era mi respiración. El corazón me latía a mil por hora, sentía que se iba a salir de mi pecho, estaba tan asustado, tan confundido.
—Creí que te ibas a quedar conmigo—escuché la voz de la niña tras de mi. Gire lentamente para verla dandome la espalda.—Todos me dejan, nadie quiere jugar conmigo, y eso me pone triste. ¿Sabes lo que hago cuando estoy triste?—pregunto pero no tuve valor para responder.—Me hago daño—masculló girando a verme, sus muñecas estaban llenas de sangre, pero parecía no dolerle, las paredes empezaron a emanar sangre muy olorosa, el olor era tan insoportable que ya no podía respirar, olía a putrefacción, era asqueroso.
Comencé a sentirme desesperado, buscaba alguna ventana pero no había ninguna y la única que había no podía abrirse, mis pulmones empezaban a pedir aire, pero su respiraba seguramente iba a vomitar o peor aún podía morir intoxicado por ser fétido olor. Me sentí mareado y caí al suelo, cerré los ojos y me quedé dormido.
—¡Liam!—escuché su voz llamándome.—¡Liam! ¡Despierta!
—Marie—dije abriendo los ojos. Ella se hallaba hincada junto a mi.
—¿Estas bien?—pregunto.—Mi amor, estás sudando, Seguramente tienes fiebre, llamaré a Danielle—añadió intentando irse.
-No es para tanto—fingi una sonrisa.—Fue sólo una pesadilla, no me gustan los hospitales, me ponen los nervios de punta.
—No creo que estés bien, Danielle debe revisarte.
—No es para tanto, sólo fue una pequeña pesadilla, sólo eso—dije inclinandome para besarla.
Al final de cuentas sólo era pesadilla. ¿O no?
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En Medio Del Apocalipsis. |L.P| *En Edición*
Fiksi Penggemar"La vida es un instante al sol" Jamás había comprendido del todo esa frase y es una lástima que haya tenido que pasar todo esto para que por fin le encontrará sentido. Ella sabía que la vida normalmente era corta, nadie vivía más de doscientos años...