Capítulo 51: Bad Blood.

786 42 3
                                    

Punto de Vista de Liam:

Sé que llevó más de un mes y quince días encerrado, pero no sé si es de día o de noche, aunque me oriento en la comida que me dan, sé que sólo traen una diaria, no me dan agua más que la que traen con la comida, y si mi memoria no falla, he contado alrededor de 45 comidas, ¿Eso quiere decir que tengo 45 días aquí? ¿O no? En cuanto al asunto de escapar… bah, eso solo quedo en habladurías, han pasado dos semanas desde que Sahara me comento aquello de huir y simplemente no ha pasado nada. Todavía no logro resolver el porqué de que los rusos le hablen a Donovan, ¿Por qué estar en ambos lados? ¿Por qué fingir lealtad hacia Marie si estaban en el bando contrario?

— ¿Te ha gustado la compañía de Sahara?—preguntó Donovan apareciendo en medio del silencio.

—No me puedo quejar, es una niña muy amable—respondí.

—Qué lástima que estés haciendo lazos con ella—dijo caminando hacia mí. Para mi sorpresa, Donovan me desató las manos y los pies, no sé por qué pero esto se me hacía demasiado raro. —Muchos de mis hombres me han dicho que soy un cobarde al no pelear contigo de manera justa—explicó—por eso hoy voy a dejar que intentes defenderte—me sonrió macabramente.

— ¿Quieres que pelee contigo?—pregunté sin entender. — ¿Crees que esta es una manera justa? —Me quejé—Tu comes bien todos los días, duermes y bebes agua, cosa que yo no, así que de cualquier manera no será una pelea justa.

—Veo que estas muy parlanchín el día de hoy.

—Y yo veo que tus hombres tienen razón, eres un cobarde. —dudé un segundo. — ¿Qué voy a ganar si peleo contigo? ¿De cualquier modo me vas a golpear?

—No que—dijo—sino quién—añadió. —Tres rounds, tres premios. Si ganas se salvan, si pierdes, los mató—añadió.

—Estás loco—fue lo único que pude decir.

—Sí, un poco, pero al final de cuentas todos lo estamos. Ahora hijo de puta, ¡Escoge una jodida puerta!—al momento que dijo eso, se encendieron varias luces que me dejaron ver unas largas puertas con tres números pintados, 1, 2, 3 respectivamente.

—Quiero la dos—dije seguro.

—Bien, muéstrenle lo que pierde—les dijo a unos hombres que hasta ahora no había notado, estaban fuertemente armados. Collins abrió la puerta número uno, tras de ella estaban dos ancianas y un hombre de cuarenta y tantos años. —Mátenlos—ordenó. Las ancianas comenzaron a suplicar.

— ¡No puedes matarlos!—me quejé.

—Claro que puedo, no vas a pelear por ellos—añadió antes de ser él mismo quien disparará contra el hombre. Su bala dio justo en la cabeza del sujeto, la sangre salpico a las mujeres, una de ellas se dejó caer y la otra continuó llorando. —Termínalo—le indico a un hombre rubio.

— ¿Por qué haces esto?—pregunté acercándome a él.

—Lo hago para que en tus manos quede la sangre de estas personas—respondió amenazante. — ¡Ahora muéstrenle lo que hay en la puerta número tres!—gritó.

Los mismos hombres abrieron la puerta número tres, dentro había dos niños, una mujer embarazada y... ¿Sahara? ¿La habían metido ahí? ¿Por qué? ¿Por qué hacerle eso? ¿Acaso era yo el culpable?

—¡Quiero cambiar de puerta!—grité ante la desesperación, el miedo y el dolor que me causaba ver a Sahara en peligro por mi culpa, a aquella mujer esperando por su hijo, viéndose tan linda, como me imagino se verá Marie y a esos pobres niños.

—Lo siento, no puedes cambiar la puerta—informó.

—Por favor, haré lo que sea, ¡Quiero esa puerta!—supliqué.

—Está bien—respondió—Te cambiaré la puerta.

—Gracias—me atreví a decir.

—No tan rápido—murmuró. —Ten—añadió dándome su arma. —Muéstrenle lo que hay en la puerta que cambió.

¡Dios! ¿De verdad me haría hacerlo? ¿No estaba bromeando? Me asusta tener que hacerlo, no puedo, no debo, pero Sahara, los niños, la mujer... Debo salvarlos.

—Señor, la puerta no abre hasta arriba—informó Collins.

—Bueno, métanlo y que mate a los bastardos a los que cambió—ordenó mientras bebía agua.

Uno de los hombres me llevó hasta la puerta, me agaché para entrar y Collins entro de tras de mí, para mi fortuna no había más que unos cuantos perros, más bien un perro adulto y varios cachorros. Respire aliviado, esto sería fácil, hasta que me topé con sus ojillos cafés, ¡Dios! ¿Por qué soy tan blando? ¡No podría matar ni siquiera a los perros!

—Abre el escape—ordenó Collins señalando una pequeña ventila. Seguí sus órdenes y me espanto cuando escuché un disparo y el gritó de un perro, ¡Dios Mío! mató a los cachorritos. Giré a verlo lentamente, y respire aliviado cuando vi a los perros intactos.

—Deja que se vayan—me dijo. Los pequeños comenzaron a irse mientras Collins seguía disparando con el arma que Donovan me había dado.

—¿No va a buscar sangre? ¿O los cuerpecitos?—el chico sonrió.

—Eres demasiado bueno, ¿Lo sabías?—negué—No te dejes matar, créeme, me agradas—me sonrió.

Collins me llevó de nuevo a donde estaban los demás y cerró la puerta tras de él, todos me veían esperando una reacción. No lo había notado pero había más gente, personas normales viendo aquello, esperando ver a alguien morir. Pude ver los rostros de las personas, había varias chicas menores de 18 años, al verme se levantaron de sus asientos, seguramente habían escuchado rumores, me reconocieron y ahora estaban seguras de que me tenían preso.

—Tu primer premio serán los niños—dijo.

— ¡No!—reclame—Quiero que el primer premio sea Sahara—pedí.

—No, yo soy quien pone las reglas. Comencemos esto de una buena vez—dijo antes de echárseme encima.

Logre esquivarlo y darle un golpe en la espalda, admito que tenía miedo, miedo a perder y que los niños fueran dañados, debía ganar. Donovan me golpeó en la pierna haciéndome caer, él se levantó y comenzó a patearme.

¡Mátalo! escuchaba decir a las personas.

¡Ya lo tienes, acabalo! — decían otras.

Fue ahí donde me puse a pensar, ¿Quién era el verdadero monstruo? ¿Nosotros o los zombies? ¿No éramos los humanos causantes de todo lo malo que nos pasa? ¿No nos buscamos nosotros mismos este terrible apocalipsis? Nosotros buscamos curas a enfermedades incurables, nosotros herimos animales solo para probar que somos superiores. Somos nosotros quienes forjamos nuestro destino, cosechamos lo que hemos sembrado, lamentablemente nunca hemos sembrado nada bueno.

En Medio Del Apocalipsis. |L.P| *En Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora