Liz

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-Estas muy callada y pareces cansada -Me dijo mi padre mientras almorzábamos- ¿No dormiste bien?

-No, solo estoy preocupada por mi tobillo, espero curarme rápido así vuelvo a correr -le mentí con una sonrisa falsa.

Mi cabeza era un torbellino, necesitaba descargarme, no veía la hora de terminar de almorzar y poder escribir en mi blog.

-¿Estas segura? -insistió mi padre- Sea lo que sea, sabes que puedes hablar conmigo...

Tomó mi mano, yo respiré hondo.

-Ehh... es solo que... creo que me gustan las chicas... 

Le dije preocupada. Preocupada de que me soltara la mano. 

Pero no lo hizo.

Me sujetó ambas manos y me miró a los ojos.

- Y... ¿Cuál es el problema?

-Na-nada, pensé que te disgustaría. 

-No me importa si te gustan las chicas o los chicos o ambos, lo único que me interesa es que por ahora te enfoques en tu carrera. Luego tendrás tiempo de tener una relación.

Esperaba cualquier tipo de respuesta menos esa. Apenas me contestó eso me sonrió y cambiamos de tema.

Luego pensé en Malena, y pensé en lo injusto que era tener que priorizar lo que más me estresa y luego poder disfrutar lo que más me gusta. ¿Porqué no podían ser ambas? 

No le dije nada a mi padre, con que me haya aceptado era más que suficiente para mi. Aunque no estaba segura de cuánto más podría soportar el no tener mi libertad. El correr y no llegar a ningún lado. El experimentar por primera vez un beso con una chica y nunca más...

En ese momento escuchamos chillar fuertemente una bocina.

''¿Será?'' Pensé. 

-¿A quién se le ocurre visitarnos en la hora del almuerzo? -preguntó fastidiado

Para mi padre era importante la hora del almuerzo y la cena, ya que eran los únicos momentos que teníamos a solas, era bastante estricto respecto al horario.

Volvimos a escuchar la bocina y, sin dudarlo, corrí hasta la entrada de la casa. Escuché que mi padre me llamaba a mis espaldas pero fingí no escucharlo. Salí hasta el jardín delantero y la vi del otro lado de la reja en su moto, con una sonrisa pícara y un casco de más que alzó tan pronto como me vio.

-¿Quién es? -Escuché la voz de mi padre sobre mi hombro.

-Una amiga. -Contesté nerviosa.

Mi padre se paro a mi lado para ver mejor de quién se trataba. Malena alzó la mano que tenía libre para saludar.

-Sabes que tenes que pedirme permiso antes de salir a cualquier lado. -Me dijo con una mirada severa- Dile que se vaya, tenes que descansar tu tobillo para recuperarte rápido.

Lo miré suplicante pero sabía que no iba a dar el brazo a torcer. Con los ojos me hizo seña para que fuera hasta la cerca y le dijera que no podía salir. Me enfurecía cada vez que me ordenaba este tipo de estupideces, me trataba como una niña de 5 años. 

Me acerqué hasta la puerta pensando qué hacer.

-Buen día bonita. ¿Te gustaría pasear conmigo un rato?

-¿Ahora? -pregunté incómoda-No sé.

Miré hacia atrás, mi padre nos observaba seriamente y me esperaba con los brazos cruzados. Malena al ver la actitud de mi padre sacudió la cabeza.

-Deberías liberarte un poco, salir a respirar, conocer gente nueva...

Me dijo mientras sostenía el casco extra entre sus manos y lo miraba pensante.

-¡Liz! -Gritó mi padre.

-Parece que alguien no está de buen humor. 

Encendió la moto y luego agregó -Creo que deberías hacerle caso a tu padre.

En ese momento supe que la decisión que tomara marcaría mi vida para siempre.

Sin mirar hacia atrás quise abrir la puerta de la reja pero estaba cerrada con llave.

Malena me miró y ambas pensamos en lo mismo. Saltar.

-¡Liz! ¡¿Qué estás haciendo?!

Gritó mi padre mientras me trepaba con rapidez de los barrotes, miré hacia atrás y vi que corría hacia mi, pero hasta entonces ya había llegado arriba y salté, subí a la moto de Malena y riéndonos como locas nos fuimos. La que más reía era yo, que sentía cómo mi corazón quería salir de mi pecho por la adrenalina, en ningún momento pensé en las consecuencias que tendría. En realidad pensaba en no volver nunca más.


Inalcanzable LizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora