Quién Soy

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Permítanme presentarme y hablar un poco sobre mí antes de comenzar con la historia que cambió mi vida.

Mi nombre es Malena, me fui de casa a los 18 años, justo cuando empezaba la Universidad, mis padres no compartían mi ''estilo de vida'',  así es como llamaron mi, según ellos ''confusión'' o más bien ''enfermedad''. Somos una familia de católicos pero mis padres jamás asistieron a misa, a excepción de ocasiones especiales... Jamás bendecimos la mesa ni tampoco vi a mi madre rezar el rosario, no teníamos el hábito de una persona verdaderamente religiosa. Sin embargo, cuando les dije que me gustaban las mujeres mi madre se puso como si hubiese parido el mismísimo anticristo. Mi padre, por otro lado, me abrazó fuertemente y me dijo que me quería. Por un momento me sentí aliviada de que por lo menos con él iba a estar todo bien, pero este consuelo no duró más que ese abrazo porque cuando me soltó me dijo : ''Igual te irás al infierno''. Fue todo un melodrama, y peleamos tan fuerte que me fui a vivir con mis abuelos. 

Ahora déjenme decirles que mis abuelos son lo mejor de mi vida, son mis pilares, mi alegría y también mi preocupación. Cuando llegué a su casa llorando y rogando que me acepten, que no era mi culpa ser como soy, ellos me tranquilizaron y me dijeron que todo iba a estar bien, que nadie iría al infierno y que ellos no me juzgan ni nunca lo harán.

Recuerdo que un día, mis padres fueron a buscarme para llevarme a la fuerza con un psicólogo y también para que volviera a casa. 

-Esa niña no está bien de la cabeza y lo sabes papá.

Le gritaba mi padre a mi abuelo en el patio de la casa.

-Tu eres el que no está bien de la cabeza ¡Es tu hija de la que estás hablando! ¿No te das cuenta? 

Yo veía todo desde la ventana del living, mi padre me vio y me miró por unos segundos, luego agachó la cabeza. Pude leer lo que sus labios susurraron, lo que jamás creí que mi padre llegaría a decir.

''Ya no es mi hija''

Sentí como si me golpearan el pecho, sentí cómo todo el amor con el que me criaron desaparecía, como si nunca fue real. No quería llorar frente a él, no se lo merecía, ni mis lágrimas ni mi rencor. No se merecía ningún sentimiento mío por lo que, en ese momento, decidí fingir como si él nunca hubiese existido. Luego de que él dijera esas palabras, me encerré en mi pequeña habitación todo el día.

Habían pasado los días y yo me estaba enfermando de ese lugar, quería huir lo mas lejos posible. Por esta razón es que me mudé cerca de la Universidad con unos amigos. 

Todo ese año fue un año de re-descubrirme. Me había hecho algunos tatuajes en los brazos y uno abajo de mi pezón izquierdo, me había llenado de aros las orejas, hice nuevos amigos... Todo ese año estuvo bien, hasta el año siguiente cuando conocí al inalcanzable amor de mi vida. Liz.

Inalcanzable LizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora