Capítulo trece

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Capítulo trece.

Continuación del capítulo doce.

La respiración de esta chica chocaba con mi cuello, intentaba calmar mi respiración para poder vestirme y salir de una vez por toda. Pero seguía escuchando pasos, suponía que calé andaba por ahí pero no le escuchaba hablar.

—Yo...—Sus labios susurraron en mi cuello, se separó encontrándose con mi mirada. —Dios.

Llevé mi mano derecha cogiéndole la nuca, estampé mis labios con los suyos en un beso de hambre. Para tener sexo de esta manera se merecía un beso que valiera la pena para ser el final.

—Yo no...

—Debemos irnos. —Le corté de inmediato antes de que se pusiera de cariñosa conmigo, la dejé en sus pies bajándole el vestido y entregándole sus bragas. Me subí los pantalones abrochándolos y envolví la gaza en mis nudillos mejor que antes.

— ¿Te veo afuera? —Pregunta peinándose el cabello con sus dedos, frunzo el ceño mirándome las manos cuando he acabado con la gaza.

—Tienes que irte. —Le suelto pasando por su lado, camino lejos de ella antes de quedar frente a mis cosas.

No me volteo cuando pasa como alma que lleva el diablo detrás de mí, sigo haciendo mis cosas para estar listo para la pelea. Pero de un momento a otro, sin saber cómo. Caigo inconsciente en el suelo.

~*~

El cargamento de armas hace que me despierte, frunzo el ceño cuando el pinchazo de dolor me toca la sien. Intento llevarme la mano a la cabeza gruñendo de dolor pero mis manos están atascadas detrás de mí. Son esposas.

Miro alrededor de mí despertándome por completo, cuatro hombres me apuntaban directamente a la cabeza con sus armas. Mi cuerpo se alerta, pero es imposible que se levante de la silla antes de defenderse. Alguien más sale detrás de ellos, con un tabaco entre sus labios. Me tenso cuando reconozco su rostro.

—Scott. —Sonríe cínicamente acercándose a mí, mi cuerpo se presiona con la silla como si de alguna manera escaparía de él.

—Robert. —Espeto.

Su sonrisa se sancha, en la mesilla que yacía a un lado deja el tabaco encima del cenicero. Estábamos en una casa.

—Qué bueno que no me hayas olvidado, tenemos tanto que hablar. —Dice. —Te he echado de menos, como a Lucas hijo.

Todo mi cuerpo se contrae cuando escucho que menciona a Lucas.

— ¿Cómo olvidar la cara de un maldito infeliz que ha arruinado la vida de mi hermano y de mí? —Espeto queriendo saltar encima de él, pero las esposas se aferran a mi piel.

—No es la manera correcta de hablarle a tu padre, hijo. —Ataca.

Siseo entre dientes cabreándome más de lo debido.

—No eres mi padre, nunca lo serías maldito hijo de puta. —Espeto. —Lo que sí me lamento es que Claire esté bajo tu sangre, ella no se merece lo que eres.

Enseguida, la mesilla donde estaba el tabaco cayó lejos de nosotros partiéndose en trizas. Sus brazos cayendo a los de la silla apoyándose muy cerca de mi rostro.

—No te atrevas a mencionarla, es por ella que tú estás aquí. Imbécil. —Gruñe en mi rostro. —Te atreviste a ponerles las manos encima, y no importa los años que pasen. Eras mi maldito sirviente, no el que se podía follar a mi maldita hija. —Me grita.

OrígenesWhere stories live. Discover now