Capítulo treinta y uno.

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Lucas.

Cerré la puerta de nuestro nuevo departamento de sopetón, ni siquiera me preocupé en ver si estaba bien y dejé mis cosas junto con las de Emily en el centro de la habitación.

— ¿Cuál es tu problema? —Me espeta abriendo los brazos.

Me vuelvo colocando mis manos en mi cintura.

— ¿Me estás jodiendo? ¿Acaso viste lo que acabas de hacer? Por un minuto creí que él te reconocería joder, ¡Y cuando yo hablé! Oh dios, juro por mi hijo que si me hubiese descubierto en esa sala me hubiese pegado la soga al cuello.

Emily vuelve la mirada a un lado.

—Ni siquiera lo hizo, Lucas. Y es bueno, porque podemos estar cerca de él sin que sepa quiénes somos.

Me cogí el puente de la nariz.

—Tú no lo entiendes, eso le destrozaría demasiado Emily. Tenemos que ser cuidadosos ahora que estamos en la boca del lobo, no quiero más altibajos.

Me senté en el bonito sofá que traía el departamento 510 y enterré mis manos en mi rostro. El solo hecho de que Liam pueda saber que sigo existiendo en este mundo me pone los pelos de puntas, no sé cómo es que se lo tomaría pero no estaba preparada para luchar contra eso aún.

Y creo que él tampoco.

—Perdona, pensé que...

—No. —La detengo. —Necesito una ducha, tengo que ingeniarme como entraré a su piso.

Emily cierra la boca y se sienta en el sofá al frente del que yo estaba.

**

Luego de comprar un par de cosas que el departamento necesitaba en una pequeña tienda me volví en mis zapatos por el callejón que cogí para desviarme cuando vi que Liam caminaba por el mismo carril que yo andaba. Miré mi reloj y me di cuenta que había pasado un buen rato afuera y había dejado a Emily durmiendo. Ni siquiera me dirigió la palabra cuando se acostó a mi lado mientras me ponía las botas por lo que no tuve que avisarle a que saldría.

Me di cuenta hasta no fue de un par de manzanas que me encontraba siguiendo a Liam como de costumbre, se detuvo en una cafetería cerca observando por el cristal de este. Arrugué el ceño, Liam ha estado un poco perdido desde hace un par de semanas, básicamente desde que la chica se mudó al edificio, parece que le importaba más de lo que podría admitir sí es que lo llegaba hacer algún día.

De inmediato me sobresalto al escuchar que el móvil me suena.

— ¿Sí?

Hago una mueca, ¿Por qué respondo así? La única que puede llamarme es Marilyn o Emily, de resto nadie sabe mi rastro.

¿Dónde estás? —Esa era la voz de Emily.

—Salí a comprar un par de cosas, ¿Qué sucede?

Se escucha un traqueteo desde el otro lado lo que me obliga a fruncir el ceño.

He estado siguiendo la pista de Liam, logré poner un dispositivo esa tarde en su chaqueta cuando lo rocé. Está cerca de una cafetería, y no está solo...

Me vuelvo mirando a mi hermano que saca uno de sus cigarrillos de la chaqueta mientras se aleja de la cafetería con una de sus mejores cara de enojo, diviso a su alrededor y verifico un auto negro cerca con el mismo hombre que vi una vez fuera del edificio donde ahora vivía. Ese que me veía cuando recibí una llamada de Marilyn que Landon estaba herido.

OrígenesWhere stories live. Discover now