Capítulo treinta y siete.

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Capítulo treinta y siete.

Me la pasé el día merodeando por mi departamento solo, esperando que Cassandra decidiera llegar a casa después de su clase. Me sentía frustrado, solo y eso no me gustaba para nada. No cuando la tenía a ella que abarcaba veinte de mis veinticuatro horas.

Ni siquiera me preocupé en ir al gimnasio, desde que me mantengo ocupado en su departamento no me preocupo en nada más que no sea estar en la cama con ella. O por mucho, en su sala.

Decido echar un vistazo por cuarta vez a su departamento, por suerte no sé porque lo deja abierto pero es un aire liviano que crece en mi pecho tan solo saberlo. Su bolsa está en el sofá al entrar así que echo un vistazo más en la cocina; su chaqueta.

Dejo escapar aire de mi boca, ya estaba aquí.

— ¿Cass? —Llamo desde la puerta, antes de volver a perilla ella aparece en mi campo de visión con la puerta abierta.

—Pasa, acabo de llegar.

Mientras cierro la puerta la veo desvestirse, es una tentación demasiado fuerte pero me contengo ya que no venía a utilizarla como siempre como sé que piensa.

— ¿No irás a trabajar? —Me siento en la cama aun viéndola.

—No, estoy de vacaciones.

—Entonces, podemos hacer algo hoy si quieres. —Juro que eso se escapó de mi boca, pero de alguna manera lo estaba pensando entonces sí lo quería. Me encojo de hombros.

Cassandra me mira perpleja al girarse, para mí también es una sorpresa.

— Espera, ¿Cómo? ¿Fuera?

—Sí, ¿No quieres? —De pronto las alarmas de mi cuerpo se activan, como si me diera miedo a lo que fuese a responder. Pero entonces sé que cuando se trata de ella, nada me puede dar miedo.

—Sí..., sólo que no me lo esperaba. —Cuando lo dice, se sienta a mi lado con la mirada perdida.

—Quiero mostrarte algo... Quiero decir, terminarte de mostrar. —Susurro mirando sus facciones.

Me mira.

—Lo que hago ganándome la vida. —Continúo viendo su expresión.

No sé qué espera que diga exactamente, pero esto es lo más lejos que he podido llegar con una persona. Cuando la veo a los ojos me trasmite todo lo bueno que ella tenía, por ello sentía que todo es diferente. Que con ella, tengo que ser diferente.

—Eso es genial. —Grita antes de lanzarse encima de mí. Me besa la boca lo que por poco me hace gemir de satisfacción. —Gracias por confiar en mí, Liam. —Me susurra, muy cariñosamente.

—Bueno...—Le digo incorporándome de nuevo.

—No todo el tiempo tiene que ser así, quiero decir, ya sabes que puedes confiar en mí.

— ¿Por qué no? —Intento jugar con ella un poco.

Vuelca los ojos.

—Porque somos novios o algo parecido...

— ¿Qué has dicho? —Cuestiono aun así sabiendo lo que acababa de decir, evito esa molestia en mi pecho.

—He pensado en voz alta, ¿Cierto? —Cerró los ojos totalmente como una manzana de roja.

—Nada que ya no sepamos.

Decirlo no quita la molestia horrible que hay en mi pecho, aún ese término no es algo del que estoy acostumbrado y tal vez no es que pegue mucho conmigo. Pero cuando me mira... sé que ella siente lo mismo que yo, solo que ella lo dice y demuestra. Yo no.

OrígenesWhere stories live. Discover now