Capítulo veintiséis

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Capítulo veintiséis.

Siempre antes de salir me aseguro de ver por la mirilla de mi puerta, o al menos eso cambió cuando mi pequeña vecina se mudó al frente de mí.

El amor de padre, si me lo llegasen a preguntar ni siquiera respondería. ¿Y porque lo haría? Parece que ni sé acerca del tema, tampoco si me reencontrara con Ryan lo probaría porque desde luego que el no merecía ser el padre de Lucas y de mí, ¿Pero qué digo? Ni siquiera necesité tener un padre en mi vida para experimentar aquello. Me daba igual tener a alguien que me diera ese amor, porque miren, Cassandra se ve ridícula alrededor de los brazos de su padre.

Esperé nada más que se terminaran de despedir, en incluso derrochar sus repugnantes palabras para hacerle frente a mí vecina antes de que se metiera de nuevo a lo suyo.

La miro desde mi posición recostándome al marco.

—Me repugna el amor de padre a hija, es patético. —Digo antes de que pueda retener más mis comentarios a la escenita que armaron ambos.

—No lo dirás por nada. —Me reta posicionándose igual que yo.

Aprieto la mandíbula cuando habla, parecía que no podía decir nada hacia mí que no fueran babosadas que me ponga de muy mal humor.

—Tal vez sea yo quién te enseñe a cerrar esa boquita sucia, Cassandra. No terminas de aprender.

—Inténtalo. —Me incita y doy un paso más hacia ella, cierro los puños conteniendo mi furia de gritar que deje de jugar conmigo como si fuera su maldito muñeco y la tomo presionándola contra la pared.

Cassandra se encoge suavemente cuando retiro los brazos de encima de ella, arrugo el ceño y la veo taparse por completo con sus brazos. Me alejo un paso no queriendo creer que ella por un momento pensó que yo le pondría las manos encima.

—No, no...—Susurro intentando cogerle de las manos pero me contengo. —Yo no sería capaz de... de golpearte Cass.

Ella abre sus ojos de a poco, pero antes de que pueda decir cualquier barbaridad le alzo la barbilla besándola suavemente. No tardó demasiado en responderme, su cuerpo reacciona de inmediato haciendo contacto con él mío, ahueco su rostro besándola con cuidado de no romperla. Solamente que piense que le puedo hacer daño me entra corriente muy extraña por el cuerpo, tal vez ella sea la primera persona que no quiero que sufra. No ahora... me alejo lentamente y no demasiado, mantengo mis manos en su rostro y que respire cerca de mí e estaba volviendo adictivo.

—Antes de irte, dime algo... solo algo por favor. —Susurro cerca, por un momento apretando su agarre.

Me detengo mirarla y pensar que es lo que realmente quiere que le diga, parecía que nuestras vidas se estaban complicando más de lo que ya estaba. O al menos la mía. Desde que apareció solo ha hecho todo lo contrario a lo que quiero que hagan, sin embargo, ella me parece un reto... un reto demasiado tentador.

—Buenas noches, Cassandra.

Me vuelvo de inmediato lejos de ahí, cierro la puerta al atravesar mi marco y me llevo las manos al cabello sacándome por un momento eso pequeños ojos que atraviesan mi mente, mi cabeza e incluso esas cosas que revolotean dentro de mí y que no puedo evitar.

Me saca de los pensamientos que abran mi puerta sin antes tocar, o siquiera que se molesten en tocar. Esas cosas me molestan, y más de esa chiquilla con su mirada retadora.

— ¿Por qué coño no tocas?

—Oh no, ésta vez no vas a venirme con tu estúpido ego. Vas a responder a cada una de mis preguntas, porque esto definitivamente me está matando.

OrígenesWhere stories live. Discover now