Capítulo quince.

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Capítulo quince.

Un año después...

12 de Febrero de 2015.

Me miré en el espejo fijamente observando en lo que me he convertido, ¿Quién soy?

Un hombre con tatuajes, perforado y totalmente frío. ¿Quién me convirtió así? La verdad es que no lo sabía, he pasado tantas etapas de mi vida que apenas recuerdo cuando fue que fui normal.

Y eso es nunca.

Pasé la soga por mi cabeza enrollándola en mi cuello, sin darle mucha presión. Veo fijamente el techo donde está sostenida y vuelvo la mirada a mi reflejo. Creo que será un adiós. Me levanté en la silla y amarré la soga arriba, sin que yo pudiera desatarla cuando esté en acción.

Esperé unos segundos cerrando los ojos y pateé la silla justo cuando la soga apretaba mi cuello y me colgaba del techo. Ésta me apretaba tanto que estaba seguro que mi piel que era blanca estaba totalmente roja, por ello comencé a patalear arrepintiéndome de lo que estaba haciendo. Estiré la mano hasta el amarre de la soga pero era imposible que lo alcanzara.

Estaba quedándome sin aire, los huesos de mi cuello estaban apretándose con la soga. Sentía toda mi respiración irse y la cabeza darme vueltas.

Estaba muriendo.

Patalee más estirando la mano de nuevo a ver si de alguna manera conseguía coger el lazo que he hecho. Pero antes de darme cuenta caí en el suelo volviendo a la vida.

Tosí, tosí todo lo que pude recuperando el aire que me robó mi intento de suicidio. Cogí la soga, estaba reventada, se había reventado en mi intento de quitarme la vida. Y sí tal vez estuviera volviéndome loco, diría que me quieren aun en el mundo. Que tenía cosas por hacer.

Y lo tenía claro; Vengar la muerte de Lucas.

Caí de espaldas en el suelo manteniendo cuerda mi respiración y mirando la soga en el techo. O lo que quedaba de ella. Pensé que ya nadie podría necesitarme, pensé que por fin iba a reunirme con Lucas en ese mismo lugar a donde se marchó. Pero me he dado cuenta que no es así.

Me levanto de inmediato y cojo mi chaqueta, la paso por mis brazos y antes de coger mis llaves y móvil abro la puerta de mi departamento. Llevándome la sorpresa de que habían nuevos vecinos frente a mí.

Bufé, era mejor cuando estaba solo por aquí.

Cerré la puerta de mala gana y le pasé segur1o, antes de hacerme paso por el pasillo con la vista en mis zapatos. Hoy tendría una pelea más, era una cifra enorme y quería ganarla, parece que Seattle no estaba gustándome mucho y pensé en irme a Kansas o algo. Un nuevo destino puede ser un nuevo camino.

Justo cuando pensé que las cosas podrían estar bien porque iría al gimnasio hablar con calé para esa pelea de esta noche, alguien tropezó conmigo con algo duro y me hizo caer al suelo de golpe.

—Mierda. —Gruño con el dolor en mi trasero, observo la persona que ha hecho esto a propósito y una chica castaña me mira con una expresión nerviosa.

—Perdona, no te había visto. —Dice rápidamente colocándose de rodillas y metiendo sus cosas en la caja, si tal vez fuera otro chico sería ese tipo de mierda cliché donde le ayudaba a meter las cosas y le diría algo como "no pasa nada" pero la realidad no era así, era peor.

Me incorporo mirándola, mirándola de pie a cabeza como su pequeño cuerpo estaba de nervioso y apurado metiendo las cosas. Me recorre con la mirada detallándome, tal vez piense en darle una jodida foto. Le duraría más.

OrígenesWhere stories live. Discover now