Capítulo diecisiete.

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Capítulo diecisiete.

Ha pasado una semana y no dejo de pensar en el maldito de Jaxon, tiene tantas ganas de matarme que ha arruinado la pelea y me he ido sin mi maldita paga. Las cosas no están mejorando, no me gusta tener una nueva vecina pretensiosa y tener contrincantes que arruinen mi maldito día. Por hoy, como no he hecho más nada que ver televisión me decidí salir a por una cerveza, no quería ir a buscar una buena en el gimnasio por enfado, pero en cuanto lo piense mejor me voy.

Deslicé la puerta del bar donde solía venir cuando no quería beber en el gimnasio, era muy raro acudir aquí porque mi mapa siempre ha sido el departamento y el gimnasio así de viceversa. No voy a otro lado jamás.

Alcé la barbilla al bar tender que se acercó de inmediato.

—Cerveza. —Le dije corriendo la mirada de una vez, observo a mí alrededor. Apenas comenzaba a llenarse de personas y solo quería que por primera vez nadie me molestara. Como las chicas medio vestidas, no van a pasar media hora cuando me pidan algo de sexo.

Pasé algunos veinte minutos bebiendo de mi cerveza sin percatarme de las miradas, o solo pasándolas desapercibidas. Saco un cigarrillo de mi chaqueta y lo enciendo inhalando el tabaco, sintiéndome mejor que antes. No relajaba mis músculos pero se sentía despejarte a través de un poco de humo.

—Amigo, necesitamos a otro para el billar ¿Te apuntas? —La voz de un hombre me hace volver la mirada de reojo, inhalo el humo del cigarrillo ignorándolo por completo. Se trataba de un motero o algo así. — ¿Entonces?

Apago el cigarrillo en el cenicero con mala gana mirándolo completo ahora, tenía la barba larga y en el ojo tenía una enorme cicatriz. Lo observo de pie a cabeza y me vuelvo de nuevo, indicándole que no es de mi agrado hablar con personas como él. Básicamente iguales a mí.

Por el rabillo del ojos se encoge de hombros y se marcha, bebo un poco más de mi cerveza en cuanto escucho la puerta chirriar de nuevo en el bar. Observo de reojo solo por no tener más nada que hacer.

Su piel blanca y cabello castaño de inmediato se me hacen familiares cuando enarco las cejas. Arruga la cara nada más al entrar, se apresura a seguir a los que vienen con ella cuando se da cuenta que la han dejado atrás. Intento apartar la mirada pero no soy capaz cuando me quedo absorto con su... ¿Timidez, tal vez?

Joder, aparto la mirada de inmediato observando mi vaso de cerveza vacío.

Le hago señas al bar tender que me sirva otro y no evito volver la mirada al sitio donde mi vecina estaba, frunzo el ceño cuando no la veo. Pero la reconozco de inmediato cuando se está alejando de sus amigos, me paso el dedo por el labio inferior y me bajo del banco para ir a los baños. No puedo pasarme la vida mirando a una chiquilla que solo me sacara de quicio.

Me abro paso a los baños, que están vacíos cuando entro y casi suspiro por ello. Me acerco al espejo observando el reflejo del chico que no imaginé que sería, ladeo la cabeza tocándome la mejilla, me parecía demasiado a Lucas de lo que podría admitir alguna vez. Cierro los ojos y cuando los abro su reflejo lo veo en el espejo, detrás de mí. Aprieto la mandíbula y estrello mi puño contra el espejo gruñendo, justo cuando la puerta de la entrada suena me vuelvo de inmediato.

El mismo hombre que me ha invitado a la partida de billar se adentra con el vaso de cerveza en su mano sin dirigirme la mirada.

Abro el grifo sin prestarle mucha atención, saco la poca sangre de mis nudillos que seguro dejarían algún rastro de cicatriz pero ya estaba acostumbrado a ese dolor. Quito los pequeños vidrios de mi nudillo y cierro el grifo pasando la mano por el jean para secarle.

OrígenesWhere stories live. Discover now